sábado, 31 de marzo de 2012

BROMAS MUSICALES






MozART group, (en polaco Grupa MoCarta) es un cuarteto de cuerda de Polonia formado por Filip Jaslar (primer violín), Michał Sikorski (segundo violín), Paweł Kowaluk (viola) y Bolek Błaszczyk (violonchelo).
Destacan por una gran técnica de los instrumentos, ya que se formaron en las prestigiosas Academias de Música de Varsovia y Łódz. Sus actuaciones se caracterizan por una combinación de música y humor, creando arreglos de obras para su espectáculo.
El nombre hace referencia a Mozart. En polaco la "C" mayúscula se pronuncia "ts", igual que "Mozart" se pronuncia "Motsar".

-Wikipedia-



Humor & música, buena combinación.



MOZART GROUP








jueves, 29 de marzo de 2012

ENTRE MIS RECUERDOS





"Platero es pequeño, peludo, suave;
tan blando por fuera, 
que se diría todo de algodón, 
que no lleva huesos.
Solo los espejos de azabache de sus ojos
 son duros cual dos escarabajos de cristal negro."





Juan Ramón Jiménez
23 de diciembre de 1881
Moguer (Huelva) -España-

29 de mayo 1958, San Juan, Puerto Rico





*

Las blancas paredes de las casas del pueblo,
los patios diminutos,
 los pozos que reflejan la luna,
 las tardes bañadas por el último sol,
 la humilde florecilla del camino,
la fuente retirada y sonora...

Juan Ramón a través de Platero nos descubre
 los pequeños detalles de los que la vida se compone;
 detalles pequeños y humildes,
 que abundan y se prodigan más que los grandes sucesos
 que rompen el hilo de nuestro pasar por la vida.

Platero, con su dulce y alegre trotecillo,
llama a las puertas de nuestro corazón dormido
y entra para bañarle de la tenue y mágica luz de lo real,
 mezclada con el suave reflejo, rosa, violeta o malva, del ensueño.

El mundo de Platero no es, como pudiera parecernos, un mundo irreal.
 Es un mundo cotidiano con el que a diario nos vamos tropezando.
 El mundo de las personas y las cosas;
 el mundo que, de tan cercano, solemos olvidar.

De la mano de Juan Ramón,
 Platero nos va llevando hasta esa gama tan diversa de personajes.
 Nos los presenta como amigos queridos y entrañables,
 uno a uno, por sus nombres y su reducido mundo.

 Otras veces,
 el trotecillo inquieto y sensible de Platero
 nos conduce por las veredas de la emoción triste,
o hasta la vacía jaula del canario muerto al que,
 tal vez un día, veamos salir del corazón de una rosa blanca.

Leer "Platero y yo" es sentir la sensación de ser por siempre niño,
de sentirnos sumergidos en un mundo limpio y puro.



PLATERO Y YO



*


LUZ CASAL







domingo, 25 de marzo de 2012

EDGAR ALLAN POE




19 de enero de 1809, Boston, EEUU
7 de octubre de 1849, Baltimore EEUU

* 

El miedo es viejo como el tiempo y como el hombre.

Sin darnos cuenta, 
su sombra, disfrazada de mil formas, nos cubre.

Es una sensación rara, extraña,

que hace que nuestro corazón emprenda una veloz carrera,

que nuestro cuerpo se paralice,

que nuestra boca se reseque y un largo escalofrío recorra,
de punta a punta, nuestra espalda.

Cuando esa sensación se queda con nosotros,

cuando permanece insistente e invencible,

y se adueña de nuestra mente, de nuestros actos,

hace su aparición el terror.

Hay pocas cosas que el hombre no haya comercializado.

También el miedo y el terror se venden.

Millares de películas salen de los estudios,

llevando el espanto a millones de espectadores

en miles de salas de todo el mundo.

Inconscientemente, buscamos e incluso pagamos,

el encontrarnos frente a emociones fuertes.

La literatura ha tocado infinidad de veces el tema.

Literatura buena, muy pocas veces, mala la mayoría.

Es difícil plasmar en palabras las sensaciones,

porque el miedo necesita el soporte material de las imágenes,

necesita la aportación de los sentidos, la vista, el oído, ...

Es difícil, pero posible cuando se posee una gran imaginación

y una mente capaz de traspasar los límites de lo real y lo posible.

Este es el caso de Edgar Allan Poe,

nadie como él ha sabido llevarnos por los senderos del miedo,

abriéndonos las puertas del misterio,

descorriendo el velo de lo imposible.

Ante nosotros, hace desfilar un mundo insospechado,

un mundo extrahumano y a la vez, tan real, tan lleno de vida.

Poe, a la manera de una araña,

paso a paso, hilo a hilo,

va envolviéndonos en una enorme tela

en la que nos sentimos atrapados, sin salida...

Y en el centro, entre la maraña de hilos que convergen,

un clima denso, cargado de tensiones, que al final se rompe,
 como en una explosión, en un desenlace inesperado.

En Poe, lo sobrenatural, lo extraordinario, lo horrible,

toma forma, palpita, se debate entre lo humano y lo fantástico.

Un hombre nacido en plena época romántica se adelanta a su tiempo,

crea futuro, casi lo que hoy llamamos ciencia ficción.

Autor de vanguardia, su figura se eleva solitaria y gigantesca.

Cuando leemos sus relatos nos damos cuenta que el estilo, la forma,

el artificio literario del que van revestidos, pasa a un segundo plano;

lo que realmente interesa a Poe, y lo consigue siempre,

es asustarnos, impresionarnos, aterrorizarnos.

La vida de Poe parece sacada, arrancada casi, de una de sus narraciones:

una sombra miserable y angustiada que se arrastra por un mundo

al que no comprende y que a su vez, le ignora a él.

Edgar, pese a su extraordinaria inteligencia,

es un hombre de voluntad débil,

siente miedo ante la realidad del vivir diario y se refugia en la bebida.

No es sólo en la literatura una figura solitaria, también en lo personal.




)(


Los hijos de Poe
Fernando Savater


De pocos autores puede decirse que hayan dado origen a un nuevo género literario, pero a Edgar Allan Poe se le atribuye a justo título de paternidad de dos:
el cuento fantástico moderno y la narración detectivesca.
Dejemos en esta ocasión a un lado a Dupin y su progenie de sabuesos. Poe introduce en literatura el virus hasta hoy felizmente incurable de una nueva forma de lo macabro y lo espeluznante, elementos ancestrales de los relatos desde que los primeros humanos se sentaron a escucharlos en torno al fuego recién inventado, mientras en la negrura circundante acechaban los tigres de dientes de sable y barritaban los mamuts.

Sin duda el autor norteamericano toma algunos ingredientes para su pócima -la comicida grotesca, los personajes caricaturescos y las visiones opiáceas- del inevitable E.T.A. Hoffmann, pero su receta es absolutamente personal.
Para empezar, descarta las concesiones a la superstición, a la leyenda milagrosa y a los demonios de sacristía.
Su pánico no viene de fuera sino que nace en el interior descreído del hombre moderno. Como bien aclara en el prefacio de sus Cuentos de lo grotesco y arabesco con orgullo de precursor:

"Si el terror ha sido el tema de buena parte de mis obras, este terror no proviene de Alemania, sino de mi alma"


En sus narraciones lo sobrenatural siempre es la prolongación de los natural por otros medios: lo que desafía a las leyes de la naturaleza es la subjetividad que las interpreta y quisiera transgredirlas hasta sacudirse su yugo fatal.

En la mayor parte de los casos los cuentos están narrados en primera persona para que el lector tenga menos escapatoria cuando llegue lo irremediable. Sus protagonistas llevan dentro de sí una grieta precursora del inminente desastre, com la fachada de la casa Usher.
Por esa grieta penetra -o salen- los espectros encarnados del pavor. Pero no hay en dichos relatos concesiones a la vaguedad ni la incoherencia de corte romántico: son artefactos lógicos, de precisión clínica, en los que cada acontecimiento y cada detalle ambientan se encaminan a producir un efecto único y traumático.
Por eso resultan inolvidables y hasta quienes menos aprecian recursos truculentos no pueden ya librarse nunca de los que les sucedió al encontrarse por vez primera al señor Valdemar.

Es difícil comprimir en pocas líneas la nómina de seguidores que tiene Poe, tanto entre los escritores como primordialmente entre los lectores, aunque naturalmente sólo puedo referirme con nombres y apellidos a aquellos. Los primeros estuvieron, por supuesto, en su propio país, como su contemporáneo de origen irlandés Fitz James O'Brien (su impresionante cuento ¿Qué era aquello? prefigura El Horla de Maupassant y las pesadillas de Lovecraft, ambos también discípulos del bostoniano) o Ambrose Bierce, el mejor de todos por su humor macabro y el trato familiar con fantasmas, que sólo igualará M. R. James. Después Baudelaire lo importa a Europa y así impregna a los mejores de cada país: Villiers de l'Isle-Adam, Gustavo Adolfo Bécquer (algunas de sus Leyendas cuentan entre lo más exquisito del género), Sheridan Le Fanu o el mismísimo Charles Dickens. Quizá el mejor heredero de Poe sea R. L. Stevenson, no sólo en la obra maestra Jeckyll y Hyde sino también en Olalla o Markheim. Después, Arthur Machen, El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde y la lista inacabable de los contemporáneos: Borges, que sigue la línea lógica y cosmológica menos frecuentada, Robert E. Howard (Palomos del infierno, La sombra de la bestia), Ray Bradbury, Julio Cortázar, Richard Matheson (¡aquella negra maravilla de tres páginas con que se dio a conocer, Nacido de hombre y mujer!), Robert Bloch, Jean Ray, Stephen King o buenos autores españoles como José María Latorre o Pilar Pedraza... Porque ¿quién de los que ayer o incluso hoy mismo de verdad cuentan no sigue la traza de Poe, es decir, su poe-ética?
Lamentamos que su vida fuese breve, como si supiésemos cuánto debe durar la vida de cada cual para realizarse plenamente.
Y le compadecemos porque fue desdichado, atendiendo superficialmente a su neurosis, a su pobreza, a la pérdida temprana de su amada Virginia, a su alcoholismo... Demasiada presunción por parte de nosotros, los felices. ¿Desdichado? Nada sabemos del gozo sombrío de inaugurar esa alameda rigurosa y siniestra por la cual aún transitamos, con la jauría infernal en los talones. Quizá él nos espera, sonriente y verdoso, al otro lado.







POE & CORTÁZAR

Edgar Allan Poe y las traducciones de Julio Cortázar. 

Corría la mitad del siglo XX cuando Julio Cortázar, además de oficiar como fantástico escritor

 –nada más literal que este adjetivo en él- se vio en la necesidad económica de realizar traducciones como único medio de sustento.
Ese año de residencia en París, 1953, formó parte de una de las épocas de mayor escasez económica tanto para él como para Aurora Bernárdez, su primera esposa. Y fue en ese mismo año cuando recibió un particular encargo de la Universidad de Puerto Rico. La tarea era traducir la prosa completa del escritor estadounidense Edgar Allan Poe al castellano

A Cortázar, admirador declarado de Poe y que alguna vez afirmara que comenzó a escribir relatos precisamente motivado por la lectura de él, esta fina y exigente tarea de traducción le deparó varios meses de trabajo constante y agobiante. Tal fue su dedicación a la obra del escritor estadounidense que al concluirla y enviarla en encomiendas a su destinatario no logró distenderse hasta saber que los originales habían sido recibidos en perfecto estado. Temía las razones más disparatadas que le pudieran ocurrir, ya sea una rata que le comiera parte de los mismos, una gota de humedad que se filtre dañándolos irremediablemente o que alguno de ellos se perdiera en el trayecto, como lo afirmara en una de las tantas entrevistas que le hicieran. Pero ninguno de los temores de Cortázar se hicieron realidad: los paquetes con las traducciones llegaron en buenas condiciones y la obra al fin pudo ser editada con prólogos y anotaciones suyas. Cortázar respiraba nuevamente.

Lo que no imaginaba Cortázar –o sí imaginaba, porque es lógica habitual en él que imagine este tipo de cosas cuando siempre supo lo que hacía- era que acababa de realizar una de las mejores –sino la mejor- traducciones de la obra de Edgar Allan Poe en prosa que jamás se haya hecho en la vasta historia literaria. La crítica en general no tiene dudas en este punto y afirma que la traducción de Julio Cortázar es una de las más relevantes que se han hecho de la obra del escritor estadounidense.

Si bien Poe era admirado por Cortázar al entender que a partir de él surge el cuento moderno, éste no siguió completamente sus pasos. Las historias fantásticas de Poe, el misterio y el terror que latían a golpes de sístoles y de diástoles en cada uno de sus cuentos, se parecen poco a la frescura de las excelentes narraciones de Cortázar. Hay similitudes en algún que otro relato, algún misterio nocturno en un colegio, una feroz criatura que ronda una casa familiar en Bestiario, un asesinato en uno de sus mejores cuentos –por la síntesis y por lo cíclico- pero fuera de ello, Cortázar supo tomar de Poe la tensión, ese instante único en que la respiración cesa y sostenerlo con la misma latencia de su maestro. Pero Cortázar tenía ese valor distintivo de los escritores latinoamericanos, esa segunda salida por la puerta trasera que hacía de la tensión de un relato una resolución no siempre trágica, sino, tal vez, melancólica y profunda: La autopista del sur es uno de ellos.

Será tal vez que en Poe lo dramático se volvía tragedia. Será tal vez que en Cortázar la tragedia se volvía drama. Sin embargo, los dos sabían que un cuento, al fin y al cabo, infiere indefectiblemente una resolución casi como la de la vida, imprevista y fatal.

Ricardo Cardone                                                                                                                               
)(



Manuscrito hallado en una botella

Un sentimiento que no puedo definir se ha posesionado de mi alma; es una sensación que no admite análisis, frente a la cual las experiencias de épocas pasadas resultan inadecuadas y cuya clave, me temo, no me será ofrecida por el futuro. Para una mente como la mía, esta última consideración es una tortura. Sé que nunca, nunca, me daré por satisfecho con respecto a la naturaleza de mis conceptos. Y sin embargo no debe asombrarme que esos conceptos sean indefinidos, puesto que tienen su origen en fuentes totalmente nuevas. Un nuevo sentido... una nueva entidad se incorpora a mi alma.




Una noche en que volvía a casa completamente embriagado, después de una de mis correrías por la ciudad, me pareció que el gato evitaba mi presencia. Lo alcé en brazos, pero, asustado por mi violencia, me mordió ligeramente en la mano. Al punto se apoderó de mí una furia demoníaca y ya no supe lo que hacía. Fue como si la raíz de mi alma se separara de golpe de mi cuerpo; una maldad más que diabólica, alimentada por la ginebra, estremeció cada fibra de mi ser. Sacando del bolsillo del chaleco un cortaplumas, lo abrí mientras sujetaba al pobre animal por el pescuezo y, deliberadamente, le hice saltar un ojo. Enrojezco, me abraso, tiemblo mientras escribo tan condenable atrocidad.


Cuando la razón retornó con la mañana, cuando hube disipado en el sueño los vapores de la orgía nocturna, sentí que el horror se mezclaba con el remordimiento ante el crimen cometido; pero mi sentimiento era débil y ambiguo, no alcanzaba a interesar al alma. Una vez más me hundí en los excesos y muy pronto ahogué en vino los recuerdos de lo sucedido.


El gato, entretanto, mejoraba poco a poco. Cierto que la órbita donde faltaba el ojo presentaba un horrible aspecto, pero el animal no parecía sufrir ya. Se paseaba, como de costumbre, por la casa, aunque, como es de imaginar, huía aterrorizado al verme. Me quedaba aún bastante de mi antigua manera de ser para sentirme agraviado por la evidente antipatía de un animal que alguna vez me había querido tanto. Pero ese sentimiento no tardó en ceder paso a la irritación. Y entonces, para mi caída final e irrevocable, se presentó el espíritu de la perversidad. La filosofía no tiene en cuenta a este espíritu; y, sin embargo, tan seguro estoy de que mi alma existe como de que la perversidad es uno de los impulsos primordiales del corazón humano, una de las facultades primarias indivisibles, uno de esos sentimientos que dirigen el carácter del hombre. ¿Quién no se ha sorprendido a sí mismo cien veces en momentos en que cometía una acción tonta o malvada por la simple razón de que no debía cometerla? ¿No hay en nosotros una tendencia permanente, que enfrenta descaradamente al buen sentido, una tendencia a transgredir lo que constituye la Ley por el solo hecho de serlo? Este espíritu de perversidad se presentó, como he dicho, en mi caída final. Y el insondable anhelo que tenía mi alma de vejarse a sí misma, de violentar su propia naturaleza, de hacer mal por el mal mismo, me incitó a continuar y, finalmente, a consumar el suplicio que había infligido a la inocente bestia. Una mañana, obrando a sangre fría, le pasé un lazo por el pescuezo y lo ahorqué en la rama de un árbol; lo ahorqué mientras las lágrimas manaban de mis ojos y el más amargo remordimiento me apretaba el corazón; lo ahorqué porque recordaba que me había querido y porque estaba seguro de que no me había dado motivo para matarlo; lo ahorqué porque sabía que, al hacerlo, cometía un pecado, un pecado mortal que comprometería mi alma hasta llevarla -si ello fuera posible- más allá del alcance de la infinita misericordia del Dios más misericordioso y más terrible.

)(





YES

SOON
 ÁLBUM RELAYER (1974)



Soon oh soon the light
Pass within and soothe the endless night
And wait here for you
Our reason to be here

Soon oh soon the time
All we move to gain will reach and calm
Our heart is open
Our reason to be here

Long ago, set into rhyme

Soon oh soon the light
Ours to shape for all time, ours the right
The sun will lead us
Our reason to be here

Soon oh soon the light
Ours to shape for all time, ours the right
The sun will lead us
Our reason to be here



)(


viernes, 23 de marzo de 2012

A CÁNTAROS








PABLO GUERRERO



tú y yo muchacha
estamos hechos de nubes
pero ¿quién nos ata?
dame la mano
y vamos a sentarnos
bajo cualquier estatua

que es tiempo de vivir
y de soñar y de creer
que tiene que llover a cántaros

estamos amasados con libertad muchacha
pero ¿quién nos ata?

ten tu barro dispuesto
elegido tu sitio
preparada tu marcha
hay que doler de la vida hasta creer
que tiene que llover a cántaros


ellos, seguirán dormidos
en sus cuentas corrientes de seguridad
planearán vender la vida
y la muerte y la paz,
¿le pongo diez metros, en
cómodos plazos, de felicidad?

pero tú y yo sabemos que hay señales que anuncian
que la siesta se acaba
y que una lluvia fuerte
sin bioenzimas, claro,
limpiará nuestra casa


hay que doler de la vida
hasta creer
que tiene que llover a cántaros










miércoles, 21 de marzo de 2012

DE ARRIEROS Y VAQUITAS






*
Dedicado a Mariola (90 años)



EL ARRIERO 

ATAHUALPA YUPANQUI



En las arenas bailan los remolinos,
el sol juega en el brillo del pedregal,
y prendido a la magia de los caminos,
el arriero va, el arriero va.

Es bandera de niebla su poncho al viento,
lo saludan las flautas del pajonal,
y animando la tropa por esos cerros,
el arriero va, el arriero va.
Las penas y las vaquitas
se van par la misma senda.

Un degüello de soles muestra la tarde,
se han dormido las luces del pedregal,
y animando la tropa, dale que dale,
el arriero va, el arriero va.
Amalaya la noche traiga recuerdos,
que haga menos pesada la soledad,
como sombra en la sombra por esos cerros,
el arriero va, el arriero va.

Las penas y las vaquitas
se van por la misma senda.

Las penas son de nosotros,
las vaquitas son ajenas.

Y prendido a la magia de los caminos,
el arriero va, el arriero va.


Las penas son de nosotros,
las vaquitas son ajenas.


))((

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir-, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.



Jaime Gil de Biedma.

*

G, MARZO
El gran Atahualpa, de lo mejorcito.








domingo, 18 de marzo de 2012

TOULOUSE-LAUTREC


La Buveuse - Portrait de Suzane Valadon
- 1889 -


Henri Toulouse-Lautrec nació en Albi (Mediodía Pirineos), Francia, el 10 de noviembre de 1864, hijo de un matrimonio entre dos primos hermanos de una familia de aristócratas. La endogamia de sus progenitores se convertiría en la causa directa de sus problemas de salud. Cuando tenía cuatro años nació su hermano, que falleció con apenas un año de vida. Como consecuencia de esos desbarajustes, fue un muchacho enfermizo y de constitución ósea muy débil, a pesar de esto tenía una vida feliz, practicaba equitación, cantaba y dibujaba. En 1874 aparecen las primeras manifestaciones de su inestable salud, padeció una enfermedad ósea que cuatro años más tarde acabaría por causarle dos fracturas óseas en los fémures de ambas piernas. Esto interrumpió su desarrollo, por lo que sólo llegaría a alcanzar la altura de 1,52 centímetros. Su madre era muy absorbente y sobreprotectora, Henri creó un vínculo dependiente con ella.

Su padre, el conde, era en cambio un sibarita extravagante al que gustaba organizar reuniones en las que solía disfrazarse para ostentar su lujosa y extravagante colección de atuendos; además era cazador, Henri a causa de su pobre salud no podía seguirle en esos menesteres, a pesar de que lo admiraba. La deformidad fue una fuente constante de infelicidad y amargura para Toulouse y le llevaría al agudo alcoholismo que, finalmente fue la causa de su temprana muerte.
Desde niño muestra interés por el arte, canta, estudia inglés y latín, y demuestra mucha afición por el dibujo, por lo que sus padres le ponen un profesor particular, un pintor animalista (especialmente de caballos) llamado Princeteau, que le aconseja inscribirse en el estudio del pintor académico Léon Bonnat. En ese estudio se ejercita, sobre todo, en la disciplina del dibujo, pero Bonnat clausura sus cursos y Toulouse decide entrar en la academia privada de Cormon en 1883. Allí coincide con algunos pintores de su edad que intentan desarrollar el legado impresionista, sobre todo con Émile Bernard y Vincent van Gogh, del que hace un retrato y con el que traba una gran amistad. 



Un año después, abandona el estudio de Cormon y se instala en la Rue Fontaine, en el mismo edificio en el que trabaja Degas. Aunque su estancia allí será breve, el contacto con la obra de Degas resulta definitivo para la orientación de su obra. Como Degas, prefiere los interiores iluminados con luz artificial a las escenas al aire libre que suelen identificarse con el impresionismo, de él hereda cierta preocupación por la representación del espacio, escogiendo siempre enfoques atípicos, incompatibles con la perspectiva tradicional del Renacimiento.
Quizá por eso, su preocupación por la luz y el color, que tanto interesan a los impresionistas, pasan a un segundo plano, llamándole más atención las figuras, sus expresiones y actitudes.

Además, enlaza con otros intereses artísticos ajenos al impresionismo, su faceta como cartelista, tiene evidentes puntos de contacto con el grafismo modernista. Evidentemente, las demandas del momento, encajan en sus intereses pictóricos.

   *



  La bailarina Jane Avril, que trabajó en el Moulin Rouge
y en el Jardín de París.
 Toulouse le dedicó varios de sus carteles y pinturas.


*

La actriz Yvette Guilbert 
 con sus típicos guantes negros largos.
El artista hizo un álbum entero de litografías sobre ella en 1884.
*

La Goulue

La Goulue y Valentín le Désossé, 1895



La Goulue -golosa, por su insaciable apetito- y Valentín le Désossé -el deshuesado, por
su singular agilidad- fueron la pareja estelar del Moulin Rouge, aunque es posible que la
actuación tenga esta vez por marco la barraca que la Goulue abrió en
 la Foire du Trône ese mismo año.
El cuadro incabado, es una buena muestra del papel estructural que desempeña
el dibujo en la pintura de Toulouse.

*



Toulouse tenía más espíritu de bohemio que de aristócrata, por lo que empezó a frecuentar cabarets, bares y burdeles de París. Se rodeó de amigos marginales, y se hizo habitual de las casas de citas, donde entraba con su buen humor, cantando canciones patrióticas y golpeando el bastón, ganándose pronto el cariño de las prostitutas, que se enorgullecían de su amigo el pintor y lo malcriaban como a un niño caprichoso.
Comenzó a retratar a bailarinas, clientes, amigos y prostitutas y quedó atrapado por el bajo fondo de la noche bohemia parisina. Alquiló una pequeña habitación en un barrio pobre de artistas.

Sus lugares favoritos incluían al ya famoso Mouline Rouge, y Toulouse los convirtió muy pronto en protagonistas de sus pinturas.
     
Logra captar el movimiento en sus escenas a fuerza de ágiles pinceladas y de concentrar las emociones, con pinceladas fragmentadas y nerviosas, que delatan sus contactos con el incipiente postimpresionismo.
Ridiculizado por la sociedad de su tiempo, encontró consuelo pintando a las artistas de Montmartre.




La payasa Cha-U-Kao, 1895.
La figura aparece fuera de escena, sorprendida mientras se viste en el camerino.
Una gran armonía en azul, rojo y amarillo organiza la composición. La vaporosa estela amarilla, en amplia espiral, da sentido a todo el fragmento espacial.



Chocolat bailando. 1896.
Las miradas del músico y los clientes convergen en Chocolat,
un payaso negro al que Toulouse conoció en el Nouveau Cirque.
El dibujo es muy significativo porque muestra el armazón que subyace
a la construcción del espacio en los cuadros del pintor.
*


Su obra de caracteriza por su espontaneidad, la matización del color y el dibujo ágil y preciso.
La influencia japonesa se manifiesta en las líneas compositivas diagonales, colocando las figuras en diferentes planos para crear sensación de profundidad y el corte repentino de las mismas.
Sigue a Degas en la manifestación de la temática urbana, alejándose de la tendencia paisajística de la época.

La técnica al óleo que utiliza es la mezcla de colores con trementina, con la que obtenía un efecto parecido al de la acuarela. Sus pinceladas eran largas y cruzadas, formando un entramado de líneas finas y gruesas. También utilizó la técnica del pastel que aplicaba sobre el papel marrón de envolver. Su gusto por las tintas planas y los colores claros -que procede de la estampa japonesa-, como su trazo, firme y seguro, se adaptan al grafismo rítmico del modernismo.

Las litografías fueron dibujadas como carteles de propaganda.

En ellas su dibujo se caracterizaba por la tendencia a la caricatura, en las que utilizando muy pocos trazos definía el carácter y personalidad del personaje.




Jardín de París, Jane Avril, 1893.

El arabesco de la línea domina toda la composición.

Nunca se había acercado tanto Toulouse al organicismo decorativo del modernismo

como en ese mástil de contrabajo que se transforma en marco del cartel.

El cabaret Jardín de París lo encargó para promover a la Avril, entonces en los inicios de su carrera.



*



 En 1899 sufrió su primer episodio de desarraigo mental a causa de una vida entregada a los vicios, acabó recuperándose de este episodio después de una temporada de tratamiento. Pero fue incapaz de dejar a un lado el alcohol, muriendo de el 9 de septiembre de 1901.
**

La principal aportación de la obra de Lautrec
 está en ese punto de tensión entre la voluntad de
hacer la crónica pictórica de un universo determinado
 y la construcción de un lenguaje plástico nuevo.

El motivo había sido reducido a un rango
 meramente anecdótico por los impresionistas
 -no se pintaba propiamente un tema en cuanto tal,
 sino que el conjunto de sensaciones coloreadas
 que producía el ojo-,
 pero está claro que para Toulouse Lautrec
 el concepto de representación es fundamental,
eso sí, radicalmente moderna.

Como en los antiguos maestros, el dibujo es la clave,
 a través de él, Lautrec retrata aceradamente a sus personajes
y asegura la solidez del cuadro, su arquitectura interna.

La diferencia es que para los antiguos
el dibujo es portador de un arquetipo ideal,
 mientras que para Toulouse
 es un instrumento gráfico
que permite una representación realista y, sobre todo,
 la base de un sistema autónomo: el cuadro.

Toulouse-Lautrec se nos muestra así en su verdadera dimensión como uno de los pintores que,
 en el agitado panorama del postimpresionismo,
 intentan reconstruir el edificio de la pintura
desde la conciencia de que el ciclo que se inicia en el Renacimiento, está ya acabado.

)( 




Louis Pascal, 1893
La soberbia precisión del dibujo recorta la silueta elegante, casi sin sombras,
sobre un fondo en el que la puerta abierta introduce un elemento de complejidad espacial.
Pascal, amigo del pintor desde la infancia, se dispone a atravesar la puerta,
sorprendido casualmente como en una instantánea.




En el circo Fernando: la amazona, 1888
El punto de vista muy alto y el espectacular escorzo del caballo
imprimen al espacio la impronta de la carrera circular de la amazona.

En el Moulin de la Galette, 1889.
La comparación de esta escena con el famoso cuadro que Renoir dedicó al mismo local trece años antes es suficientemente expresiva. El juego fotográfico de enfocar el primer plano y desenfocar el segundo como método de anotación espacial es muy evidente. El perfil de la muchacha de la izquierda demuestra la importancia de Toulouse para el Picasso de las épocas azul y rosa.

 El Moulin de la Galette de  Renoir

Jane Avril saliendo del Moulin Rouge, 1892
Otro ejemplo evidente de la influencia de la estampa japonesa,
tanto en el espacio fragmentado, dispuesto en diagonal,
como en la delicada armonía de azules y amarillos,
con el color aplicado en rápidos toques de gran precisión.

La payasa Cha -U-Kao



El reservado de "Au Rat Mort", 1899
















































































































Jacques Offenbach






          Orphée aux enfers








AUTORRETRATO
(O AUTORRETRETE)