domingo, 4 de marzo de 2012

ESPEJITO, ¿QUIÉN ES LA MÁS "MONA" DE LAS DOS?





LAS   dos GIOCONDAS

LAS dos MONAS


Copia residente en el Museos del Prado.
¿Cómo llegó a España?.
Existen dos hipótesis: a través del escultor Pompeo Leoni, marchante de arte y que compró una gran cantidad de obras de Leonardo da Vinci para traerlas con él a España; o que el cuadro llegara a través de los gobernantes españoles que mantenían relaciones con el milanesado en los siglos XVI y XVII.


La Gioconda del Museo del Prado, después de cinco siglos, ha dejado al descubierto que debajo de las capas oscuras que la cubrían había mucho más que una mera copia de la que se exhibe en el Museo de Louvre. Los secretos ocultos en este óleo, pintado al mismo tiempo que el original de Leonardo Da Vinci, salieron a la luz gracias al estudio técnico realizado a partir de la utilización de una serie de herramientas sofisticadas, como la reflectografía infrarroja, radiografía, fluorescencia inducida con la luz ultravioleta y examen con lupa binocular. Las herramientas que el grupo de investigadores y restauradores del Museo del Prado empleó para el estudio de la composición de esta obra de arte, y cuyos resultados proporcionan pistas a los investigadores sobre los modos de trabajar del artista florentino, ya es común en los grandes museos y archivos museísticos de todo el mundo. El proceso de estudio es minucioso y abarca todos los componentes de la obra, desde su soporte y pigmentos, hasta sus capas pictóricas.
La interpretación de los resultados del estudio pueden tardar meses o años, pero el procedimiento de análisis comienza con un registro fotográfico a gran detalle, con luz visible y ultravioleta, que permite diferenciar las zonas faltantes, las que fueron restauradas y las originales.

Posteriormente, a través de una pequeña toma de muestra, que implica desprender con bisturí menos de dos milímetros de la pieza, se realiza un estudio para saber qué tipos de pigmentos, cargas y aglutinantes están presentes en la obra.
Poco a poco, la obra va revelando sus secretos compositivos e incluso los trazos previos o dibujos preparatorios del autor. La identificación de estos dibujos adyacentes se obtiene con la toma de las imágenes inflarrojas. Éstos revelaron que los bocetos de la copia de Madrid tienen una enorme similitud con los que existen debajo de la pintura de Da Vinci. Que los esbozos que están debajo de la pintura coincidan, significa que la copia fue realizada al mismo tiempo que la original.
Desde el dibujo preparatorio hasta casi los último estadios, el discípulo (se cree que Franceso Melzi), trabajando junto al caballete del maestro, repitió el proceso creativo en todos sus pasos, aunque sin pretender hacer pasar esta obra por la original que se encuentra en el Louvre.

El paisaje toscano en la copia estaba totalmente cubierto de pintura negra, lo que llevaba a pensar que era una obra mal ejecutada, ya que desmerecía a la figura femenina.
Tras la limpieza del fondo negro por parte del prestigioso taller que trabaja en el museo madrileño, la aparición del paisaje toscano y la evidencia de que la retratada aparezca con una mayor juventud y lozanía, ha revolucionado el mundo del arte.
Los trabajos de restauración de la copia revelaron que la pintura negra había sido añadida posteriormente -un siglo después de creada la obra original, que Leonardo pintó entre 1503 y 1505- y que la madera no era nogal, sino roble.
Existen numerosas copias de la Mona Lisa, y la que se conservaba en el Museo del Prado no parecía revelar nada especial.
Lo que se habría descubierto ahora es que se trata de una copia del trabajo de Da Vinci, realizada al mismo tiempo que la obra del maestro.

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El museo parisino pidió hace dos años al del Prado que estudiase la copia con vistas a la exposición que el Louvre prepara sobre la "Santa Ana" de Leonardo Da Vinci, del 29 de marzo al 25 de junio.
Un exposición con la que el museo del Louvre de París rinde homenaje a toda la obra del polifacético artista florentino y en especial, al óleo "La Virgen, el Niño Jesús y Santa Ana", recientemente restaurado.

A ver cómo se toman los franceses la llegada al Louvre de la nuestra y su protagonismo.


La Gioconda (copia).
 Óleo sobre tabla de nogal, 76,3 x 57cm, 18mm de grosor.



El que en la copia aparezca más joven, no significa nada y puede deberse a una falta de pericia por parte del discípulo con respecto al maestro.
Los discípulos del genio florentino eran magníficos copistas, pero todas esas evidencias a las que se aluden son subjetivas, porque las personas que han hablado en los medios de comunicación, en vez de ver las diferencias evidentes, ven similitudes extremas.

Fijándose con atención entre ambas obras, se ve la frontera que hay entre un magnífico pintor, el discípulo y un genio, Leonardo Da Vinci. Se trata de diferencias sutiles, pero notables, y que demuestran que pudo haber sido realizada por alguno de los pintores que estaban cerca del maestro.

El primer punto más importante y que demuestra la diferencia de calidad entre ambas obras, se centra en el diseño de la frente; la curvatura de la obra de Leonardo es coherente al volumen de la figura, mientras que en la copia esta línea está recta, aunque en un momento se inclina.

Otro punto importante se basa en la forma del pliego derecho de la tela que lleva en el hombro desde la posición del espectador; este pliego, en la obra del discípulo aparece en un tono claro, pero en la del maestro es muy sutil, ya que ese lado de la pintura es una sombra continuada. Ese toque blanco y más claro de la copia evita el protagonismo del rostro, lo que demuestra que el discípulo era un buen pintor, pero no un genio.
La utilización del esfumato es otro elemento importante. El esfumato lo utiliza Leonardo como una neblina que envuelve toda la imagen para crear perfiles más diluidos que fusionan la imagen con el espacio, algo que tampoco utiliza la copia.

Las manos del personaje también evidencian diferencias ya que las del original están en una semipenumbra, son unas manos que se sacrifican para dar protagonismo al rostro y al pecho, pero en la copia son muy evidentes y están compitiendo con el rostro. Algo parecido ocurre con las cejas, que en el caso de la obra original son casi imperceptibles, mientras que en la copia están muy marcadas y delineadas.

Matías Díaz Padrón (exconservador jefe de pintura flamenca del Museo del Prado).

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LEONARDO DI SER PIERO DA VINCI
1452-1519
Nace en un pueblo de la Toscana italiana. Hijo ilegítimo de un notario y una sirvienta, Catarina Vacca.
A los 14 años entra en el afamado taller del pintor florentino Andrea Verrochio donde convive con Sandro Botticelli y Perugino, allí aprende gran parte de los secretos pictóricos para ejecutar un cuadro.
Estudia matemáticas, geometría, perspectiva y todas las ciencias de la observación del medio natural, se inicia también en la arquitectura y escultura. También experimentó de una forma sorprendente en zoología, cartografía, anatomía, botánica, música (él tocaba la lira), etc. Muchos de sus proyectos se han dado a conocer en forma de apuntes y dibujos, pero muchos quedaron sin materializar y han pasado a la historia como grandes ideas, diferentes códigos, planos de fortificaciones y multitud de inventos, son ejemplos de su genialidad.
¿Qué más se puede decir de este hombre? Es sabido que tenía la muy rara cualidad de abordar con talento todas las disciplinas. Fue pintor, ingeniero, inventor, matemático, astrónomo, filósofo y hasta cocinero.
Estudió sin cansancio todos los fenómenos naturales, la perspectiva, la geometría, anatomía y, en general, todas las ciencias de la observación; buscó respuestas a todas las preguntas imaginables.
Leonardo Da Vinci fue un humanista renacentista, poseedor de una mente prodigiosa, un luchador incansable en la búsqueda de la verdad, de los secretos de la vida y sus misterios.


LA SONRISA CRAQUELADA DE LA GIOCONDA


 








Leonardo retuvo consigo el retrato hasta su muerte.
Se estima que fueron cuatro años los que estuvo trabajando en él,
(las obras maestras requieren dedicación).
Al parecer, el pintor la llevaba consigo adonde fuese a trabajar.
    

Pintada entre 1503-1506, sobre una delgada tabla de madera de álamo muy frágil y no de gran tamaño, mide 77 por 53 centímetros. Leonardo preparó minuciosamente la tabla, con múltiples capas de enlucido. Dibujó el motivo del cuadro y después aplicó el óleo, sabiamente diluido en aceite esencial. Ello le permitió aplicar innumerables capas de pintura en forma de veladuras, con finas pinceladas casi imperceptibles individualmente. Con el esfumato consigue un difuminado de los contornos de la figura, jugando con luces y sombras que dotan al personaje de relieve y de misterio. La figura adquiere una humana vitalidad, con una inefable expresión en el rostro, que parece observarnos. Las manos parecen dotadas de movimiento. El paisaje se pierde en la lejanía. El esfumato, de la mano de Da Vinci permite una ejecución perfecta de las carnaduras, gracias al refinado tratamiento de la figura, que está sumida en un claroscuro ambiental.

Mientras Leonardo pintaba a su modelo siempre había alguien cantando, tocando música o contándole una historia, quizá de esa manera consiguió la expresión placentera en su rostro.

La combinación de la "perspectiva aérea" y de la técnica del "sfumatto" consiguen una estupenda sensación tridimensional y de profundidad (posiblemente inventó el 3D). Los críticos de arte coinciden en afirmar que lo mejor del cuadro son las manos y por supuesto la enigmática sonrisa sobre la que Margaret Livingstone, experta en percepción visual dice: "una ilusión que aparece y desaparece debido a la peculiar manera en que el ojo humano procesa las imágenes". La experta opina que debido al funcionamiento del ojo humano si se mira directamente a la boca la sonrisa desaparece, mientras que si se mira a los ojos u otra parte del cuadro la sonrisa vuelve a aparecer en el rostro de la Gioconda.

Sobre la boca de la Mona Lisa, J.E. Borkowski comenta que el rictus bucal es como el de las personas que han perdido sus incisivos o que padecen bruxismo, un hábito que lleva a rechinar los dientes por estrés o durante el sueño.

No deja de llamar la atención la opinión de un profesor de Yale, según él la sonrisa es debido a que la dama está embarazada. Llega a esta conclusión tras analizar la forma de la cara, los dedos hinchados y el gesto de las manos sobre el vientre (muy típico de las embarazadas).

Según la publicación británica New Scientist y en base a los estudios de la Universidad de Amsterdan la sonrisa de la Mona Lisa esta compuesta de las siguientes emociones:
  • 83% se debe a la felicidad
  • 9% es sentimiento de disgusto
  • 6% de miedo
  • 2% de enojo

El estudio está basado en el análisis de la expresión por un programa informático (diseñado por la Universidad de Illinois) que evalúa emociones interpretando los gestos de la cara

No hay prueba fidedigna de la identidad real de la dama representada. Las vicisitudes del cuadro a lo largo de la historia, son más propias de una novela policiaca que de una obra de arte.

En 1911 fue robada por un pintor italiano, Vicenzo Peruggia, con el fin de devolverla a su país de origen. Finalmente el cuadro fue recuperado tras pasar dos años debajo de la cama de Peruggia en una pensión de París. 
El cuadro no sólo ha sido robado, sino que también ha sido rociado con ácido y golpeado con una piedra arrojada por un hombre en el propio Louvre.        
Es con diferencia la pintura más visitada del museo del Louvre.

En 2005 fue instalada tras una vitrina antibalas en una sala especial donde está protegida del calor, la humedad y el vandalismo. El traslado y acondicionamiento tuvo un coste de 6 millones de dólares que corrieron a cargo de la misma cadena televisiva japonesa que patrocinó la restauración de la Capilla Sixtina.

Es el cuadro más conocido del mundo y recreado por todos los medio, incluso por artistas tan diversos como Dalí, Botero, Andy Warhol...

y hasta cantada:

NAT KING COLE
MONA LISA









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