miércoles, 18 de febrero de 2015

CINE Y PINTURA

New York Movie (1939) Edward Hopper



¿Qué es el cine?




 
Para entender el cine lo mejor que puede hacerse es leer “El manifiesto de las siete artes” del italiano Riccioto Canudo. La colección azul de Cátedra lo editó dentro de una antología titulada Textos y manifiestos del cine.

¿Qué dice, en pocas palabras, el manifiesto mencionado? ¿Qué es el cine? ¿Podemos definirlo en esta era que le huye a las definiciones, que las relativiza todas? Por lo menos podemos decir, con El manifiesto, que el cine es el séptimo arte. Sí, es el lugar común de la definición, pero va a esto: el hombre, en su instinto de no dejar escapar el mundo, finge la realidad de dos maneras: temporal y espacial

Las artes espaciales (arquitectura, pintura, escultura) contienen u ocupan las tres dimensiones que conocemos. Las temporales (danza, música, literatura) pretenden registrar, modificar, iluminar el paso del tiempo. 

El cine finge la realidad de ambas maneras. Sintetiza los dos tipos de artes. Reúne a la arquitectura, a la pintura, a la escultura, a la danza, a la música, a la literatura en una sola pantalla que ocurre en el tiempo. Canudo hablaba, por eso, de un séptimo arte. Cuando él lo decía sonaba menos tonto que ahora. Él lo decía por primera vez. Estaba fascinado con el nuevo invento, una máquina llamada cámara que durante muchos años (el manifiesto aparece en 1914, casi veinte años después de la famosa primera proyección organizada por la familia Lumiére), durante mucho tiempo fue vista como un instrumento de laboratorio, una ayuda para el necesitado mundo de la ciencia.


Quería, Canudo, hacer caer en cuenta a los hombres de ese nuevo siglo, el siglo pasado, que todo estaba cambiando. Que el planeta, en un par de años, sería otro planeta por cuenta de ese arte que ponía en juego todos los sentidos, y, de paso, reunía a la gente alrededor de una nueva fe: la fe en el movimiento. 
Gregorio Sánchez










La pintura es un catálogo histórico, una puerta hacia la inspiración que ayuda y ha ayudado al cine a recrear momentos o personajes trascendentales para el hombre. Y en esta dirección, muchos son los cineastas que han tenido en cuenta la pintura o a pintores a la hora de realizar algunas de sus obras.

A veces, las películas estaban inspiradas completamente en composiciones pictóricas de grandes maestros de la pintura, como si de cuadros vivientes (tableaux vivants) se trataran.

Esto es lo que hace Luchino Visconti, que durante un tiempo pareció interesarse por la historia de Italia con películas como Senso (1954) o El Gatopardo (1963). Se inspiró en la manera de pintar de los artistas italianos de mediados del siglo XIX como Giovanni Boldini, Francesco Hayez, Giovanni Fattori, Silvestre Lega, Cristiano Banti o Telémaco Signorini, para ambientar los planos generales de influencia histórica que sirven de escenario a sus elaborados melodramas, para recrear vestuarios de época o incluso añadir metáforas a través de la pintura diegética.

Pier Paolo Pasolini era un apasionado de la expresión figurativa, usaba las pinturas religiosas italianas medievales de Giotto, Pontormo, Masaccio, Piero della Francesca, y del renacimiento pinturas de Caravaggio, El Greco o Velázquez, para sus películas. El evangelio según San Mateo (1964) y el cortometraje La Ricotta (1963), son algunos ejemplos.

El revolucionario director francés Jean-Luc Godard se sirve de la pintura para destacar los poderes del cine en muchas de sus obras, donde sobresale Pasión (1982). Esta película está repleta de referencias pictóricas clásicas de grandes maestros como Goya, Ingres, Rembrandt o Delacroix.
Domingo de Carnaval (1945) de Edgar Neville, Stanley Kubrick con su película Barry Lyndon (1975), e incluso James Cameron en su película Avatar (2009), utilizan la pintura como arte de inspiración. 

Nicolás Gómez
cinercia.es


Música: George Gershwin
Letra: Ira Gershwin




"I Got Rhythm" se ha convertido en un estándar de jazz. Su progresión de acordes, conocida como "rhythm changes", es la base para otras muchas composiciones de jazz, como el tema de Charlie Parker y Dizzy Gillespie, Anthropology (Thrivin' From a Riff).

La canción se compuso para el musical Girl Crazy, que también incluía otros temas que se convirtieron en estándares, como "Embraceable You" o "But Not For Me", y ha sido interpretada por un gran número de artistas de jazz. Fue escrita originalmente como una canción en tempo lento para Treasure Girl (1928) y más tarde incorporada a Girl Crazy.  La canción se convirtió en parte importante de la banda sonora de la película musical "Un americano en París", interpretada por Gene Kelly, que la bailaba además en claqué.





"Todo nos conduce de manera inevitable hacia un final  apoteósico. Uno de los homenajes definitivos que el cine le ha hecho a la pintura, la danza y la música en general: «con la apoyatura sonora de Gershwin, los lienzos de Van Gogh suceden a los de Renoir, y los de Toulouse-Lautrec a los de Rousseau, en un endiablado torbellino de formas, sonidos, actitudes, luces, volúmenes y manchas de color. Los escenarios –asombrosamente cambiantes– se llenan y vacían de un pueblo festivo y vital, un pueblo de soldados y bailarines, de hombres que transitan casi mecánicamente por la Plaza de la Concordia de Dufy, se alegran con el exotismo luminoso del “Zoo” de Rousseau, o se impregnan del lirismo sosegado y umbroso del “Muelle de las Flores” de Renoir. Penetramos el encanto viejo del Montmartre de Utrillo, en tanto que el guignol tiene un fugaz recuerdo para los clowns de Rouault y la fachada de la Opera se ilumina, de noche, mientras surcan el cielo las retorcidas quimeras de Van Gogh. El “Moulin Rouge” de Toulouse-Lautrec descubre la espesa voluptuosidad de sus entrañas para que Gene Kelly se transforme en un frenético Valentin le Desosé, ante la mirada vigilante de Aristides Bruant" 

Joan Munsó Cabús (1997): El cine musical de Hollywood, Vol. II (1945-1997). Ediciones Film Ideal.










"La imagen pintada transforma lo ausente –porque sucedió lejos o hace mucho tiempo- en presente. La imagen pintada trae aquello que describe el aquí y ahora. Colecciona el mundo y lo trae a casa. Por ejemplo, Turner cruza los Alpes y trae consigo una imagen de la imponencia de la naturaleza. La pintura colecciona el mundo y lo trae a casa y solo puede hacerlo porque sus imágenes son estáticas e inmutables.



En el cine, en cambio, las imágenes están en movimiento. El cine nos transporta desde el lugar en que estamos hasta la escena de la acción. La pintura nos trae a casa. El cine nos lleva a otra parte". 



Cada vez que decimos adiós
John Berger


Cine y pintura conforman una entrañable relación, una viaje de ida y vuelta constante, donde el cine ha buscando su inspiración en el lenguaje pictórico, tanto en la forma como en el color. El estudio de esta relación tan entrañable e imprescindible es lo que propone el profesor Rafael Cerrato en este excelente trabajo de investigación y análisis que es “Cine y pintura”. Desde que el cine es cine, es decir cuando los hermanos Lumière dieron vida a las primeras imágenes cinematográficas, en las postrimerías del siglo XIX, se puso en evidencia la íntima relación entre la pintura y el naciente arte.

Una relación que Rafael Cerrato trata en este trabajo con el doble conocimiento del entendido en artes plásticas y el entendido en cine. Tal como escribe el autor en la introducción “este libro pretende hacer su aportación en el esclarecimiento del crucial influjo que la pintura ha ejercido sobre el cine desde su epifanía”, algo que consigue Rafael Cerrato de forma magistral a través de una primera parte en la que comenta y resume las investigaciones más interesantes llevadas hasta la fecha sobre el tema, y que bajo el título de “Teoría y praxis: Relación cine-pintura”, disecciona en tres apartados, los antecedentes con mención de los primeros investigadores que desde la década de los veinte empezaron a estudiar la relación entre ambos medios de expresión para, tras pasar a las teorías actuales, con directas referencias a dos cineastas españoles como José Luis Borau y Víctor Erice, poner el ejemplo de Los Nibelungos, que Fritz Lang dirigió en 1924, donde quedan de relieve las muchas influencias pictóricas que hay en la película.




La segunda parte, de indudable interés para los cinéfilos españoles, está dedicada a “La relación cine-pintura en la cinematografía española”, con una relación de las películas españolas que, de una forma u otra, han estado influidas por la pintura. Un listado imprescindible para entender y profundizar en esta relación entre la pintura y el cine español, al que sigue, como no podía ser de otra manera, un apartado dedicado a “La imagen de Goya en el cine de ficción español”, quizás el pintor español que más ha influido entre nuestros cineastas.




El brillante trabajo de Rafael Cerrato se cierra con un estudio en profundidad sobre “Un caso especial: El cine de Víctor Erice”, el cineasta español que mejor ha sabido captar la poética de la pintura en su cine. Un trabajo que complacerá tanto a los cinéfilos como a los amantes de las artes plásticas porque Rafael Cerrato ha investigado a fondo un fundamental aspecto del cine muy poco tratado por los historiadores y ensayistas españoles.







Coincidencias, inspiraciones y homenajes. 
(Una pequeña muestra)












































En su búsqueda insaciable de historias, el cine ha encontrado en los grandes genios de la pintura una auténtica mina. El Hollywood clásico de los años 50 plasmó, precisamente, la vida de dos de los más populares exponentes del arquetipo de genio loco: Henri Toulouse-Lautrec y Vincent Van Gogh.

John Huston dirigió en 1952 "Moulin Rouge" y Vincente Minelli, en 1956, "El loco del pelo rojo", dos melodramas con interpretaciones estelares de sus protagonistas. En uno se lucía José Ferrer, por su interpretación de Toulouse-Lautrec. En el otro Kirk Douglas, por la de Van Gogh.

Desde la independencia del cine de autor se ha homenajeado a grandes genios de los pinceles. Es el caso de "Pollock, la vida de un creador" (2000), proyecto personal del actor Ed Harris que debutaba en la dirección para llevarlo a cabo. El mismo Harris interpreta el papel de Pollock, el artista más influyente de su generación y una de las figuras centrales de la cultura americana.
Otro ejemplo es "El amor es el demonio" (1998), película sobre Francis Bacon a cargo del cineasta experimental británico John Maybury.

En los últimos años en el afán por conseguir un mejor “cine de pintores” se ha querido unir la calidad del cine independiente y la accesibilidad del cine comercial. Es así como se han estrenado, con gran éxito de público, títulos como "Frida" (Julie Taymor, 2002), o la adaptación del best-seller "La joven de la perla" de Peter Webber en 2003. 

Pero una de las más recientes es "Klimt" (2006), protagonizada por John Malkovitch. Exhibida en poquísimos cines, retrata las andanzas del artista austríaco Gustav Klimt, cuyos suntuosos y eróticos cuadros marcaron el estilo Art Nouveau de finales del siglo XIX y principios del XX.

La vida atormentada y el deslumbrante mundo pictórico de "El Greco" (Iannis Smaragdis, 2007), es el argumento de una película. largometraje, protagonizado por Juan Diego Botto y el británico Nick Ashdon, se basa en la vida del pintor Doménikos Theotokópoulos, universalmente conocido como El Greco (1541-1614), y es la primera coproducción cinematográfica hispano-griega. La película está basada en una novela de Dimitris Siatopoulos, e incurre en múltiples errores históricos tanto sobre la biografía del artista y otras cuestiones de la época. 

Más películas sobre pintores:

Rembrandt (Alexander Korda, 1936)
Caravaggio, el pintor maldito (Goffredo Alessandrini, 1941)
The Moon and Sixpence  (Albert Lewin, 1942) -Paul Gauguin- 
Utamaro y sus cinco mujeres (Kenji Mizoguchi, 1946)
El misterio Picasso (Henri-Georges Clouzot, 1955)
Los amantes de Montparnase (Jacques Becker, 1957) -Amadeo Modigliani-
El tormento y el éxtasis (Carol Reed, 1965) -Miguel Ángel-
El Greco (Luciano Salce, 1966)
Historia de una soledad (Nino Quevedo, 1970) -Francisco de Goya y Lucientes-
Gauguin, el salvaje (Fielder Cook 1980)
Frida, naturaleza viva (Paul Leduc, 1983)
Goya (Serie TVE) (José Ramón Larraz, 1985)
Caravaggio (Derek Jarman, 1986)
La pasion de Camille Claudel (Bruno Nuytten, 1988)
Vincent y Theo (Robert Altman, 1990) Vincent van Gogh
Dalí (Antoni Ribas, 1990)
Van Gogh (Maurice Pialat, 1991)
El sol del membrillo (Víctor Erice, 1992) -Antonio López-
Carrington (Christopher Hampton, 1995) -Dora Carrinton-
Basquiat (Julian Schnabel, 1996) -Jean-Michel Basquiat-
Sobrevivir a Picasso (James Ivory) 1996
Toulouse-Lautrec (Robert Planchon, 1998)
Goya en Burdeos (Carlos Saura, 1999)
Modigliani (Mick Davis, 2004)
La Ronda de noche  (Peter Greenaway, 2007) -Rembrandt Harmenszoon van Rijn- 
Mr. Turner (Mike Leigh, 2014) -Joseph Mallord William Turner-  



Los sueños de Akira Kurosawa (Akira Kurosawa, 1990)
Yo disparé a Andy Warhol (Mary Harron, 1996)
Volavérunt (Bigas Luna, 1999)
Los fantasmas de Goya (Milos Forman, 2006)

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Eleanor Rigby fue escrita principalmente por Paul McCartney pero acreditada a Lennon/McCartney. Con un doble cuarteto de cuerdas orquestado por George Martin y la llamativa letra sobre la soledad, la canción hizo continuar la transformación del grupo, principalmente en el Pop, haciendo ver una banda de estudio más seria y experimental.

El sello distintivo de Martin aparece en muchas canciones de los Beatles, sus arreglos musicales en Eleanor Rigby estuvieron influenciados por la música que compuso Bernard Herrmann para la película Psicosis de Alfred Hitchcock.








viernes, 6 de febrero de 2015

VIAJE A MESOPOTAMIA - ESCRITURA (DOS)


Desde hace miles de años existen numerosos procedimientos para la transmisión de mensajes, ya sea a través de dibujos, de signos o de imágenes. Sin embargo, la escritura como tal no existió hasta el momento en que se pudo constituir un cuerpo organizado de signos o símbolos por medio del cual sus usuarios pudieran materializar y fijar con claridad todo lo que pensaban o sentían.
Tal sistema no fue tarea de un día. La historia de la escritura es una larga y compleja historia, una historia que se confunde con la del ser humano




La sedentarización humana hizo necesaria la utilización de algún sistema para que quedasen grabadas permanentemente situaciones diarias que debían preservarse. Tal como ha revelado la arqueología, la aparición de la escritura estuvo unida a pragmáticas razones administrativas derivadas de la necesidad de registrar transacciones y propiedades (cantidades de grano, cabezas de ganado, jarras de aceite, etc.) y, por supuesto, establecer las obligaciones tributarias que aquellos primeros pobladores urbanos debían realizar para satisfacer al erario público.


asiento contable sumerio



Cat Stevens - The Beloved






Todo comenzó en Mesopotamia, esa región del Oriente Medio comprendida entre los ríos Tigris y Éufrates que se extiende desde el golfo Pérsico hasta Bagdad (la actual capital de Irak).

Mesopotamia, por ser una zona de fácil acceso desde África, Asia y Europa, se convirtió en un lugar de paso y establecimiento de muchos pueblos.

Mientras que Egipto disfrutó de aislamiento y seguridad durante siglos, en Mesopotamia se produjeron incursiones de pueblos y se sucedió una dominación tras otra.


Dentro de Mesopotamía hay que distinguir dos zonas con diferencias históricas y geográficas:

Al Sur, la Baja Mesopotamia, llanura cuyas tierras son fértiles gracias a las inundaciones que producen los ríos. En la antigüedad, esta zona fue habitada por varios pueblos. En la zona sur de la Baja Mesopotamia se asentaron los sumerios, y esta región tomó entonces el nombre de Sumer. En la zona media de Mesopotamia se instalaron los acadios y su territorio se llamó Akkad.

Al Norte, la Alta Mesopotamia o Asiria, zona montañosa, con clima muy riguroso y poca vegetación. En esta región vivieron los asirios.

La presencia de los primeros seres humanos en tierras de Mesopotamia (desde luego, en las montañas del norte de Irak, puesto que el valle bajo de los ríos aún no había emergido de las aguas) debe remontarse  a los tiempos de la interglaciación Riss-Würm, es decir, unos 100.000 años; estos primeros pobladores pertenecieron, sin duda, a la especie Homo Sapiens. Durante un largo periodo (hasta unos 6000 años a.C.) desarrollaron la típica vida de cazadores prehistóricos y aparentemente estancados. Pero repentinamente empezó a acelerarse el progreso histórico. En la primera mitad del V milenio aparecieron las primeras ciudades; Jarmo, Hassuna, Halaf.

Paralelamente, la sensibilidad artística humana produjo las primeras manifestaciones de arte con la creación de unas muestras de cerámica pintada. Este periodo de precivilización, jalonado con algunos nombres de ciudades como Eridu, Ur y Uruk (actual Warka), posteriormente surgieron otras ciudades como LagashNippur y Kish, llegó a su apogeo a finales del V milenio, en la época conocida con el nombre de El Obeid. Cinco siglos más tarde aparecieron al sur de Mesopotamia los sumerios.

Cuando llegaron a la Mesopotamia, el sur de esta, que era la zona más fértil, estaba deshabitada porque la gente temía las inundaciones producidas por los ríos. Los sumerios, que conocían diversas técnicas para detenerlas, se asentaron allí y construyeron cui­dadosamente la primera red de canales y acequias, que permitió realizar tareas agrícolas.

Quiénes eran y de dónde procedían son preguntas difíciles de responder, pues las pruebas arqueológicas no son suficientemente claras para establecerlo. Muchos historiadores han optado por la solución fácil de afirmar que fueron ellos los primeros habitantes de la región. En la actualidad parece más exacto señalar que llegaron quizá del Este y se establecieron sobre el fondo de cultura antigua común a todo el Próximo Oriente.

El periodo de su establecimiento es denominado por los arqueólogos época de Uruk. Al final de este periodo de Uruk, hacia el año 2700, empieza la verdadera historia de Sumer con la llamada época protodinástica, que se prolonga hasta 2300 a.C. En este periodo de tiempo, el territorio de Sumer estaba formado por pequeños estados urbanos o ciudades-estado.

Cada ciudad era un estado autónomo, con su propio gobierno; no dependía de un poder mayor regional ni imperial. Su único lazo de unión con el resto de las ciudades-estado sumerias era la cultura: la escritura, las creencias y la len­gua.

Patesi
En los primeros tiempos, la autoridad política de las ciudades sumerias residía en el templo. El gobernante era el sumo sacerdote o patesi, que ejercía el poder como representante de las divinidades.

Posteriormente, con el crecimiento de las ciudades sumerias, la administración se hizo más compleja y se produjo un cambio en las atribuciones del patesi, quien en ade­lante se dedicó exclusivamente al culto. Jefes militares convertidos en príncipes desem­peñaban las funciones de gobierno cuando las ciudades rivalizaban en­tre sí por el control de las áreas agrícolas y las rutas comerciales.

La agricultura era la base de la economía de la Mesopotamia, aunque solo era po­sible con la ayuda del riego artificial. El Tigris y el Éufrates crecen por el deshielo de los montes de Armenia, que se produce entre mayo y septiembre. Como esa crecida inunda grandes territorios, fue necesario, igual que en Egipto, un gran esfuerzo humano para dominar las crecidas. Los sumerios construyeron una red de diques para contener la inundación de los ríos y canales para dirigir el agua hacia las zonas desérticas. De este modo aumentaron la superficie de cultivo y posibilitaron el desarrollo de la vida en la región. Los productos de cultivo más importantes fueron los cereales, como el trigo y la cebada, y los frutos de la palmera, como los dátiles.


La población de la Mesopotamia, igual que en Egipto, estaba obligada a brindar tri­buto a sus reyes. Este se pagaba con productos de la tierra o mediante la realización de determinados trabajos, como las tareas de construcción y mantenimiento de los diques y los canales.


Los sumerios practicaron una religión politeísta con dioses antropomórficos que representaban fuerzas o presencias en el mundo, tal y como lo haría más adelante la civilización griega. En sus creencias establecen que los dioses originalmente crearon a los seres humanos para que estos les sirvieran, pero los liberaron cuando fueron demasiados, porque pensaron que podían llegar a ser dominados por su gran número.

En tiempos de los sumerios, el templo era el núcleo de las actividades económicas: era el centro de la administración de las tierras (allí se entregaban los tributos, se alma­cenaban los granos y los sacerdotes organizaban la realización de obras de riego), el lu­gar de recepción de las caravanas comerciales y donde se reunían los artesanos. En el templo también se llevaban a cabo las ceremonias religiosas y la administración de justicia.

Posteriormente, cuando los príncipes se independizaron del templo y erigieron su pro­pio palacio, este se transformó en el centro de las funciones económicas y políticas.

Mesopotamia carecía de materias primas básicas como la madera, la piedra y los metales; para obtenerlas, sus habitantes se valían del comercio: la madera se traía des­de Fenicia, la piedra desde Elam y los metales, de la meseta de Anatolia. Las transacciones comerciales se hacían mediante el trueque, ya que los mesopotámicos no conocían la moneda. Sí utilizaban elementos como medidas de valor, por ejemplo, lingotes de metal sellados o una cantidad de cereales. El intercambio basado en el trueque se mantuvo hasta la organización del Imperio Persa. Los persas adoptaron la moneda, que fue acuñada por primera por el pueblo lidio, de Asia Menor.

El rey, los funcionarios importantes, los sacerdotes y los jefes militares formaban los sectores dirigentes, integraban un grupo privilegiado, que no pagaba impuestos, no estaba obligado a realizar trabajos agrícolas ni participaba en la construcción de canales y diques.

Los comerciantes llegaron a ocupar un papel destacado en la sociedad, ya que se enriquecieron gracias al intercambio. Como generalmente se encargaban del comercio de larga distancia, recorrían vastos territorios. Trabajaban al servicio del rey o el templo y también en forma particular. Los artesanos elaboraban los objetos necesarios para la vida en  Mesopotamia, incluidos los artísticos. En su mayoría, los artesanos y los comerciantes vivían en las ciudades.

Los agricultores formaban el grupo social más numeroso, ya que la economía estaba basada en la agricultura. En los primeros tiempos solamente trabajaban para el templo sumerio, pero luego pudieron trabajar parcelas propias.

La mayor parte de la población estaba compuesta por agricultores y ganaderos.

El centro social y espiritual de cada uno de estos estados eran el palacio real y el templo, construcciones de ladrillo que se levantaban al pie del zigurat:


la torre piramidal erigida en pisos que unía simbólicamente el mundo divino con el humano.


Zigurat de Ur


Pronto nació la rivalidad entre estas ciudades-estados, en lucha por la hegemonía. Al final de la época protodinástica, todo el país de Sumer, agrupado en torno a Uruk, se hallaba ya bajo el dominio de un monarca único.

Sargón de Akkad
Pero no se llegó a formar un verdadero Imperio hasta la invasión del semita Sargón de Akkad, en el año 2300 a.C., que, procedente del norte del valle de los ríos, impuso su poder sobre los sumerios y extendió su cetro a toda Mesopotamia, llegando por el Este al territorio de Elam y por el Oeste a Siria y Asia Menor. Con Sargón empezó el periodo acadio o primer Imperio mesopotámico, que duró más de dos siglos, al cabo de los cuales una invasión de gutitas, pueblo semibárbaro montañés del Kurdistán, lo aniquiló.

Un siglo después de la invasión de los gutitas hubo un renacimiento de la civilización de Sumer gracias al resurgir político de la ciudad de Ur. Esta es la época de la tercera dinastía de Ur, con la cual la cultura sumeria llegó a ser común en todo el Próximo Oriente. Pero tampoco este renacer llegó a ser duradero. Apenas comenzado el II milenio, nuevas bandas de semitas, los amorreos o amurrus, llegados del desierto sirio-arábigo, pusieron fin a la nueva dinastía sumeria de Ur. Aunque al Sur de Mesopotamia quedaron algunas ciudades sumerias indominadas, como Isin y Larsa, pronto cayeron bajo el poder del rey amorreo Hammurabi, que hacia 1750 a.C. fundó el Imperio semítico de Babilonia. Con el reinado del monarca legislador llegó a su fin la existencia y la historia de Sumer. Pero, aunque la política posterior de aquel territorio tuvo un cariz netamente semita, la civilización sumeria perduró en el país y se prolongó en los Imperios babilónico y asirio hasta los hititas y hebreos.

La lengua sumeria no tuvo parentesco con ninguna otra de su época, no ha habido ningún vocabulario en el mundo que se le pareciera. Era una lengua de tipo aglutinante (como el turco o finlandés), es decir, una palabra consta de una raíz que expresa un concepto y una partícula anexa que le da el significado. También se formaban palabras con dos raíces, lu=hombre, gal=grande, lugal=hombre grande = rey.




En las primeras etapas de la escritura sumeria se utilizaron pictogramas, signos visibles que expresan un significado sin estar convencionalmente asociados con una forma lingüística. Representan esquemáticamente un símbolo, un objeto real o una figura. Un ejemplo de esta etapa la encontramos en la tablilla de Kish.



Según los especialistas, estas primeras inscripciones no son tanto una escritura propiamente dicha, sino unas sencillas "muletas para la memoria" Es decir, son pictogramas en los que cada uno remite al objeto o al ser representado.
Combinando pictogramas se podía llegar incluso a expresar una idea, de ahí que a veces se les haya llamado también ideogramas. Los investigadores han conseguido identificar unos mil quinientos pictogramas "primitivos".

El soporte empleado por los sumerios estaba en estrecha relación con su entorno natural: la arcilla. Por su parte, la técnica se basaba en la impresión, sobre tablillas de esta arcilla y con ayuda de pequeñas cañas que hacían de cálamo o estilo, de los oportunos signos cuneiformes.
Durante el período acadio comenzaron también a utilizarse el metal y la piedra.
Para garantizar su pervivencia, las tablillas eran horneadas y conservadas en rudimentarios registros, precursores, en cierto sentido, de las primeras bibliotecas.

De la combinación y articulación de dichos signos cuneiformes, los sumerios configuraron un sistema de comunicación lo suficientemente expresivo y eficaz como para imponerse social y políticamente.

Con el tiempo, estos dibujos icónicos que implicaban la representación abstracta de una idea o un objeto, se trasladarían al plano fonético dando lugar a una relación signo-sonido que, en última instancia, condujo a un lenguaje completo de expresión.

De esta forma, la escritura cuneiforme y su conversión en lengua hablada se propagó por Oriente Próximo, siendo adoptada por otros pueblos de la región, entre ellos el acadio.

Por ello, cuando se produjo la caída del estado de Uruk, este hecho no significó que las ciudades-estado, al recuperar su autonomía, renunciaran al legado cultural del antiguo País de Sumer. Es más, quinientos años más tarde, al unificarse de nuevo estas ciudades – esta vez, bajo la dominación acadia –, la lengua sumeria, aunque fuese gradualmente reemplazada por la acadia, continuaría existiendo como lengua culta cuyo uso se reservaba para la redacción de textos legales y religiosos.


Con los primeros pictogramas se podían indicar solamente algunas nociones concretas, ciertos objetos, animales, plantas, etc., y seguramente tales signos no tenían nada que ver con su pronunciación. En ese estadio del sistema (nos encontramos hacia el año 3300 a.C.) la relación de los pictogramas con la lengua es por completo contingente: sabemos que pájaro se pronunciaba en sumerio mushen y que el pictograma correspondiente a pájaro era "leído" así por los sumerios, pero nada de este signo sugería esta pronunciación, pudiendo ser pronunciado en otra lengua.

El sistema de los pictogramas sumerios constituye, pues, una escritura de las cosas sin la menor vinculación con ninguna lengua concreta, aunque da testimonio, sin embargo, de la coyuntura de una cultura particular, como es en cierto momento de la cultura sumeria: las tablillas nos ilustran sobre muchos aspectos de la vida cotidiana de aquellas personas que habitaban entre el Tigris y el Éufrates. Pero esta escritura de las cosas resultaba en extremo rudimentaria, pues a duras penas permitía la redacción de textos literarios o de alcance teórico. Tal escritura evolucionaría con el tiempo, tanto en el plano técnico como en el plano funcional.

Los primeros "textos" (a menudo escritos en tablillas de arcilla) se encuentran directamente ligados a la gestión de bienes particulares (inventario de rebaños, contratos...) o la administración del estado (tratados, leyes...)

Al principio, los contables que realizaban las inscripciones utilizaban tablillas de arcilla y trozos de caña cortados en punta para dibujar en ellas. Los sumerios adquirieron el hábito de cortar en bisel estos fragmentos de caña, antepasados de nuestros portaplumas y estilográficas, y hacer con ellos, sobre la arcilla fresca, marcas en forma de cuñas alargadas que recuerdan la de los clavos: de ahí su la denominación de escritura "cuneiforme", del latín cuneus (cuña), con que se trazaban, aunque un antiguo poema sumerio las denomina gag "cuña(s)".

Estas marcas representaban todavía los dibujos primitivos pero ya sin ningún realismo, y con el paso de los siglos aún se distanciaron más de los referentes originales. No hay que creer, sin embargo, que su dibujo se dejaba a la libertad del artista, se han encontrado "repertorios", listas efectuadas por los escribas, especies de diccionarios primitivos.

Cuando se dibuja con un caña afilada en punta ciertas curvas sobre la arcilla fresca, el trazo tiene tendencia a oscilar, sin dejar marcas del todo limpias. Esta sería indudablemente la razón por la que los escribas sumerios probarían poco tiempo después otra técnica diferente en lugar de "dibujar", lo que se intentaba ahora era "imprimir" con la ayuda de una caña acabada en bisel. Al apoyar de este modo el cálamo en la arcilla se podía obtener una huella triangular en forma de cono.

Esta técnica experimentaría con el tiempo diversas variaciones (impresión sobre arcilla por medio de una caña, sobre piedra o metal mediante cincel, pintura sobre tierra cocida...), pero el principio general continuó siendo el mismo. Se utilizaron así puntas verticales, horizontales u oblicuas, al igual que puntas que conservaban su acabado natural. Al mismo tiempo, podía alargarse el trazo dejado por la punta mediante ciertos movimientos de la mano, pudiéndose obtener entonces ocho figuras básicas con las cuales serían compuestos todos los signos cuneiformes.






Cuando en la actualidad se observan los signos cuneiformes con la intención de imitarlos, cuesta imaginarse a los escribas trazándolos a gran velocidad, sirviéndose de rápidos movimientos de muñeca gracias a los que podían cambiar la punta del cálamo,

El sistema contaba en sus comienzos con más de dos mil pictogramas. Según el contexto, cada signo podía poseer varios sentidos. El signo del pie, por ejemplo, podía leerse como "caminar", "permanecer de pie", "transportar", etc.
Más adelante, desde el momento en que los signos no representan otra cosa que a sí mismos, su número disminuye. Su número no pasa ahora de seiscientos, lo que implica un enorme esfuerzo de memoria para aquellos que sabían escribir.

Un progreso decisivo consistió en hacer que los signos se refirieran a los sonidos de la lengua hablada. El sumerio era un lengua de tendencia monosilábica, lo que significa que la mayor parte de las palabras solo estaban compuestas por una sílaba. Ahora bien, la combinación de consonantes y de vocales de una lengua únicamente puede ofrecer un número limitado de sílabas diferentes y, por tanto, de palabras diferentes. En una lengua como el español, es fácil encontrar numerosas palabras de dos y tres sílabas. Pero el sumerio era mayoritariamente monosilábico, por lo que por doquier podían aparecer homofonías (aquellas palabras distintas que se pronuncian de la misma manera) si la lengua no hubiera utilizado otra forma de distinguir entre los diferentes sentidos de tales "homofonías".

En el origen de la escritura verdadera se encuentra pues esta invención notable: el fonetismo. La astucia admirable de los sumerios, al igual que la de los antiguos egipcios, consiguió organizarlo mediante un procedimiento tan simple como un juego de niños: el jeroglífico.





Noa (Achinoam Nini) - Keren Or










EL JEROGLÍFICO, PIEDRA ANGULAR DE LA ESCRITURA


Unos y otros tuvieron la idea de servirse del pictograma para designar no ya el objeto que este representa de modo directo, sino otro objeto cuyo nombre sea fonéticamente vecino del de este. En esta escritura todo sucede como en nuestros modernos jeroglíficos, en los que el dibujo de una cara y una col, por ejemplo, no tratan de designar ni un rostro ni ningún tipo de hortaliza, sino un molusco, el cara-col. 

El pictograma sumerio de la flecha "ti" designaba "la vida" que se pronunciaba igualmente "ti". Esto no es sino un ejemplo, y de los más simples, pues el fonetismo, en su dilatado desarrollo a lo largo del tiempo, llegó a elaboraciones muy complejas. Los escribas debieron introducir, a partir de cierto momento, signos "clasificadores" para que el lector supiera si el signo trazado se refería a un objeto o a un sonido.

Los acadios, antepasados lingüísticos de los árabes y de los hebreros, acabaron por dominar toda Mesopotamia. Hacia el año 2000 a.C. ya no se hablaba en toda la región más que el acadio. La escritura cuneiforme llegó a ser entonces una escritura verdadera, capaz no solo de transcribir la lengua acadia, sino también la antigua lengua sumeria, convertida ahora en lengua sagrada. 

Desde el año 1760 a.C. y tras la caída del imperio asirio, esta escritura iba a convertirse, en la regiones del norte, en la escritura propia del imperio babilónico cuya expansión empezaba a producirse en este momento.

¡Qué lejos iban a quedar ya las tablillas de Uruk!

La escritura, cuyo humilde nacimiento estuvo ligado a simples necesidades contables, pasó a ser, entre los habitantes de Mesopotamia, de unas simples "muletas para la memoria" a un procedimiento que permitía la fijación, en parte, de la lengua hablada. Pero la escritura apareció sobre todo como un nuevo procedimiento....otra forma de comunicación e incluso de pensamiento y expresión.


NUMERACIÓN SUMERIA





Puede decirse que los sumerios, acadios, babilonios y asirios fueron los inventores de la correspondencia, el correo, e incluso los sobres (aunque de arcilla, claro está).
Entre las mil y una aplicaciones notables que la escritura cuneiforme pudo recibir, podemos mencionar la transcripción de los himnos religiosos, las fórmulas adivinatorias, y lo que ya podríamos denominar literatura.


Los antiguos sumerios escribieron La epopeya de Gilgamesh, de la que se han hallado muchos fragmentos, entre ellos el que se conserva en la biblioteca del rey asiriro Assurbanipal (669-627 a.C.) en Nínive. Esta epopeya, que anuncia ya las grandes leyendas de la mitología griega, y en particular las hazañas de Hércules, incluye una extraordinaria evocación del diluvio.






Muchas historias de la religión sumeria aparecen copiadas o adaptadas en los relatos de otras religiones del Medio Oriente, como sucede en la Biblia. Por ejemplo, la narrativa del diluvio universal y el arca de Noé o el relato de la creación del hombre, entre otros.



Diluvio-Prisma-Weld-Blundell
Museo británico
El Prisma de Weld fue escrito en escritura cuneiforme hacia el 2170 a.C. por un escriba que firmaba como Nur-Ninsubur, a finales de la dinastía Isin. El documento ofrece una lista completa de los Reyes de Sumer desde el comienzo, antes del Diluvio, hasta sus propios días, cuando reinaba Sin-Magir, Rey de Isin (1827 a.C – 1817 a.C) incluyendo además y expresamente a los 10 Reyes Longevos que vivieron antes del Diluvio Universal. Se trata de un prisma excelente, de barro cocido, que fue hallado por la expedición Well-Blundell en el año 1922, en Larsa, hogar del cuarto rey antediluviano, Kichunna, unos pocos kilómetros al norte de Ur, y que posteriormente ha sido depositado en el Museo Ashmolean de Oxford. Se cree que el objeto es anterior en más de un siglo a Abraham, y fue encontrado a poca distancia del hogar del patriarca Hebreo. 














El Código de Hammurabi, datado hacia el año 1692 aC, y es uno de los primeros conjuntos de leyes que se han encontrado y uno de los ejemplos mejor conservados de este tipo de documento de la antigua Mesopotamia.

Se presenta como una gran estela de basalto de 2,25 metros de alto. En lo alto hay una escultura que representa a Hammurabi de pie delante del dios del Sol de Mesopotamia, Shamash. Debajo aparecen inscritos, en caracteres cuneiformes acadios, leyes que rigen la vida cotidiana. Fue colocado en el templo de Sippar; igualmente se colocaron varios otros ejemplares a lo largo y ancho del reino. El objeto de esta ley era homogeneizar jurídicamente el reino de Hammurabi. De este modo, dando a todas las partes del reino una cultura común, se podía controlar el todo con mayor facilidad.

Durante las diferentes invasiones de Babilonia, el código fue trasladado hacia el 1200 a.C. a la ciudad de Susa (en Elam), actualmente en el Jusistán (Irán). En esta ciudad fue descubierto por la expedición que dirigió Jacques de Morgan, en diciembre de 1901. Fue llevado a París, Francia, donde Jean-Vincent Scheil tradujo el código íntegro al francés. Posteriormente, el código se puso en exhibición en el Museo del Louvre, en París, donde se encuentra hasta la fecha.

Contenido jurídico

Las leyes del Código de Hammurabi, (numeradas del 1 al 282, aunque faltan los números 13, 66–99 y 110–111) están inscritas en babilonio antiguo y fijan diversas reglas de la vida cotidiana. Norman particularmente:

* la jerarquización de la sociedad: existen tres grupos, los hombres libres, los "muskenu" (quienes se especula podrían ser siervos o subalternos) y los esclavos.
* los precios: los honorarios de los médicos varían según se atienda a un hombre libre o a un esclavo.
* los salarios: varían según la naturaleza de los trabajos realizados.
* la responsabilidad profesional: un arquitecto que haya construido una casa que se desplome sobre sus ocupantes y les haya causado la muerte es condenado a la pena de muerte.
* el funcionamiento judicial: la justicia la imparten los tribunales y se puede apelar al rey; los fallos se deben plasmar por escrito.
* las penas: aparece inscrita toda una escala de penas según los delitos y crímenes cometidos. La base de esta escala es la Ley del Talión.

Se tratan también el robo, la actividad agrícola (o pecuaria), el daño a la propiedad, los derechos de la mujer, los derechos en el matrimonio, los derechos de los menores, los derechos de los esclavos, homicidio, muerte y lesiones. El castigo varía según el tipo de delincuente y de víctima.








Escribir y leer la escritura cuneiforme no era cosa fácil para los antiguos mesopotámicos. Este arte estaba en manos de los que sabían trazar signos, conocían su pronunciación y las diferencias de sentido en función del contexto. Tanto en Babilonia como en Assur y en Asiria, los escribas, maestros de la escritura, constituían una casta aristocrática más poderosa a veces que la de los cortesanos "analfabetos" o incluso que el propio soberano. En las escuelas de escribas se practicaba una disciplina severa, como testimonian numerosos documentos y los "deberes y ejercicios" que han llegado hasta nosotros de los escolares mesopotámicos. Saber escribir y leer ya era entonces un poder, y también un privilegio.

Lo más extraordinario posiblemente en toda la historia de esta primera escritura es que fue capaz de adaptarse a otras lenguas distintas del acadio: el elamita, por ejemplo, lengua del país de Elam, cuya capital era Susa, enclavada en un territorio del actual Irán, adoptó los caracteres cuneiformes. Más sorprendente es aún la asunción por los hititas: este pueblo de Anatolia, la actual Turquía asiática, que conoció entre 1400 y 1200 a.C. una pujante y rica civilización, hablaba una lengua indoeuropea muy diferente del acadio, de origen semítico, y utilizaba pictogramas originales distintos de los sumerios; pese a ello importaron la escritura cuneiforme y supieron adaptarla a su propia lengua.

Lo mismo sucedió con el "viejo persa", ancestro del persa actual: en el imperio persa (aproximadamente el Irán actual), que conoció su época de mayor esplendor hacia el 500 a.C., se utilizó igualmente la escritura cuneiforme.

Así pues, entre el tercer y el primer milenio antes de nuestra era, la escritura cuneiforme, nacida entre el Tigris y el Éufrates, se había extendido hasta Palestina por el sur y hasta Armenia por el norte, donde a su vez se la utilizó para cifrar el cananeo, el urarteo, etc.

Sin la extensión de esta escritura a otras lenguas, los especialistas no habrían sido capaces de descifrar jamás sus misterios. 





Noa (Achinoam Nini) & Mira Awad - We can work it out














MIENTRAS LOS SIGNOS CUNEIFORMES SE EXTIENDEN POR TODA MESOPOTAMIA, OTROS SISTEMAS DE ESCRITURA SURGEN Y SE DESARROLLAN EN EL VECINO EGIPTO Y EN LA LEJANA CHINA...
















                                                                                                                         CONTINUARÁ