domingo, 18 de marzo de 2012

TOULOUSE-LAUTREC


La Buveuse - Portrait de Suzane Valadon
- 1889 -


Henri Toulouse-Lautrec nació en Albi (Mediodía Pirineos), Francia, el 10 de noviembre de 1864, hijo de un matrimonio entre dos primos hermanos de una familia de aristócratas. La endogamia de sus progenitores se convertiría en la causa directa de sus problemas de salud. Cuando tenía cuatro años nació su hermano, que falleció con apenas un año de vida. Como consecuencia de esos desbarajustes, fue un muchacho enfermizo y de constitución ósea muy débil, a pesar de esto tenía una vida feliz, practicaba equitación, cantaba y dibujaba. En 1874 aparecen las primeras manifestaciones de su inestable salud, padeció una enfermedad ósea que cuatro años más tarde acabaría por causarle dos fracturas óseas en los fémures de ambas piernas. Esto interrumpió su desarrollo, por lo que sólo llegaría a alcanzar la altura de 1,52 centímetros. Su madre era muy absorbente y sobreprotectora, Henri creó un vínculo dependiente con ella.

Su padre, el conde, era en cambio un sibarita extravagante al que gustaba organizar reuniones en las que solía disfrazarse para ostentar su lujosa y extravagante colección de atuendos; además era cazador, Henri a causa de su pobre salud no podía seguirle en esos menesteres, a pesar de que lo admiraba. La deformidad fue una fuente constante de infelicidad y amargura para Toulouse y le llevaría al agudo alcoholismo que, finalmente fue la causa de su temprana muerte.
Desde niño muestra interés por el arte, canta, estudia inglés y latín, y demuestra mucha afición por el dibujo, por lo que sus padres le ponen un profesor particular, un pintor animalista (especialmente de caballos) llamado Princeteau, que le aconseja inscribirse en el estudio del pintor académico Léon Bonnat. En ese estudio se ejercita, sobre todo, en la disciplina del dibujo, pero Bonnat clausura sus cursos y Toulouse decide entrar en la academia privada de Cormon en 1883. Allí coincide con algunos pintores de su edad que intentan desarrollar el legado impresionista, sobre todo con Émile Bernard y Vincent van Gogh, del que hace un retrato y con el que traba una gran amistad. 



Un año después, abandona el estudio de Cormon y se instala en la Rue Fontaine, en el mismo edificio en el que trabaja Degas. Aunque su estancia allí será breve, el contacto con la obra de Degas resulta definitivo para la orientación de su obra. Como Degas, prefiere los interiores iluminados con luz artificial a las escenas al aire libre que suelen identificarse con el impresionismo, de él hereda cierta preocupación por la representación del espacio, escogiendo siempre enfoques atípicos, incompatibles con la perspectiva tradicional del Renacimiento.
Quizá por eso, su preocupación por la luz y el color, que tanto interesan a los impresionistas, pasan a un segundo plano, llamándole más atención las figuras, sus expresiones y actitudes.

Además, enlaza con otros intereses artísticos ajenos al impresionismo, su faceta como cartelista, tiene evidentes puntos de contacto con el grafismo modernista. Evidentemente, las demandas del momento, encajan en sus intereses pictóricos.

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  La bailarina Jane Avril, que trabajó en el Moulin Rouge
y en el Jardín de París.
 Toulouse le dedicó varios de sus carteles y pinturas.


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La actriz Yvette Guilbert 
 con sus típicos guantes negros largos.
El artista hizo un álbum entero de litografías sobre ella en 1884.
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La Goulue

La Goulue y Valentín le Désossé, 1895



La Goulue -golosa, por su insaciable apetito- y Valentín le Désossé -el deshuesado, por
su singular agilidad- fueron la pareja estelar del Moulin Rouge, aunque es posible que la
actuación tenga esta vez por marco la barraca que la Goulue abrió en
 la Foire du Trône ese mismo año.
El cuadro incabado, es una buena muestra del papel estructural que desempeña
el dibujo en la pintura de Toulouse.

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Toulouse tenía más espíritu de bohemio que de aristócrata, por lo que empezó a frecuentar cabarets, bares y burdeles de París. Se rodeó de amigos marginales, y se hizo habitual de las casas de citas, donde entraba con su buen humor, cantando canciones patrióticas y golpeando el bastón, ganándose pronto el cariño de las prostitutas, que se enorgullecían de su amigo el pintor y lo malcriaban como a un niño caprichoso.
Comenzó a retratar a bailarinas, clientes, amigos y prostitutas y quedó atrapado por el bajo fondo de la noche bohemia parisina. Alquiló una pequeña habitación en un barrio pobre de artistas.

Sus lugares favoritos incluían al ya famoso Mouline Rouge, y Toulouse los convirtió muy pronto en protagonistas de sus pinturas.
     
Logra captar el movimiento en sus escenas a fuerza de ágiles pinceladas y de concentrar las emociones, con pinceladas fragmentadas y nerviosas, que delatan sus contactos con el incipiente postimpresionismo.
Ridiculizado por la sociedad de su tiempo, encontró consuelo pintando a las artistas de Montmartre.




La payasa Cha-U-Kao, 1895.
La figura aparece fuera de escena, sorprendida mientras se viste en el camerino.
Una gran armonía en azul, rojo y amarillo organiza la composición. La vaporosa estela amarilla, en amplia espiral, da sentido a todo el fragmento espacial.



Chocolat bailando. 1896.
Las miradas del músico y los clientes convergen en Chocolat,
un payaso negro al que Toulouse conoció en el Nouveau Cirque.
El dibujo es muy significativo porque muestra el armazón que subyace
a la construcción del espacio en los cuadros del pintor.
*


Su obra de caracteriza por su espontaneidad, la matización del color y el dibujo ágil y preciso.
La influencia japonesa se manifiesta en las líneas compositivas diagonales, colocando las figuras en diferentes planos para crear sensación de profundidad y el corte repentino de las mismas.
Sigue a Degas en la manifestación de la temática urbana, alejándose de la tendencia paisajística de la época.

La técnica al óleo que utiliza es la mezcla de colores con trementina, con la que obtenía un efecto parecido al de la acuarela. Sus pinceladas eran largas y cruzadas, formando un entramado de líneas finas y gruesas. También utilizó la técnica del pastel que aplicaba sobre el papel marrón de envolver. Su gusto por las tintas planas y los colores claros -que procede de la estampa japonesa-, como su trazo, firme y seguro, se adaptan al grafismo rítmico del modernismo.

Las litografías fueron dibujadas como carteles de propaganda.

En ellas su dibujo se caracterizaba por la tendencia a la caricatura, en las que utilizando muy pocos trazos definía el carácter y personalidad del personaje.




Jardín de París, Jane Avril, 1893.

El arabesco de la línea domina toda la composición.

Nunca se había acercado tanto Toulouse al organicismo decorativo del modernismo

como en ese mástil de contrabajo que se transforma en marco del cartel.

El cabaret Jardín de París lo encargó para promover a la Avril, entonces en los inicios de su carrera.



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 En 1899 sufrió su primer episodio de desarraigo mental a causa de una vida entregada a los vicios, acabó recuperándose de este episodio después de una temporada de tratamiento. Pero fue incapaz de dejar a un lado el alcohol, muriendo de el 9 de septiembre de 1901.
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La principal aportación de la obra de Lautrec
 está en ese punto de tensión entre la voluntad de
hacer la crónica pictórica de un universo determinado
 y la construcción de un lenguaje plástico nuevo.

El motivo había sido reducido a un rango
 meramente anecdótico por los impresionistas
 -no se pintaba propiamente un tema en cuanto tal,
 sino que el conjunto de sensaciones coloreadas
 que producía el ojo-,
 pero está claro que para Toulouse Lautrec
 el concepto de representación es fundamental,
eso sí, radicalmente moderna.

Como en los antiguos maestros, el dibujo es la clave,
 a través de él, Lautrec retrata aceradamente a sus personajes
y asegura la solidez del cuadro, su arquitectura interna.

La diferencia es que para los antiguos
el dibujo es portador de un arquetipo ideal,
 mientras que para Toulouse
 es un instrumento gráfico
que permite una representación realista y, sobre todo,
 la base de un sistema autónomo: el cuadro.

Toulouse-Lautrec se nos muestra así en su verdadera dimensión como uno de los pintores que,
 en el agitado panorama del postimpresionismo,
 intentan reconstruir el edificio de la pintura
desde la conciencia de que el ciclo que se inicia en el Renacimiento, está ya acabado.

)( 




Louis Pascal, 1893
La soberbia precisión del dibujo recorta la silueta elegante, casi sin sombras,
sobre un fondo en el que la puerta abierta introduce un elemento de complejidad espacial.
Pascal, amigo del pintor desde la infancia, se dispone a atravesar la puerta,
sorprendido casualmente como en una instantánea.




En el circo Fernando: la amazona, 1888
El punto de vista muy alto y el espectacular escorzo del caballo
imprimen al espacio la impronta de la carrera circular de la amazona.

En el Moulin de la Galette, 1889.
La comparación de esta escena con el famoso cuadro que Renoir dedicó al mismo local trece años antes es suficientemente expresiva. El juego fotográfico de enfocar el primer plano y desenfocar el segundo como método de anotación espacial es muy evidente. El perfil de la muchacha de la izquierda demuestra la importancia de Toulouse para el Picasso de las épocas azul y rosa.

 El Moulin de la Galette de  Renoir

Jane Avril saliendo del Moulin Rouge, 1892
Otro ejemplo evidente de la influencia de la estampa japonesa,
tanto en el espacio fragmentado, dispuesto en diagonal,
como en la delicada armonía de azules y amarillos,
con el color aplicado en rápidos toques de gran precisión.

La payasa Cha -U-Kao



El reservado de "Au Rat Mort", 1899
















































































































Jacques Offenbach






          Orphée aux enfers








AUTORRETRATO
(O AUTORRETRETE)







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