domingo, 23 de septiembre de 2012

SER O NO SER






 LA MURALLA
Música : QUILAPAYÚN (CHILE)
Letra: NICOLÁS GUILLÉN (CUBA)














FRAGMENTOS DEL LIBRO DE JOSÉ ANTONIO MERINO ABAD:

DON QUIJOTE Y SAN FRANCISCO: DOS LOCOS NECESARIOS

Francisco de Asís fue una persona de carne y hueso, un ser humano concreto e histórico -nació en Asís en 1181 y murió en la misma ciudad en 1226-, pero vivió de tal modo que alcanzó la cima de la ejemplaridad, entrando casi en el rango del mito y convirtiéndose en una categoría universal: el personaje ejemplar de la utopía evangélica.
Hijo de la cultura medieval, encarnó prodigiosamente el espíritu del sermón de la montaña y anticipó todo lo que hay de sugestivo y simpático en el temperamento moderno: la libertad personal, la alegría profunda, el sentido de fraternidad, la camadería universal, el amor a la naturaleza, a las plantas, a los animales, la compasión social, la cortesía con todos, la atención especial a los seres más marginados de la sociedad.
Se le presenta frecuentemente como el gran héroe del humanitarismo, pues amaba a los hombres sin jactancia ni altanería, con profundo sentido cristiano y humano, y no como un filántropo que ama a los antropoides.
No amó a la humanidad en abstracto, como lo hicieron los románticos, sino a los hombres concretos, como se demuestra en su abrazo y beso a lo más repugnante de la humanidad, al leproso.
No era un romántico de lo universal, sino un enamorado y servidor de lo concreto. No habitaba en el mundo imaginario, sino en la sociedad compleja y conflictiva de su tiempo. Un hombre humanista y humorista que vivió con amor y encarnó la perfecta alegría en el mundo gris y opaco de la cotidianidad.

Francisco también fascina y atrae por sus contradicciones, que así nos parecen a nosotros, aunque para él no lo eran. Canta al sol, a la luna y a las estrellas, no obstante, se esconde en oscuras cavernas y en las concavidades húmedas de las rocas; es sumamente cortés y delicado con todas las personas, y trata a su padre con actitudes y tonos poco comprensibles; dice abrasarse en amor  y se apartó de las mujeres; canta al fuego, a los campos y a la tierra, y se revuelca en la nieve, con la que hace una figura de mujer; celebra la vida y canta a la muerte; es un ser consagrado a Dios y se compromete en los problemas sangrantes de la sociedad; es una persona que defiende vigorosamente su libertad y se somete a toda criatura; alegre y lúdico, pero vive en la más espantosa austeridad; como trovador y juglar canta en lengua francesa y, no obstante, crea uno de los primeros cantos de la lengua italiana;  es una especie de centauro humano, pues mitad religioso y mitad laico.

Mientras los personajes mitológicos y los tipos son creaciones geniales de la mente humana, que expresan actitudes y comportamientos característicos del hombre, Francisco de Asís no es una invención mental, sino un hombre concreto y real que ha encarnado prodigiosamente la perfección del hombre utópico y ha hecho realidad las cualidades abstractas de la cortesía, finura, amabilidad, alegría, generosidad, simpatía y camadería cósmica.
Francisco habló un lenguaje que todos pueden comprender: el lenguaje de los hechos, de la sinceridad, de la transparencia, del servicio desinteresado y de la confianza en el otro.
No fue un sociólogo ni teórico de la cuestión social ni del problema de la violencia, sino un cristiano convencido y coherente que llevó su fe viva hasta las entrañas de la realidad social sin comprometerse jamás en política.
Nunca su autonomía y espontaneidad permitirían las consignas de una ideología que hipotecaran su libertad. Quiso ser distinto en la sociedad que vivió, pero no fue un ácrata; inmensamente libre, pero no anárquico; original, no extravagante; sincero, pero no descarado; espontáneo, pero no grosero ni maleducado ni incivil, como lo son no pocos inconformistas que circulan en nuestra sociedad.

La ambigüedad, las contradicciones y las contrariedades de los hombres y de las mujeres se manifiestan de un modo palpable en la convivencia cotidiana. Parece que todos desean la paz, la justicia y la armonía. Sin embargo, la vida de cada día está llena de tensiones, de desarmonías y de injusticias. Todos exigen transparencia, convivencia pacifíca, participación democrática, promoción social y defensa de todos los derechos personales, familiares y sociales, privados y colectivos, íntimos y públicos; sin embargo, las diferencias son irritantes, las oportunidades, desproporcionadas;  los derechos conculcados, y la violencia, una amenaza permanente.
¿Será que el fermento de nuestra masa está viciado por algún virus misterioso? ¿Será que desconocemos las reglas del juego de la convivencia? "¿Cómo puedes considerarte inocente -escribe Kafka-, si ni siquiera conoces las reglas que has violado?". ¿No será una perversión de la voluntad, del sentimiento o de la razón?.
En todas las sociedades, actuales y ancestrales, se ha dado y se da una clara y abierta competitividad en el poder, en el tener y en el saber, que se expresa en rivalidad, agresividad y violencia. Violencia practicada en forma de agresión bestial o en forma culta y de guante de blanco. Pero los espíritus nobles jamás aceptaron esas formas inciviles de convivencia y pusieron los medios a su alcance para transformar la sociedad violenta e injusta en una fraternidad o comunidad vivible, justa y humanizada.


Cervantes no solamente trató de expresar su propia visión de la vida, sino también de curar los males más corrientes de la sociedad. Aquellos problemas de fondo que se pueden afrontar mejor que con una meditación seria con la visión humorística de un personaje desafiante y provocador. Frecuentemente, la provocación irónica y desenfadada es la mejor forma de tomar en serio la realidad y de tratarla con la dignidad que se merece. Sin pretender herir ni descalificar a personas y situaciones sociales, el Quijote presenta el rostro jocoso y risible de la condición humana. No pocos analistas españoles de Cervantes interpretan la obra de este autor como un proceso y una crítica a la sociedad nacional de aquel tiempo. Puede ser, pero la obra cervantina es más profunda y tiene su alcance universal al captar y resaltar la condición humana misma. Por ese motivo ha interesado a tantos destacados pensadores y escritores de distintas naciones y mentalidades. El mensaje cervantino rebosa lo simplemente local para convertirse en universal, porque ha logrado tocar las fibras profundas del ser humano. El Quijote es una visión humorística de la condición humana que ha llegado a convertirse no solo en símbolo, sino también en tipo universal.
 

La vida llena de sufrimientos y de incomprensiones de Cervantes es como la arqueología de su pensamiento, pero no le produjo amargor ni resentimiento; la asumió, la interiorizó y la supo traducir y transmitir en un juego penetrante, sabio, pleno de humor sonriente, amoroso y lúdico. El humorismo cervantino consiste precisamente en esa divertida reacción de lágrimas y de risas frente a situaciones contradictorias y desconcertantes. Si lo cómico puede ser incompatible con el sentimiento profundo, el humor se vincula fuertemente con la compasión, la ternura y la simpatía. El hombre de fino y sabio humor refleja una personalidad bondadosa, tolerante y equilibrada, sin tono hiriente ni sarcasmo destructor. La "risa deriva de un sentimiento de superioridad", decía Baudelaire, o, al menos, de una madurez humana superior.
La obra de humor auténtico tiene la pretensión de recuperar la realidad perdida. En la vida cotidiana, adiestrados por las normas convencionales, el conformismo social, los hábitos rutinarios y la conciencia habituada, hemos perdido de vista y de consideración dimensiones importantes de la misma realidad. Entonces, oportunamente, el sabio humorista golpea nuestra atención para dirigirla a lo que habíamos dejado de ver, de sentir y de apreciar, creando en nosotros una nueva capacidad de pasmo y descubrimiento de aquella realidad perdida, olvidada o desconsiderada.

 JOAN MANUEL SERRAT
ALGO PERSONAL
ÁLBUM: CADA LOCO CON SU TEMA (1983)



probablemente en su pueblo se les recordará
 como a cachorros de buenas personas
 que hurtaban flores para regalar a su mamá
 y daban de comer a las palomas

probablemente que todo eso debe ser verdad
 aunque es más turbio cómo y de qué manera
 llegaron esos individuos a ser lo que son
 ni a quién sirven cuando alzan las banderas

hombres de paja que usan la colonia y el honor
 para ocultar oscuras intenciones
 tienen doble vida, son sicarios del mal
 entre esos tipos y yo hay algo personal

rodeados de protocolo, comitiva y seguridad
 viajan de incógnito en autos blindados
 a sembrar calumnias, a mentir con naturalidad
 a colgar en las escuelas su retrato

se gastan más de lo que tienen en coleccionar
 espías, listas negras y arsenales
 resulta bochornoso verles fanfarronear
 a ver quién es el que la tiene más grande

se arman hasta los dientes en el nombre de la paz
y juegan con cosas que no tienen repuesto
  la culpa es del otro si algo les sale mal
 entre esos tipos y yo hay algo personal

y como quien en la cosa, nada tiene que perder
 pulsan la alarma y rompen las promesas
 y en nombre de quien no tienen el gusto de conocer
 nos ponen la pistola en la cabeza

se agarran de los pelos, pero para no ensuciar
 van a cagar a casa de otra gente
 y experimentan nuevos métodos de masacrar
 sofisticados y a la vez convincentes

no conocen ni a su padre cuando pierden el control
 ni recuerdan que en el mundo hay niños
 nos niegan a todos el pan y la sal
 entre esos tipos y yo hay algo personal

pero, eso sí, los sicarios no pierden ocasión
 de declarar públicamente su empeño
 en propiciar un diálogo de franca distensión
 que les permita hallar un marco previo
que garantice las premisas mínimas
 que contribuyan a crear los resortes
 que impulsen un punto de partida sólido y capaz
 de este a oeste y de sur a norte
donde establecer las bases de un tratado de amistad
 que contribuya a poner los cimientos
 de una plataforma donde edificar
 un hermoso futuro de amor y paz


tienen doble vida, son sicarios del mal
entre esos tipos y yo hay algo personal


*




Antonio Mingote










11 comentarios:

Xibe dijo...

No soy católico, pero Francisco de Asís siempre me ha parecido un personaje fascinante. Un individuo del que no hay dudas sobre su realidad, nacido fuera de su tiempo, con un pensamiento absolutamente revolucionario. Un auténtico bicho raro, vaya.

marian dijo...

Es que no sé yo si él era muy católico tampoco, Xibeliuss, cristiano desde luego que sí.

Sirgatopardo dijo...

Estoy plenamente de acuerdo, y además, ¿cómo sería el mundo sin algo de locura?

Xibe dijo...

Cierto, cierto: cristiano, católico es más dudoso

marian dijo...

Una locura sería, Gato, una locura.

Juan Nadie dijo...

Cristiano, seguro; católico, imposible.

El bueno de Serrat, cuando quiere, lo borda.

marian dijo...

Es que el bueno de Serrat es muy bueno, Charlie,aunque nos repitamos.
Merece la pena conocer la vida de Francisco de Asís.

Juan Nadie dijo...

Hay un libro sobre Cervantes que recomiendo a todo el mundo. Se llama "Cervantes visto por un historiador", de Manuel Fernández Álvarez, uno de nuestros mejores historiadores. Es un tocho de 550 páginas, pero se lee como una novela.
Lo podéis encontrar en el Círculo de Lectores.

Sirgatopardo dijo...

Habrá que buscarlo e ciert formato....

marian dijo...

Esas son buenas recomendaciones, aunque alguno no tendrá que ir al Círculo de Lectores, qué morro.
(Por favor, no le recomiendes ninguno de cocina, es más, que no tenga acceso a ellos).

Sirgatopardo dijo...

De esos compré bastantes, aunque........