domingo, 16 de diciembre de 2012

EL PERFUME





 "EL PERFUME ES LA FORMA MÁS INTENSA DEL RECUERDO.
DEBE SER COMO EL TEMA CENTRAL DEL BOLERO DE RAVEL,
UNA ESPECIE DE OBSESIÓN."

Jean Paul Sartre


minnie riperton
(y su registro de silbido -el registro vocal más agudo de la voz-)

loving you

(primer tema musical, de aroma... dulzón, dulzón, dulzón)







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Fueron los egipcios, pueblo religioso por excelencia, los que unieron perfumes y creencias. A tal fin, dirigieron la obtención de perfumes para su ritual sagrado. Sin embargo, fueron los primeros que los hicieron complemento indispensable del tocado femenino.

Los griegos descubrieron nuevas fragancias a través de sus fabulosas expediciones marítimas. Fue Roma la que además de generalizar su uso, concedió a los perfumes virtudes medicinales.

Los tiempos que sucedieron a la caída del Imperio Romano Occidental representaron un retroceso para el perfume, que los pueblos conocidos como bárbaros no llegaron a asimilar. Solamente bizantinos, persas y árabes, mantuvieron vivo su uso con el invento del alambique y el perfeccionamiento de la destilación.

La historia del perfume se remonta a los albores de la cultura. Concebido para honrar a la divinidad pasó luego a ser usado para disimular los malos olores corporales y para despertar ardientes pasiones. Sufrió la censura, el robo de fórmulas y la traición.

Los perfumes han acompañado desde hace miles de años a hombres y mujeres, tanto en el cuidado personal como en el ámbito social. Desde que alguien cortó una flor o quemó una bolita de incienso en un rústico recipiente, su historia se pierde en la noche de los tiempos. Es en el Paleolítico cuando el ser humano descubre que a través del ahumado de los alimentos por medio de la quema de ciertas maderas y resinas, aquellos conseguían un sabor más atractivo para el paladar.

El origen del perfume se remonta a los principios de la Humanidad cuando el ser humano descubrió que a través del ahumado de los alimentos, por medio de la quema de ciertas maderas o resinas, aquellos conseguían un sabor más atractivo al paladar. Era necesario encontrar las maderas más adecuadas, las resinas más olorosas, para conseguir el mejor objetivo.

Con la llegada del Neolítico y la aparición de los primeros poblados desde el valle del Indo hasta Egipto, la utilidad del "perfume" se diversifica. Ya no será para hacer más atrayentes a los alimentos o como conservante, sino que comenzará a invadir el campo del aseo personal o del atractivo personal, tanto de los vivos como de los muertos.

El perfume se rodeará de un hábito sagrado, como ofrenda a los dioses o para acompañar a los difuntos en el viaje al más allá.
Por los restos arqueológicos, los especialistas deducen que fue la refinada cultura sumeria la primera en desarrollar los ungüentos y perfumes. Los egipcios tomaron las ideas básicas de la elaboración de perfumes y la perfeccionaron.

Las esencias aromáticas más usadas en la antigüedad eran la mirra, el benjuí, el estoraque, el ámbar, el incienso, la resina de terebinto, el gálbano, el ládano y el almizcle. En toda Asia Occidental y en la cuenca del Mediterráneo era generalizado el uso de perfumes tanto en ceremonias religiosas como en el ámbito doméstico.
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Botafumeiro
Catedral de Santiago de Compostela


Todavía hoy persiste la costumbre en el uso de botafumeiros o “echachumos”, se pueden ver en las celebraciones de algunas iglesias o en ocasión de actos religiosos especiales como procesiones. Esta costumbre tiene un doble significado, ya que representa un símbolo de pureza, de la purificación humana y es, al mismo tiempo, un tributo a la divinidad, ya que el tenue humo perfumado subiendo al cielo lleva en sí misma una ofrenda al ser superior que, halagado, concederá su protección.



balsamario


EL EGIPTO FARAÓNICO

El perfume a base de sustancias aromáticas, cobró un papel de primer orden en la vida y muerte de los egipcios. Sus principales aplicaciones fueron a base de fumigaciones y como bálsamos y ungüentos, en especial, en las prácticas de momificación.

En las primeras, lo más fácil fue colocar maderas, especias, frutos o resinas para ser caldeadas o quemadas, y de esta manera dejar escapar sus cualidades odoríferas. Esta práctica se generalizó en los templos, lugares funerarios y domésticos, tanto como medio de purificación espiritual como material del ambiente.

Los ungüentos y aceites perfumados tenían dos finalidades, la cosmética o la medicina, pero el producto para las dos se guardaba en redomas y vasijas, con frecuencia de alabastro, en vasos o en pequeños frascos de cerámica, piedra o alfarería, zoomorfos; en épocas posteriores lo hicieron en frascos de cristal, cántaras con asas, ánforas, vasos y copas profusamente adornados

Con el tiempo, los materiales del ritual se complicaron, dejaron de ser sustancias en estado bruto para dar paso a preparados elaborados. En los jeroglíficos de los templos de Edfú y de la isla de Philae los expertos han extraído recetas para preparar el Kiphi a base de machacar mirra, lentisco, bayas de enebro, granos de alhova, pistacho y chufa. Una vez tamizados, el polvillo conseguido se mezclaba con vino y miel. Estos tipos de perfumes también son mencionados por griegos y romanos, y sabemos que se vendían en los mercados de estos países.

Cuando se abrió la tumba del faraón Tutankamon se hallaron más de tres mil potes con fragancias que todavía conservaban su olor. Por aquellos tiempos las egipcias colgaban de sus cuellos pequeños recipientes de barro con sustancias aromáticas y llegaron a creer que el buen olor no sólo seducía a los hombres, sino que ahuyentaba las enfermedades.

Los perfumes egipcios eran bastante diferentes de lo que hoy en día entendemos como perfumes; los  actuales son líquidos y tienen en su mayoría el alcohol como vehículo. Por el contrario, los egipcios jamás destilaron sus aromas ni utilizaron alcohol como agente, sino que sus perfumes eran en forma de aceites o grasas perfumadas. Aunque de alguna manera ya iban entreviendo las bondades del vino (único alcohol del que disponían) para aligerar los perfumes demasiado fuertes.


En los albores de su Historia, los egipcios simplemente olían las flores y frutas al natural, o quemaban sustancias aromáticas solas, o mezcladas con aceite. Por ejemplo, el incienso y mirra no requieren más tratamiento que el de ser quemados en un pebetero. Pero pronto se animaron a hacer combinaciones con diferentes hierbas, raíces, flores, maderas o semillas aromáticas, y aprendieron a fijar los aromas con otras sustancias.

Como en otros muchos aspectos de la cultura egipcia, nuestros informadores son Plinio (Naturalis Historia), Teofrasto (De Odoribus), Herodoto y Plutarco (De Iside et Osiride). Igualmente merece mención especial Dioscórides y su Materia Médica en la que nos ilustra sobre todas las hierbas y plantas, así como su uso, también trató de revivir los perfumes a partir de las fórmulas antiguas. Por otra parte, al igual que en temas de alimentación y medicina, el romano Apicio, y posteriormente, Próspero Alpini nos sirven de nexo entre la antigüedad y nuestros días, gracias a sus estudios en estas materias.




Es bien conocido por todos la importancia que los antiguos egipcios daban a su aspecto físico. Para ellos eran importantes los vestidos, las pelucas, las joyas, el maquillaje y, cómo no, los ungüentos y los perfumes, que en ocasiones eran más caros y apreciados que el oro o la plata.

Los ungüentos y perfumes les resultaron imprescindibles. No olvidemos que Egipto es un país extremadamente caluroso y seco, las grasas hidrataban y suavizaban su piel. Es más, parece lógico que añadieran elementos aromáticos a estos ungüentos, en parte por placer, y en parte para disimular el olor a rancio que, sin duda, tendrían los aceites y grasas. Así, los perfumes jugaron un importante papel a la hora de mitigar los olores corporales y ambientales derivados del calor.

Desde las primeras dinastías, los perfumes y ungüentos formaron parte del ajuar funerario (recordemos los 7 aceites sagrados) y resultaron indispensables en los ritos de los templos. La calidad y el exotismo de los perfumes egipcios hicieron que fueran conocidos en todo el mundo antiguo.

Sabemos que los egipcios contaban con dioses para casi todos los aspectos de su vida cotidiana y para el Más Allá. En el caso de los perfumes, también tenían sus patrones. El dios que habitualmente se tiene como patrón de los perfumes es Nefertum, dios habitualmente representado como un niño o a un joven surgiendo de una flor de loto, en clara referencia al ciclo solar, puesto que esta flor se abre al amanecer orientado al este y se cierra y desaparece bajo el agua en la oscuridad.




Pero aún tenemos otro dios relacionado con los perfumes, se trata de Shesmu, dios de figura antropomorfa, que a veces aparece como dos halcones que retuercen una red en la prensa. Lleva el título de “Maestro de los Perfumes” en los templos de Edfú y Dendera, por lo que aquí tendríamos al dios de los perfumistas. Quizás este patronazgo se debiera a su cualidad de “prensador”, ya que prensaba los cuerpos de los pecadores para obtener vino que dar a los difuntos y otorgarles fuerza. Por esto también se consideraba dios de las bodegas y del vino, quizá sea esta característica de manejar la prensa lo que le hace dios de todo cuanto se obtiene a través de prensa. Era un dios beneficioso en general, aunque maligno para los pecadores. Su contrapartida femenina es la diosa Shesmetet.


GRECIA

En contacto con el mundo egipcio y el Próximo Oriente, los griegos contribuyeron a aumentar la gama de los productos perfumados y exaltaron su empleo en su vertiente religiosa y profana.

Los poemas homéricos se hallan llenos de ejemplos de utilización de perfumes por los héroes, a imitación de los usados por los dioses olímpicos.

Los griegos creían que los aromas eran un regalo de los dioses y para conservarlos crearon bellos frascos de cerámica, entre los cuales destaca el esbelto y popular lekytos que aún hace las delicias de los turistas y sirve de inspiración a los grandes diseñadores de los emporios del perfume.

Consideraban el perfume como un don de Venus, usaban un aroma diferente para cada parte del cuerpo: menta para los brazos, mejorana para los cabellos, aceite de palma para el pecho, tomillo para las rodillas y aceite de orégano para las piernas y los pies, entre otros.

Se empleaban en el baño, tomado antes y después de los ágapes utilizándose aceites y ungüentos que dejaban la piel tersa y suave.
Los cadáveres eran profusamente perfumados antes de su inhumación, a la que acompañaban el imprescindible frasco de perfume.



ROMA

Los romanos fueron los herederos del mundo griego y extendieron sus dominios más allá de sus confines, logrando la unidad política desde la Península Ibérica hasta el Próximo Oriente. El perfume adquirió pronto un lugar importante en la vida cotidiana de sus gentes en todos los órdenes de la vida.
Se valieron de toda una clase de perfumes, desde los más corrientes a los más exóticos,  procedentes de la India, África y Arabia.

Como una vaporosa nube, los perfumes llegaron a Roma y a Bizancio donde su uso se extendió y alcanzó extremos curiosos. Por ejemplo, las damas romanas, muy higiénicas ellas, hacían que sus esclavas se llenaran la boca de perfume y se los rociaran o escupieran por todo el cuerpo.

Los romanos incorporaron los perfumes a su farmacopea y, frecuentemente, el tratante perfumes fue al mismo tiempo médico o farmacéutico.
Uno de los lugares en donde se hacía mayor uso de los perfumes, fue en las termas, pero también lo hicieron en los abundantes baños domésticos existentes.
En el baño termal o en el gimnasio, se ungían todo el cuerpo; en casa o en la peluquería, la cabeza y sobre todo los cabellos, con lo cual se buscaba el buen olor, la flexibilidad del cabello, y dar el color deseado a la cabellera; se introducían el perfume hasta en la nariz.
Rociaban con perfumes los vestidos, los muebles, los lechos, etc.

Nerón hacía perfumar sus sandalias y según Plinio, había quienes ungían con perfumes hasta las paredes de los cuartos de baño. Durante los banquetes había esclavos que iban perfumando de cuando en cuando los pies de los invitados.  El oesypum era un fuerte desodorante contra el olor de axilas y pies.

La cantidad de recipientes, redomas, vasijas preciosas destinadas a contener perfumes que se conservan en los museos, manifiestan que del Oriente más o menos próximo se recibían grandes partidas de ellos, y de todo tipo y precios.

El material más empleado era el alabastro y el ónix, a los que los antiguos atribuían frescor permanente.
Existían unas cajitas en las que se acomodaban diversos frascos de perfume, se llamaban alabastrothecas, en las que se podían llevar diversos tipos de perfume.

Todos los días salían nuevos perfumes al mercado.
Los perfumes romanos ordinariamente tomaban el nombre de la planta,  flor o substancia de la que procedían, o del unguentarius inventor de la misma. Por ejemplo, el Cosmianum (De Cosme).

Muchos ungüentos exóticos venían de Egipto, así el myrobalanum, el cianomo, el malobathrum, el galbanum, el ladanum...

De Chipre venía el Oenantinum, extraído de la flor silvestre de la vid. De Cirene venía el aceite de rosa. El Sur de Asia Menor, Lidia y Egina, exportaba perfumes de azafrán, de aceite de almendras, de azucenas de Pérgamo, etc.

Corinto extraía aceite de lirios. El mejor ungüento provenía del nardo especial de Laodicea. Atenas tenía el panathenaicum.

Los romanos aprendieron a confeccionar estos ungüentos como la esencia de nardo de Nápoles, los emplastos perfumados de Capua, las esencias de rosa de Preneste.
Los unguentarius se vendían en las "tabernae unguentariae" que reflectaba el llamado unguentarius. Algunos de estos preparados se aplicaban para perfumar y embalsamar los cadáveres.


BIZANCIO Y ÁRABES

Las invasiones germánicas y de otros pueblos, más su propia deriva, terminaron en el siglo V con el Imperio Romano de Occidente, representando un retroceso para la cultura en un sentido global y para la vida cotidiana refinada. Cosméticos y perfumes se resintieron con ello. Solamente el Imperio Romano de Oriente (Bizancio) y los árabes, mantuvieron su uso con profusión.

Bizancio englobó hasta mediados del siglo VII a las ricas provincias de Egipto, Siria y Palestina...
de gran tradición perfumista y en la que los "refinamientos higiénicos" como el baño, tanto por las mujeres como por los hombres, no se perdieron.

Una vez los árabes hubieron constituido un nuevo imperio al compás de la prédica religiosa, se asentaron e iniciaron la organización del mismo. Pero pronto imitaron las costumbres de los países que habían conquistado. Así sucedió en el Próximo Oriente con los perfumes.
Expertos en la Alquimia, en busca de la piedra filosofal que tenía que trasmutar los metales en oro y del elixir de la juventud, cuyas virtudes harían permanecer siempre joven (de la palabra Alquimia se derivaría la de la Química) los árabes también eran aficionados a los perfumes.



Si no lo inventaron, los árabes perfeccionaron el alambique (palabra árabe  que significa "el vaso") y con él las técnicas de destilación conocidas ya por egipcios y griegos desde el siglo IV o III a.C.
Estas se fundan en el principio de la evaporación y luego condensación de los líquidos, apoyada en la capacidad del vapor de agua para arrastrar los aceites esenciales.

Los árabes continuaron el comercio de las especias con Occidente. Sin embargo, mientras en Bagdad o en las ciudades hispano-musulmanas como Córdoba continuaron el uso del refinamiento del baño (en la Córdoba califal, los baños públicos con agua corriente, fueron algo proverbial) en París, que siglos después, sería con toda justicia, la capital del perfume, era un lugar infecto, sin cloacas, cuyas aguas sucias corrían y permanecían en las calles, y en donde sus habitantes habían olvidado el uso del baño del sucedáneo del jabón y de los perfumes.
Hubo que aguardar a las Cruzadas en Tierra Santa para que Occidente, mediante la intervención de algunos cruzados venecianos, más amantes de los placeres que de la fe, reencontrasen el gusto de perfumarse y descubriesen el empleo del jabón.

Fue un árabe llamado Albucaste quien perfeccionó el destilado del alcohol sirviéndose de alambiques para realizar los primeros experimentos con la maceración de las flores; a este proceso le agregó un poco de alcohol, logrando que fuera el gran soporte de las esencias y desarrolló el perfume en forma líquida. Aceites y resinas olorosas diluidas en el alcohol revelaron toda la plenitud de sus cualidades aromáticas, dando así origen a perfumes mucho más finos.
El procedimiento era sencillo y tuvo cientos de imitadores, quienes fueron creando una de las industrias más lucrativas de la historia. Los mercaderes de perfumes iban de posada en posada y de castillo en castillo ofreciendo sus productos a las damas en un recipiente en forma de manzana que se hizo rápidamente popular, pues como se bañaban muy poco, se pasaban un trapito perfumado en las axilas y entre las piernas para oler mejor.

 *

Cuando en el siglo XII amaneció una nueva primavera medieval para la cristiandad, esta redescubrió el placer de los buenos olores, no tanto para la higiene, sino como defensa contra la peste y enfermedades.
A pesar de la condena de la Iglesia Católica sobre el uso de las esencias líquidas para el arreglo personal porque inducía al pecado, la influencia de la sofisticada cultura árabe permitió que este elemento esencial de la coquetería se popularizara en la Europa medieval.

En Europa durante la Edad Media, el uso de perfumes quedó restringido a las clases privilegiadas, que los empleaban como sustituto de la higiene. Utilizaban aromas como el ámbar para ahuyentar los malos olores. También comenzaron a emplearse fragancias para aromatizar los castillos, creando el primer ambientador de la historia.

Parecía que el Renacimiento entraba con buen pie en cuanto a conocimientos higiénicos y médicos, pero pronto en los países católicos de la Contrarreforma y en los puritanos protestantes se tapó el cuerpo, llegando a bañarse (cuando lo hacían) vestidos.
En la corte, cortesanas y reinas rivalizan por las primeras recetas de belleza. Los grandes exploradores empiezan a viajar por otros países y nos traen nuevas materias primas como la vainilla, pimienta, clavo, tabaco...
Los grandes perfumistas de la época se instalan definitivamente en Francia. 

El perfume fue entonces el gran aliado que enmascaraba los malos olores. La profesión de guantero y perfumista se unió, puesto que se pusieron de moda los "guantes perfumados". Cuando se puso de moda que los guantes también estuvieran perfumados, los guanteros se vieron en la necesidad de producir aceites olorosos que no dañaran las telas de sus delicadas confecciones. Por ello cultivaron en sus tierras naranjos, lavanda, jazmines, y sobre todo, rosas: así inventaron la famosa eau de toilette. Quizá el uso más extraño que tuvieron los perfumes es que también se usaron para lavarse los dientes.

En el siglo XVIII el uso del perfume fue creciendo. Se descubrieron nuevos productos de origen animal y la época de la Ilustración y empelucada sociedad del XVIII prefirió los más intensos, necesarios para llegar al último rincón del cuerpo a través de los complicados vestidos y ropa íntima de damas y caballeros de la moda versallesca.

Los perfumes se rodearon también de un atractivo misterio, que brujos y nigromantes de aquella época de la razón que, como tantas veces suele ocurrir (fue tan crédula en toda clase de supersticiones) explotaron.
Pero llegamos al siglo XX, el lujo y el progreso alcanzaron grados insospechados y al tiempo que el perfume entraba en el mundo del arte, lo hacía también en el campo implacable de la competencia comercial.


LOS PRIMEROS PERFUMES FAMOSOS

El primer perfume famoso elaborado con alcohol fue una crema llamada Agua de la Reina de Hungría, que debe su nombre por ser el predilecto de la princesa húngara Isabel, a principios del siglo XIII.

La italiana Catalina de Médici, esposa de Enrique II de Francia y mecenas de Nostradamus, introdujo los perfumes en ese país porque no podía soportar el olor corporal de los galantes cortesanos y cortesanas. Mientras más fuerte era el perfume que usaban los habituales de la corte, más contenta estaba la reina. Catalina, además impuso el corset, el estilo de montar a lo amazona y de paso hizo que los caballeros y damas se bañaran más, aunque no tuvo mucho éxito porque uno de sus descendientes, Enrique IV de Francia no se bañaba ni perfumaba jamás, su esposa y sus amantes se desmayaban y vomitaban por el olor nauseabundo del rey.


El primer perfume elaborado con fines comerciales data del siglo XIV, y se conoció en aquel entonces como Agua de Reina o Agua admirable, nombres que le dio su creador, el químico y comerciante italiano Juan María Farina, quien en 1709 se estableció en Colonia, una ciudad del imperio Prusiano. Años después de su famosa invención, se supo que Farina obtuvo la fórmula de un monje que había vivido muchos años en Oriente.

Precisamente, de todas las fragancias existentes en la actualidad, la más antigua es el "Agua de Colonia 4711", creada en 1796 y considerada a su vez el primer perfume unisex del mundo. Entre los famosos de la historia que lo usaron figura Napoleón I y su amada Josefina de Beauharnais.

Según el novelista Alejandro Dumas (hijo), por esa época todo el mundo se bañaba en perfumes excepto, los filósofos, que preferían diferenciarse por su mal olor, aunque muchos de ellos sucumbieron también en la tentación de usarlos.

El perfume, tal como se conoce en la actualidad, se divide en extractos -el que más perdura en la piel - mientras que el agua de tocador es una versión más suave. La colonia es de olor más delicado y muy refrescante. Los perfumes con aromas de flores tienen ingredientes básicos como el jazmín y la rosa, aunque se produce también con gardenias, violetas, narcisos y lilas, los hay elaborados con fragancias críticas como el limón y la naranja, tanto de sus flores como de sus propios frutos.

Los aromas orientales son los más sensuales y están compuestos por el patchouli y el almizcle; tienen un perfecto equilibrio entre las flores y las especias, e imparten un aire místico.
Hay quienes afirman que saber perfumarse es todo un arte y aconsejan ponerlo en aquellas zonas del cuerpo donde los latidos son más intensos, como por ejemplo, las muñecas, los tobillos, las sienes, los lóbulos de las orejas y el busto, ya que el calor del cuerpo activa su fragancia y la hace más duradera.

Desde el origen hasta nuestros días, la historia del perfume acompaña a la humanidad a través del tiempo. Sirvió en su día de trueque, de protección contra enfermedades, de pociones mágicas y de mensajes amorosos.


EL PERFUME HA SIDO TESTIGO DE CADA ÉPOCA                     
                                        



10 cc
I´m not in love


(segundo tema musical... dulzón, dulzón)








Lo que menos concentración de perfume tiene es lo que llamamos Agua fresca. En francés, Eau fraîche. Su concentración en esencias y aceites es aproximadamente del 3%. Aunque apenas se diferencia con el Agua de colonia (Eau de cologne) que -aunque el porcentaje de concentración es parecido- tiene más alcohol que la anterior.


Con un poco más de concentración (entre el 5 y el 10 %) pasamos al Eau de Toilette. La traducción no se suele utilizar pero para los más curiosos sería Agua de Tocador.
Depués encontramos el Eau de parfum, tiene una concentración entre el 10 y el 15% .
El perfume, es el más concentrado, pues tiene entre un 15 y 40% de esencia aromática.



El Comité Francés del  Perfume mantiene desde el siglo pasado una clasificación, que actualiza rigurosamente, en la que describe las 7 grandes familias de perfumes, divididas en 45 subfamilias. Una pluralidad infinita de aromas, que los perfumistas de ayer y de hoy han combinado en un sinfín de posibilidades:

1.    Los hespérides: se encuentran las primeras aguas de colonia, elaboradas con esencias de limón, naranja, pomelo, mandarina y bergamota.

2.    Los florales: la familia más conocida que agrupa perfumes elaborados con flores de rosa, de violeta, de jazmín, de lila, de muguete, de narciso o de nardo.

3.    Los helechos: no tienen nada que ver con el olor de la planta. Es en una mezcla de notas de lavanda, amaderada, musgo de roble, cumarina.

4.   Los chypres: principalmente basados en combinaciones de pachulí, de ciste-labdanum, de bergamota o de musgo de roble.

5.     Los amaderados: son compuestos por perfumes con notas cálidas, sándalo, pachulí, también con notas secas, como cedro o vetiver.

6.   Los ambarinos u orientales: tienen composiciones vainilladas, empolvadas, animales muy marcadas.

7.    Los cueros: la familia más pequeña, elaborada a partir de esencias de abedul al perfume ahumado, y de tabaco.



Los perfumes se clasifican de acuerdo con su tipo de aroma en varias series:

Rosado, anaranjado, jazmín, balsámico, violeta, alcanforado, nardo, citrina, herbáceo, mentolado, clavel, anisado, almizclado, sándalo, almendro y fruta.

            Según su origen pueden ser:

                     Vegetales, animales y sintéticos.

                                                Y según su volatilidad:

                                                                 Ligeros, consistentes y fijos.

                                                                               Los constituyentes del perfume son:

                                                                                                    El diluyente, el fijador y la esencia.




El diluyente que constituye la mayor parte del perfume sirve para disolver los aromas fuertes de las esencias; el más empleado en la antigüedad era el aceite de oliva, que desleía perfectamente muchas sustancias odoríferas. Actualmente el diluyente más utilizado es el alcohol etílico, que presenta las ventajas de tener solamente un ligero olor y ser incoloro y mejor disolvente que el aceite de oliva. El fijador sirve para atenuar e igualar las velocidades de evaporación de los distintos constituyentes odoríferos, y puede ser inodoro o tener un aroma particular; en este último caso debe utilizarse en proporción a las sustancias olorosas que el perfume contenga.


Entre los distintos fijadores los hay de origen animal (almizcle, ámbar gris, etc.) vegetal (ámbar vegetal, incienso, etc.) y otros obtenidos por procedimientos sintéticos (por ejemplo el diacetato de glicerina). Las esencias o aceites esenciales, que son las sustancias que proporcionan al perfume su nota característica, se obtienen generalmente de las plantas y se preparan por vía sintética; resultan del metabolismo de los vegetales, son muy volátiles y se extraen de las flores u otras partes de la planta.




Chris Isaak
Wicked Game
Álbum: Heart shaped world (1989)

(el tercer tema... dulzón)






LA FIESTA ZODIACAL

ADOLFO DOMÍNGUEZ
(Edición especial para Myrurgia)

CAPRICORNIO


CAPRICORNIO ANTES DE LA FIESTA

A Capricornio no le interesan demasiado las fiestas, pero, si tiene que ir, irá. Su sentido de la responsabilidad no le deja nunca en mal lugar y sabe sacar fuerzas de flaqueza para acudir a actos sociales, aunque no tenga especiales ganas de salir de casa. Y a pesar de que se mueve bien en el mundo de las convenciones sociales, no todo el mundo le interesa.

Capricornio escogerá para la fiesta sus mejores ropas, seguramente las más oscuras, porque no se siente identificado con colores demasiados claros o luminosos. Su gravedad manifiesta necesita tonos y colores apagados, del mismo modo que en el fondo de sus ojos mantiene una oscuridad misteriosa. Un deje de tristeza o de nostalgia brilla en lo más recóndito de sus pupilas, al mismo tiempo que su rostro se caracteriza por un fondo de melancolía que quizá se remonte a la niñez, cuando Capricornio era un niño serio y desconfiado.


Y seguramente, una vez en la fiesta, Capricornio sabrá descubrir nuevos alicientes, porque su alma es profunda y sus intereses altos. Capricornio siempre sabrá encontrar tesoros allí donde los otros solo verán carbón.



LOS PREPARATIVOS DEL HOMBRE CAPRICORNIO

Se vestirá sin fijarse demasiado en su ropa, siempre que esta sea discreta y no llame la atención, por lo que escogerá la protección de los colores más oscuros. Sin embargo, a medida que avance en edad, avanzará también en la búsqueda de las mejores emociones y se irá convirtiendo en un adolescente a medida que peine canas.

Por otra parte, hay que adivinar su vena humorística. Capricornio puede sorprender más de lo que cabría imaginar en un primer momento, porque sus esquemas son abiertos y siempre está dispuesto a seguir construyendo.


Su perfume es sobrio, con un delicado fondo amaderado y seco, y lo dosifica cuidadosamente. Y con paso lento, pero seguro, se encaminará hacia la fiesta. Probablemente le esperan allí muchos más amigos de los que podría imaginar.



LOS PREPARATIVOS DE LA MUJER CAPRICORNIO

Por más que lo intente, no se siente a gusto enfundada en un llamativo vestido de fiesta y su discreción no le permite exhibir escote o joyas. La mujer capricornio no necesita de pasarelas ni escaparates.

Ella se pondrá su agua de colonia de siempre, la más fresca y natural, con una base florida de madreselva, magnolia o violeta. Dejará que sea su expresión más auténtica la que brille en la noche de la fiesta.


No quiere aparentar lo que no es, ni pretende destacar entre todas; ella solo quiere brillar a los ojos de aquellos a los que ama. Y como está segura de sus afectos, emana seguridad y no necesita demostrar quién es ante nadie.


La mujer Capricornio sabe desenmascarar tesoros escondidos y su visión profunda le hace descubrir a los mejores, porque ella sabe ver lo invisible.


LEO ANTE LA FIESTA



*


En el momento de elaborar una lista de invitados, el nombre de los Leo es siempre el primero que acude a la cabeza del anfitrión. ¿Se podría celebrar una fiesta sin ellos? Casi parece que no, porque los Leo son el puro espíritu de la fiesta y disfrutan como nadie en ocasiones como esta, en la que pueden lucirse y brillar con luz propia.

Y, cuanto más importantes sean los preparativos, más ilusión pondrá Leo en su noche de fiesta, porque entiende que el erotismo empieza con una espera. Le gusta ir viviendo cada momento, hasta que llega el instante esperado, porque una fiesta es siempre una oportunidad para pasarlo bien y procurar divertirse, y sin duda nadie como ellos para lograrlo.


Por eso se viste con sus mejores galas y aprovecha para lucir sus joyas más relucientes, que, a diferencia de lo que puedan imaginar otros signos, para Leo son su sonrisa y sus ansias de felicidad. El contacto con los demás invitados le pondrá de buen humor y querrá contagiarles su mejor espíritu, para lo que no dudará en utilizar todos los recursos de su creatividad.




LOS PREPARATIVOS DEL  HOMBRE LEO

Al hombre Leo la idea de ir de fiesta símplemente le entusiasma. Le gusta impactar y, si le parece que la ocasión lo merece, recurrirá a su esmoquin, al que añadirá un detalle personal y atrevido, con el que quiere dar que hablar, como una pajarita estampada.

Dispuesto a ofrecer a su encandilado público la mejor representación de sí mismo, pocas cosas le intimidarán, porque es un hombre de mundo y demuestra una gran seguridad en sí mismo.

No duda en perfumarse intensamente con los aromas más insinuantes y cálidos, y las varoniles notas de almizcle y ámbar de su fragancia sugieren que él es el rey de la noche y que a su alrededor surgirán las propuestas más estimulantes.




LOS PREPARATIVOS DE LA MUJER LEO

Para empezar, la señora Leo dedicará toda la tarde a hacer sus preparativos, disfrutando del placer de soñar con su noche de fiesta como si dispusiera de todo el tiempo del mundo. Contempla su traje de noche, elige los complementos, se prueba unos pendientes. Lo deja todo preparado y se sumerge en un relajante baño de burbujas.

Después, unos toques de su perfume favorito. A la mujer Leo le gustan los perfumes orientales y especiados, de matiz clásico, que resulten muy personales y que le otorguen un halo diferente, casi provocativo.

Su sentido del momento presente es muy importante y le gusta aprovechar la vida como si se le escapara. Y por eso mismo no tiene reparos en lucir con sensualidad sus formas y dar rienda suelta a su vocación teatral, porque sabe que esta noche, una vez más, será la reina y brillará con fulgores desconocidos para los demás.








16 comentarios:

Sirgatopardo dijo...

¡El mítico 4711 que yo regalaba en tiempos a mi madre!
Me gusta tanto el perfume, que me hubiese gustado conocer a Marilyn sólo por el Chanel nº 5 que se ponía por las noches.....

Sirgatopardo dijo...

Por cierto, muy oportuna la cuña publicitaria cara a los regalos navideños, puro marketing y publicidad subliminal.
Te haré caso y regalaré un sombreros.

marian dijo...

Sí, ya, he hecho publicidad a egipcios, griegos, romanos, bizantinos...
(Con lo bien que habías quedado con lo de mamá)

marian dijo...

No te mereces el regalo que te he puesto en el blog.

Sirgatopardo dijo...

Es que pensé que era para el crepuscular....

marian dijo...

Capricornio es la nena.

Juan Nadie dijo...

Una entrada muy completa, como siempre, pero ¿se te ha olvidado citar a Patrick Süskind, o no lo he leído yo todo?

Juan Nadie dijo...

Por cierto, en cuanto al hombre Capricornio, estoy de acuerdo en algunas, adivina cuales.
De todas formas, no os creáis esas patrañas de horóscopos, ¿eh?

marian dijo...

No lo he querido poner, no sé bien por qué; había puesto una frase del libro al principio, pero la quité.

¿Qué quieres que adivine? ¿Lo visible o lo invisible?, no te diré, ni lo uno ni lo otro, hala.

Tú tampoco vayas a creer en ellos, eh¡

marian dijo...

Pero sí aparece un fotograma de la película.

marian dijo...

Por cierto, eres Capricornio total, mal que te pese.

marian dijo...

Y el Gato, Leo, vamos.

marian dijo...

Los he dejao impresionaos.

Sirgatopardo dijo...

A los Leo no nos hace falta ni esmoquin ni perfume, nos perfumamos para nosotros mismos......

marian dijo...

Yo es que de horóscopos no tengo ni idea, era un farol, así que, lo que cuentes de los Leo será verdad...

Sirgatopardo dijo...

Si tú lo dices.....