domingo, 25 de agosto de 2013

ENRIQUE GRANADOS CAMPIÑA




Danzas españolas 
 No. 5 Andaluza


  
(Versión original, interpretada por Granados. No se trata de una grabación en sentido estricto,  sino de la reproducción de un rollo de pianola perforado  a partir de una interpretación de Enrique Granados.)



Enrique Granados nació en Lérida (Cataluña) el 27 de julio de 1867, donde su padre se encontraba destinado en ese momento. Su padre, Calixto Granados, natural de La Habana (Cuba), entonces provincia española, era capitán del ejército de Navarra. Su madre, Elvira Campiña, era natural de Santander (Cantabria). Poco tiempo después de haber nacido Enrique, en 1870, su padre fue nombrado gobernador militar en Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias). Esto hace que el primer entorno de la niñez del futuro maestro, tal y como le gustaba recordar muchos años después, fuese un pequeño huerto de naranjos y limoneros que veía desde la ventana de su casa y el aroma de la flor del azahar. Solía decir de estos primeros años que entonces vivía en un verdadero paraíso. Los Granados residieron allí durante tres años y medio.
En 1874 su padre sufrió un grave accidente al caerse de su caballo, y las complicaciones de salud surgidas a raíz del percance llevaron a la familia a trasladarse nuevamente a la Península, esta vez a Barcelona.

Sus padres percibieron que su hijo reaccionaba de una manera especial al oír música y disfrutaba con ella de una manera inusual para una persona de su edad. Debido a la clara inclinación hacia la música del niño, su padre comentó el hecho a un compañero, el capitán José Junceda, quien se ofreció para darle sus primeras lecciones de solfeo y piano
El chico progresó rápidamente y pronto se hizo patente la necesidad de buscarle un profesor de piano, así como proporcionarle estudios musicales oficiales, pues el pequeño Granados demostraba una vocación innata para la música. 

Felipe Pedrell
Formaba parte Granados de la Escolanía de la Merced y allí el maestro Fco. Xavier Jurnet aceptó darle clases de piano, quien después diría de Granados que había sido el alumno más brillante que había tenido nunca. Pero sus más preclaros maestros fueron Juan Bautista Puyol, entusiasta de sus grandes aptitudes, y Felipe Pedrell, el insigne compositor y tratadista, quien le enseñó armonía y composición.
Jurnet infundió en Granados un entusiasmo nuevo por la música y lo apoyó cuanto pudo en su deseo de superarse, organizando durante esos años varios conciertos ante audiencias importantes que diesen a conocer el talento del pequeño.
Quizá la muerte de su padre (que causó un gran desconsuelo en el pequeño) despertó en él la responsabilidad, al ser uno de los hermanos mayores de la numerosa familia, y le estimuló para dar todo lo que pudiera de sí mismo. Enrique estudiaba hasta diez horas diarias con la ayuda de su madre, repasando una y otra vez todas las piezas que Jurnet le había enseñado. A menudo tocaba para los amigos y conocidos que los visitaban para escuchar al niño prodigio, tal y como le denominaba un joven pianista llamado Picó. Fue este quien habló a su madre de las cualidades que veía en el pequeño Granados y le hizo ver la necesidad imperiosa de ir a visitar el maestro Pujol.

En aquella época Juan Bautista Pujol era considerado el mejor profesor de piano de Barcelona.


Juan Bautista Pujol tocando el piano,
en Fantasía sobre Fausto (1866).
Autor: Mariano Fortuny


Pujol era un compositor brillante conocido por sus arreglos musicales para ópera. Había estudiado en el Conservatorio de París y había escrito un nuevo método para el estudio del piano, el Nuevo Mecanismo del Piano sobre el que, además de Granados, se formaron otros compositores de la época tales como Isaac Albéniz, Carles Vidiella y Joaquim Malats. La contribución de Pujol a la fundación de la llamada Escuela Catalana de Piano ha sido definida como “una contribución al énfasis en la claridad, color y dominio de los secretos de los pedales… un estilo de interpretar que sugiera improvisación, con los encantos añadidos de elaboración y embellecimiento que conlleva”.



Isaac Albéniz
Entre Albéniz, Malats, Vidiella y  Granados se arraigó una profunda amistad y admiración compartidas.

Joaquim Malats
Carles Vidiella
"La Academia Pujol" era la forja de esta escuela catalana para pianistas y allí se presentó un buen día la señora Granados con su hijo para ver al director. Este pidió al joven Granados que tocase alguna pieza. No sabemos qué pieza musical tocó, pero debía hacerlo muy bien, porque no fue necesario insistir más, inmediatamente Pujol accedió a tenerlo como alumno, era el año 1880. Entre ambos nació una total compenetración. Granados aprendió todo y más con una avidez y unas dotes innatas que no pasaron desapercibidas al maestro. Pujol pensó inmediatamente en la presentación del aventajado alumno a uno de los famosos concursos de la Academia para pianistas noveles, una de los hitos para jóvenes revelaciones. Dijo a su pupilo que se aprendiera la Sonata en sol menor de Schumann, para lo cual Granados trabajó en cuerpo y alma, así como una obra encargada por Martínez-Imbert cuya partitura veía por primera vez.
Entre los miembros del jurado estaban Isaac Albéniz y Felipe Pedrell. Parece que aquella fue la primera ocasión en que Granados se encontró con este importante crítico, musicólogo, profesor y compositor. Al año siguiente se convertiría en su discípulo, comenzando con él sus estudios de armonía y composición.. Era el año 1882 y tenía quince años al presentarse al concurso. Como no podía ser de otra manera, le otorgaron el primer premio. Según solía comentar con posterioridad esta Sonata era la primera obra decente que interpretaba.
Enrique Granados
La influencia de Pedrell en la formación musical de Granados fue decisiva a la vez que ambigua. Autodidacta en gran medida, se ha dicho de Pedrell que era incapaz de proporcionar a sus alumnos una base técnica sólida. Una de las críticas más comunes que se hacen a Granados y que puede atribuirse a la influencia de Pedrell es una cierta falta de finura con las formas musicales mayores; influido por Wagner, Pedrell intentó varias veces imitar la grandiosidad wagneriana en trabajos tales como su trilogía operística Els Pirineus, tan vasta como poco exitosa.
De todas maneras se atribuyen a Pedrell méritos tan importantes como el de haber iniciado el “Renacimiento Musical Español” del s. XIX, sobre todo con sus transcripciones de cientos de melodías populares españolas y su deseo de exponer a sus estudiantes a esta rica tradición musical. Conminó a todos ellos a abrazar, cada uno en su estilo, el nacionalismo musical español, como evidencian las definidas personalidades musicales de Granados, Albéniz y Falla. En cualquier caso Granados mostró menos inclinación que su maestro y condiscípulos por estas tendencias, y excepto algunos ejemplos aislados de andalucismo en su obra (las Doce Danzas Españolas o las Seis Piezas Sobre Cantos Populares), el empleo ocasional de melodías tradicionales españolas (Goyescas) o los motivos de danzas catalanas utilizados en su Sardana Op. 37, se mantuvo fiel a los modelos centroeuropeos. A pesar de estas diferencias y de una breve controversia que los enfrentó en 1907, Granados siempre reconoció la gran influencia de su maestro Pedrell, con quien le unió una estrecha amistad durante toda su vida.
Pero Granados tuvo que abandonar sus estudios con Pedrell y ponerse a trabajar como pianista en algunos cafés de Barcelona, para poder ayudar al sustento de su casa (diez personas que estaban con cargo a su madre, entre hijos y nietos).


Danzas españolas
No. 2 Oriental

(Versión original, interpretada por Granados. No se trata de una grabación en sentido estricto,  sino de la reproducción de un rollo de pianola perforado  a partir de una interpretación de Enrique Granados.)



En enero de 1886 Enrique Granados comenzó a tocar el piano cinco horas diarias en el Café de las Delicias (que fue rebautizado más tarde con el nombre de Lion d'Or, era considerado como uno de los mejores de Barcelona), entreteniendo a los clientes, cosa que era corriente en los locales elegantes de la ciudad. Fue descrito en su grandeza al detalle por Narcís Oller en su novela La Bogería, aunque para la época en la que Granados entró a trabajar ya se había degradado y pasado de moda considerablemente. El gusto de los dueños parecía centrarse casi exclusivamente en torno a refritos operísticos recargados de efectos y florituras varias, que el joven Granados se veía incapaz de producir y a menudo de interpretar. Por estos escrúpulos artísticos o por otras razones perdió pronto su trabajo en el café.

Las dificultades económicas de Granados no pasaron desapercibidas para el empresario catalán Eduardo Conde, propietario de los almacenes El Siglo, quien ya había sufragado antes una parte de sus estudios musicales. Conde contrató a Granados como profesor de música de sus hijos asignándole el entonces exorbitante salario de cien pesetas al mes. En esta época Granados hizo sus primeras apariciones semipúblicas, incluyendo un concierto el 9 de Abril de 1886 en el Ateneo de Barcelona, en el que interpretó junto con Ricardo Viñes la obra para dos pianos de Gottschalk Tarantella, además de la Fantasía Para Dos Pianos, Armonio y Cuarteto de Cuerda de Josep García Robles.

A pesar de ser probablemente el profesor particular de piano mejor pagado del país, Granados se daba cuenta de que en España no tenía la posibilidad de terminar sus estudios musicales, de modo que decidió marchar a París, siempre con el apoyo del empresario Conde. De todos modos, y para aumentar los ahorros necesarios para un viaje de esa envergadura, volvió a tocar el piano en un café, esta vez en el Café Filipino de Barcelona. Permaneció allí dos meses, improvisando melodías populares y acompañando a espontáneos que salían a cantar o a tocar instrumentos diversos, actividad que describió con punzantes detalles en su diario. En Septiembre de 1887 pudo por fin ponerse en camino hacia París.

Eduardo Conde era, además, un buen melómano, que comprendió desde el primer momento la valía de Granados, autoproclamándose mecenas suyo incondicionalmente. Conde pensó que le hacía falta una estancia en París, inexcusable en aquellos tiempos para seguir las nuevas tendencias musicales. Conde se hizo cargo del desplazamiento de Granados y de todos los gastos por el tiempo que hiciera falta, y así fue como Granados con veinte años, se sitúa en París.

El objetivo inicial de Granados en París era el de entrar en el muy prestigioso Conservatorio, en el que ya cursaron estudios algunos de sus maestros. Desgraciadamente contrajo a su llegada la fiebre tifoidea, y para el momento de su recuperación había superado ya la edad máxima de acceso. Enrique decidió entonces estudiar piano privadamente con Charles Wilfrid de Bériot, uno de los profesores del Conservatorio. Entre los otros alumnos de Bériot se contaban un jovencísimo Maurice Ravel  y Ricardo Viñes, su acompañante en el concierto del Ateneo de Barcelona de 1886,  con quien Granados compartía alojamiento en el Hotel de Cologne et d’Espagne de la Rue de Trévise.
Viñes, en un futuro, se convertirá en un gran intérprete de las obras de Granados.

Bériot insistía mucho en el refinamiento tonal de la interpretación, y a esto se atribuye el particular interés desarrollado después por Granados en la técnica de los pedales. Otra influencia de Bériot se halla en la improvisación. Aunque los preludios habían ya pasado bastante de moda por aquel entonces (preparar a la audiencia con algunos temas breves improvisados antes de un recital), la improvisación fue casi siempre un elemento presente en las interpretaciones de Granados, quien poseyendo ya un gran talento en este aspecto, vio su habilidad natural muy reforzada bajo la tutela de Bériot.

No está muy claro que París representase una gran influencia en la música del joven compositor. La música francesa, por otra parte, se hallaba en aquel entonces en una fase de transición; la influencia de la escuela franco-belga de César Franck y Vincent d'Indy ya se desvanecía, mientras que el Impresionismo no representaba aún una fuerza musical significativa. Parece que Granados se aproximó a círculos musicales franceses más conservadores, tales como d’Indy o la Schola Cantorum. Aunque Enrique Granados mantuvo sus vínculos con París durante toda su vida, no se sintió nunca especialmente atraído por el lenguaje musical francés, al contrario que alguno de sus contemporáneos, como Albéniz. Según parece, Granados compuso en París su Jota para Miel de la Alcarria (dedicada a Viñes) así como muchas de sus Doce Danzas Españolas.

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Alicia de Larrocha


(Barcelona, 23 de mayo de 1923 
 Barcelona, 25 de septiembre de 2009)

Pianista española. Realizó estudios de piano con Frank Marshall, y de armonía con Ricardo Lamote de Grignon y Joaquín Zamacois. Ofreció su primer concierto a los cinco años, en la Exposición Universal de Barcelona, y a los doce debutó en Madrid con la Orquesta Sinfónica, dirigida por Arbós.

A partir de 1947 inició su carrera internacional con giras por Europa y Estados Unidos; en 1953 hace su presentación londinense y en 1955 su primera aparición norteamericana en Los Ángeles. En 1956 formó dúo con el cellista Gaspar Cassadó y en 1959 asumió la dirección de la Academia Marshall de Barcelona. En 1968 estuvo a punto de ver truncada su ya brillante carrera al lesionarse un dedo pulgar con la puerta de un taxi.

Considerada una de las primeras pianistas del mundo, especialmente en Estados Unidos, su colorido, elegancia y expresividad en la interpretación han sido reconocidos universalmente, lo que se ve reflejado en el hecho de que ofrezca más de un centenar de conciertos por año. Desde 1959 dirigió en Barcelona la Academia Marshall, creada por Enrique Granados.



Enrique Granados Valses Poéticos - 6 & 7 ; Danza Lenta 
Pianista: Alicia de Larrocha 



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En todo caso, además de formarse con Bériot, París le dio a Granados la oportunidad de consolidar su amistad con Albéniz, que había sido condiscípulo suyo en Barcelona, y de entablarla con los músicos franceses más representativos del momento, como Fauré, Debussy, Ravel, Dukas, el mencionado d’Indy y Saint-Saëns.
Pese a que estudiaban muchas horas al día, también frecuentaban los Conciertos Lamoreux, y pedaleaban por París en un extraño triciclo que habían alquilado.
Otro compañero inseparable de aquellos tiempos era Malats, ninguno de los tres  se perdía las lecciones de Charles de Bériot, que seguían con verdadera vehemencia. Pero después, como jóvenes que eran, se divertían todo lo que podían.
Los escritos de Viñes dan constancia de que aquellos tiempos serían los más felices de la juventud de los tres. Los alumnos del Conservatorio daban sus audiciones en la Salle Erard y allí Granados y Viñes tocaron juntos, bien piezas para dos pianos, o piezas de Chopin, Schumann, Grieg y Bizet.


Paseo en Barca
Francesc Miralles i Galup
1880-1890

También Granados se aficionó a la pintura, puesto que cenaba los domingos en casa de Francis Miralles i Galup (habían sido vecinos de pequeños en Barcelona), muy cotizado ya, donde curioseaba entre las pinturas y los caballetes. Más adelante, estas incursiones servirían para idear algunos bocetos para sus obras. Esta etapa se acabó en julio de 1889. Musicalmente, con toda seguridad Granados aprendió en este periodo todo lo que le faltaba saber para acabar de desarrollar su personalidad, que ya desde entonces eclosiona sin limitaciones y lo hace ya con obras de mayor envergadura por las que debía ser conocido por el gran público.

Después de unos dos años en París, y tras varios intentos infructuosos de atraer el interés de los editores parisinos hacia sus obras, Enrique Granados regresa a España, a Barcelona.

A su regreso, Granados negoció la publicación de sus Doce Danzas Españolas con la prestigiosa Casa Dotesio, de Barcelona. Publicadas individualmente en los primeros años 90, las Danzas Españolas supusieron el primer reconocimiento internacional de Granados ya que muchos de los compositores consagrados del momento, tales como Cui, Massenet, Saint Saëns y Grieg las elogiaron efusivamente. El 20 de Abril de 1890 Granados hizo su debut oficial en el Teatre Liric de Barcelona, donde estrenó varias composiciones originales tales como Arabesca, algunas de sus Danzas Españolas y la hoy perdida Serenata Española (que no debe confundirse con la obra de Albéniz, de igual título). Además, Granados interpretó obras de Saint-Saëns, Bizet, Mendelssohn, Chopin y Beethoven, junto con un sexteto que concluyó el recital con obras de Mozart y Schubert. El concierto fue un éxito rotundo que dio a Enrique Granados una gran popularidad que iría aumentando hasta el final de su vida.

En 1891 Granados participa en la fundación de uno de los símbolos musicales más visibles de Barcelona, el Orfeó Catalá. Hacía ya tiempo que el entusiasmo por el idioma y la literatura de Cataluña, fomentado por el movimiento de mediados de siglo conocido como Renaixença, había penetrado en la vida musical, y los compositores de Barcelona se aprestaron a expresar estos sentimientos a través de nuevos arreglos de canciones populares tradicionales. Las últimas décadas del siglo vieron la aparición de diversos coros que interpretaban el repertorio popular tradicional así como las nuevas obras de los compositores catalanes, obras clásicas o una combinación de lo anterior. La fundación del más influyente de estos coros, el Orfeó Catalá, se atribuye generalmente a Amadeu Vives y Lluís Millet. El diario de Enrique Granados, sin embargo, deja poco lugar a dudas sobre su papel esencial en la formación, a la que también contribuyó Enrique Morera. Según parece el Orfeó adquirió pronto un tinte político, lo que disgustó considerablemente a Granados quien, hablando de los llamados Catalanistas Musicales (a menudo poco receptivos a las tradiciones musicales andaluzas y castellanas) hizo las siguientes declaraciones:

"…Al Orfeó se le quiere dar un color político catalanista, y en eso no estoy conforme. A mí me parece que el Arte no tiene nada que ver con la Política… Esto me ha causado algunos disgustos, llegando a recibir desprecios y anónimos en que se me acusa de escribir danzas andaluzas. ¡Como si eso fuera un pecado!… Yo me considero tan catalán como el que más, pero en mi música quiero expresar lo que siento, lo que admiro y lo que me parezca bien, sea Andaluz o Chino."


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Pilar Lorengar - Soprano


Zaragoza -Aragón- (España) 16 de enero de 1928
 Berlín (Alemania) 2 de junio de 1996


TONADILLAS

Música: Enrique Granados
Letra: F. Periquet


EL MAJO TÍMIDO




Llega a mi reja y me mira
por la noche un majo,
que en cuanto me ve y suspira,
se va calle abajo.

¡Ay qué tío más tardío!
¡Si así se pasa la vida yo estoy
divertida!

Si hoy también pasa y me mira 
y no se entusiasma
pues le digo este saludo
¡Adiós don Fantasma!

¡Ay que tío más tardío!
Si así se pasa la vida
yo estoy divertida.

*
CANCIONES AMATORIAS
Música: Enrique Granados
(Letrillas) Luis de Góngora y Argote (1561 - 1627)

En los pinares de Júcar

*

Soprano: Pilar Lorengar
Pianista: Alicia de Larrocha

Iban al Pinar


Serranas de Cuenca
iban al pinar, 
unas por piñones, 
otras por bailar. 

Bailando y partiendo 
las serranas bellas,
un piñón con otro, 
de amor las saetas 
huelgan de trocar: 
unas por piñones, 
otras por bailar, 

Serranas de Cuenca
iban al pinar, 
unas por piñones, 
otras por bailar. 

Entre rama y rama 
cuando el ciego dios 
pide al sol los ojos 
por verlas mejor, 
los ojos del sol 
las veréis pisar, 
unas por piñones, 
otras por bailar.

*

En cualquier caso, Granados mantuvo lazos cordiales durante toda su vida tanto con el Orfeó como con el resto de sus fundadores, dio varios conciertos a beneficio del Orfeó y lo contrató para el estreno de dos de sus más ambiciosas composiciones vocales, el Cant de les Estrelles (1911) y la Elegía Eterna (1914). Aunque Granados compuso música para numerosos textos catalanes, el arreglo de canciones populares tradicionales (que fue el camino de muchos compositores de Barcelona para lograr el reconocimiento) no parecen haberle atraído.

Enrique Granados y Amparo Gal
Año 1900

En 1892 Enrique Granados conoció a Amparo Gal Lloberas, hija del industrial valenciano Francesc Gal. A partir de ese momento se pierde la pista de Granados de la escena musical barcelonesa durante unos tres años, lo que algunos de sus biógrafos han denominado el largo silencio. Se supone, naturalmente, que Granados estaba ocupado cortejando a su futura esposa, haciendo los preparativos para la boda e iniciando su vida familiar. Enrique y Amparo contrajeron matrimonio en 1893 en la Iglesia de la Mercé de Barcelona. Su primer hijo, Eduardo, nació en Julio de 1894. Seguirían otros cinco: Solita, Enrique, Victor, Francisco y Natalia. En realidad, Granados estuvo bastante activo durante ese periodo. Pasó buena parte de 1894 y 1895 en Madrid, intentando publicar su música y obtener una plaza como profesor de piano en el Conservatorio. Pero al igual que le sucedió en París, cayó enfermo y no pudo presentarse a las oposiciones. Además, según parece, el jurado estaba a favor de Pilar Fernández de la Mora, una favorita de la audiencia del Madrid de aquellos tiempos. Granados también ofreció algunos conciertos en el Salón Romero. Entre los asistentes se encontraba un joven y prometedor violoncelista: Pablo Casals (1876 – 1973).

En Octubre de 1895 Granados se encontraba ya de regreso en Barcelona. Bajo los auspicios de la Societat Catalana de Concerts ofreció varios conciertos de sus obras así como de d’Indy y Albéniz, a menudo en compañía del violinista belga Mathieu Crickboom, quien se había afincado en Barcelona en 1895. Tras la disolución de la Societat Catalana de Concerts en el verano de 1897, Crickboom fundó la Societat Filharmónica con el objetivo de promover la música de cámara en panorama musical barcelonés, esencialmente dominado por la ópera. Granados debutó con la Filharmónica el 9 de Noviembre de 1897 en la Sala Estela, donde tocó con Crickboom y Pablo Casals. En los siguientes siete años tocó con la Societat Filharmónica en veinticinco ocasiones, a menudo con Casals y ocasionalmente estrenando en Barcelona obras procedentes de Francia, tales como la Sonata para Violín op. 75 de Saint-Saëns (1902). También continuó componiendo, aunque ninguno de sus conciertos de cámara (como los que compuso en Madrid) figura en el programa de la Societat.

Enrique Granados (1914)
En esta época Granados había ya ensayado la composición orquestal, y sus obras Suite sobre cantos gallegos y Marcha de los vencidos se habían estrenado en Octubre de 1899. En Noviembre de ese año estrenó en Barcelona Valses Poéticos, que fue calurosamente acogida por el público. A mediados de 1898 Granados regresó a Madrid para estrenar su primera obra escénica, la zarzuela María del Carmen, que fue un rotundo éxito en una época en la que el llamado Género Chico gozaba de una inmensa popularidad. Aunque hubo algunas críticas al libreto, esta zarzuela le supuso a Granados un enorme éxito comercial. Permaneció en cartel durante mucho tiempo, y su popularidad llegó a oídos de la Reina Regente, María Cristina, quien condecoró a Granados con la Cruz de Carlos III. La obra cosechó también un éxito considerable en Barcelona y en Valencia.


Academia Granados (Folleto)
Fuente: Associació Musical Granados-Marshall


En 1900 fundó en Barcelona la Sociedad de Conciertos Clásicos, y un año después, animado por su pasión por la enseñanza y también por la necesidad de una estabilidad económica, la Academia Granados destinada a la enseñanza del arte pianístico (después Academia Marshall). Frank Marshall, nacido en Mataró en 1883. La Academia Granados ha dado grandes nombres a la interpretación pianísica: Paquita Madriguera, Baltasar Samper, Alicia de Larrocha, Rosa Sabater, así como Conchita Badía, a quien consideró su segunda hija, quien estrenó varias obras suyas, algunas de ellas dedicadas. En los años siguientes, Granados publica varias obras para piano y de cámara. El Allegro de concierto (1904), premiado en un concurso del Conservatorio de Madrid, abandona la línea "nacionalista" en busca de un virtuosismo netamente romántico. En 1905 dio a conocer en París las sonatas de Scarlatti que él mismo había transcrito y completado. Entre las obras de cámara cabe destacar la Sonata para violonchelo y piano.


Esta Academia, que creará un estilo particular de interpretación, fue dirigida por Granados hasta que se marchó a América. Después fue continuada por su discípulo, el pianista

Granados sentía una verdadera pasión por el tiempo de Francisco de Goya y el ambiente casticista que el pintor supo retratar. Consideraba a Goya como el genio representativo de España. Poseía varias obras del pintor y, dado que Granados tenía buena mano para el dibujo y la pintura, llegó a retratarse a sí mismo disfrazado de goyesco y produjo varias láminas con motivos inspirados en la obra de Goya. De esta devoción nacen los dos cuadernos de Goyescas, para piano, con el subtítulo Los majos enamorados. Estas impresiones musicales en 7 escenas, ilustran el desarrollo de una pasión amorosa entre dos "majos", desde su primer encuentro hasta la trágica muerte del "mayoría" y la posterior aparición de su espectro. Goyescas ha sido considerada desde diversos puntos de vista; a veces como una especie de conjunto de improvisaciones, otras como una narración continua con el uso del leitmotiv de inspiración wagneriana, otras veces se ha criticado la excesiva tendencia a la repetición de pasajes o frases, desembocando en una cierta monotonía, que sólo puede salvar el acertado tratamiento de los temas, del color, del ritmo y de la armonía. Goyescas se estrenó en 1911 en el Palacio de la Música Catalana.

Entrada al recital de Enrique Granados
 París (1911)
Fuente: Associació Musical Granados-Marshall

La consagración mundial de Granados tuvo lugar con el estreno de Goyescas en la Sala Pleyel de París en 1914. Tan grande fue el éxito que se le concedió al músico la Legión de Honor de la República Francesa. Hijas de la pasión por los ambientes "goyescos" son también las Tonadillas, para voz y piano, escritas sobre unos desafortunados textos de Fernando Periquet. Se trata de una serie de 10 canciones en las que Granados trata de recrear el ambiente madrileño de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, inspirado en las obras de Goya, desde la luminosidad de los cartones para tapices al dramatismo de los Caprichos.


Pau Casals
A raíz del éxito de la suite pianística Goyescas, la Ópera de París encargó a Granados una ópera. El compositor planteó la adaptación del material pianístico de Goyescas en obra lírica y encargó a Fernando Periquet el texto, que evidentemente tenía que encajar en la música ya escrita. Granados se trasladó a una casa que el musicólogo Kurt Schindler le prestó en Suiza, donde terminó el trabajo. El estallido de la Primera Guerra Mundial desbarató el proyecto del estreno parisino, y el Metropolitan Opera House de Nueva York se ofreció para la primicia. Las circunstancias son interesantes: su amigo Ernest Schelling, notable compositor norteamericano, fue el artífice de la inclusión de Goyescas en el programa de la temporada 1915 – 1916 de la Metropolitan Opera House.

Allí coincidiría con Pablo Casals, quien ensayó la obra con la orquesta. Puede imaginarse que el ambiente bélico del momento suscitó en los Granados un cierto nerviosismo, pues no parecía el momento idóneo para hacerse a la mar, y además se trataba de la primera travesía marítima de Enrique Granados, que había tenido toda su vida una gran aversión a los viajes por mar. Poco antes de embarcar comentó bromeando: En este viaje dejaré los huesos.


La Maja y los embozados

Francisco de Goya y Lucientes
30 de marzo de 1746 
Fuendetodos, Zaragoza -Aragón- (España) 
16 de abril de 1828, Burdeos (Francia)



 Enrique Granados Intermezzo Ópera Goyescas





Finalmente Enrique y Amparo zarparon del puerto de Barcelona en noviembre de 1915 en el buque “Montevideo”, en el que viajaba también el guitarrista Miguel Llobet. Eso sin duda les permitió hacer una travesía más entretenida, hablando de cosas de Barcelona, pero como veremos, aquel viaje de ida no estuvo exento de percances. Hicieron escala en Cádiz, y el 30 de noviembre zarparon de nuevo rumbo a Nueva York. Durante la travesía, el Montevideo fue interceptado por el destructor Cassard, de la Armada Francesa, para una verificación. Aunque todo se resolvió sin problemas y con la mayor celeridad posible, el incidente fue suficiente para poner nervioso al pasaje hasta el punto que Granados, siempre bromista, comentó: ¡Si nos vuelven a parar, me apeo!.

Fuente: Associació Musical Granados-Marshall

Una de las últimas fotografías de Enrique Granados,
tomada en Nueva York en el momento en que revisaba un piano roll en el que acababa de grabar una de sus obras.
 Fuente: Biblioteca Nacional de España. Mundo Gráfico, miércoles 5 de abril de 1916.



Llegaron a Nueva York el 15 de Diciembre. Comenzó enseguida una actividad frenética de preparativos, contactos y ensayos con la orquesta. Tal y como se había planeado, Pablo Casals ya había dirigido los ensayos principales, y Granados y el famoso violonchelista ofrecieron un concierto en la “Friends of Music Society” antes del estreno de Goyescas unos días más tarde. Además, Granados grabó algunos rollos de pianola para la compañía Aeolian y tuvo una intensa vida social, ya que la sociedad neoyorquina consideraba como un verdadero lujo contar en la ciudad con un artista europeo del renombre de Granados, de manera que era invitado constantemente a cócteles y recepciones.

Poco antes del estreno el empresario del Metropolitan dijo a Granados que, a su parecer, a Goyescas le faltaba un interludio. Granados escribió entonces la que fue su última composición, que luego se haría especialmente famosa. El compositor no quedó muy satisfecho, y le dijo a Casals: "He hecho una cosa de mala fe, vulgar, de cara al público. Me ha salido una jota!" a lo que Casals respondió: "Perfecto. No era aragonés, Goya?" El estreno tuvo lugar finalmente el 26 de enero de 1916, siendo dirigida la orquesta por el maestro Gaetano Bavagnoli, y el coro por Giulio Setti. El éxito fue apoteósico, y la duración de las ovaciones histórica. Granados escribió a su amigo Viñes: Por fin he visto realizados mis sueños (...) Toda mi alegría actual la siento más por todo lo que tiene que venir que por lo que he hecho hasta ahora.


Fuente: Associació Musical Granados-Marshall
La crítica, sin embargo, no fue favorable, y la obra se representó únicamente cinco veces y resultó un fiasco comercial. A pesar de eso, la popularidad de Granados subió hasta las nubes hasta el punto que el presidente Wilson le invitó a La Casa Blanca. Este homenaje tendría, como veremos, consecuencias funestas para el matrimonio Granados. Para poder asistir a la recepción de la Casa Blanca, Granados tuvo que cambiar la fecha de regreso a España. Como consecuencia, el barco de regreso ya no sería el mismo, sino una combinación de dos navíos con transbordo en Inglaterra. De Nueva York a Falmouth en el SS Rotterdam, de bandera holandesa. Y desde Folkestone a Dieppe en el Sussex, de bandera francesa. La recepción y concierto en la Casa Blanca tuvieron lugar el 7 de Marzo. Al día siguiente el Embajador de España, Juan Riaño y Gayangos, ofreció un almuerzo en su honor durante el cual le hizo ver el peligro de embarcarse en una nave de un país beligerante, por más civil que esta fuese. Granados se alarmó hasta el punto que intentó cambiar los pasajes, pero ya no había tiempo y su impaciencia por regresar a casa le llevó a persistir en la ruta mencionada. Los Granados se embarcaron en el Puerto de Nueva York el 11 de Marzo de 1916. La despedida en el muelle fue muy emotiva, acudiendo muchos amigos tales como Schelling, Kreisler y Paderewski. Le fue entregada una copa de plata conmemorando el estreno de Goyescas en Nueva York, firmada por todos los artífices del acontecimiento y con más de cuatro mil dólares en su interior.


El matrimonio Granados llegó a Falmouth el 19 de Marzo, y se dirigió a Londres para una corta visita. El 24 de Marzo a las 13:15h embarcaron nuevamente en el vapor Sussex de la Compañía de los Ferrocarriles Franceses, que zarpó del puerto de Folkestone. Hacia las 14:30 el Sussex fue detectado por el submarino de guerra alemán UB-29, que aparentemente lo confundió con un barco minador y hacia las 14:50 lanzó un torpedo que impactó en el medio del casco, partiendo al Sussex por la mitad. La proa del Sussex se hundió enseguida, mientras que la popa quedó a la deriva y fue remolcada posteriormente hasta el puerto de Boulogne. El camarote de los Granados se hallaba en la popa, y en él fueron encontrados sus equipajes y muchos objetos personales, pero es claro que en el momento del impacto el matrimonio se encontraba en otra parte del barco.

Enrique Granados se lanzó al agua y fue izado a una de las lanchas de salvamento, pero al ver poco después a su esposa debatiéndose entre las olas, se lanzó a rescatarla, siendo engullidos los dos por el mar.

Conchita Badía
En la catástrofe del Sussex perdieron la vida otras ochenta personas. Se sucedieron muchos homenajes a Granados después de su muerte, la mayoría protagonizados por Conchita Badía, su discípula predilecta, siendo posiblemente el más emotivo (tal y como cuenta Joan Alavedra) el organizado por Pablo Casals en el Metropolitan de Nueva York, en el mismo escenario en el que poco tiempo antes habían estrenado juntos Goyescas. Actuaron junto a Casals: Kreisler, Paderewski, María Barrientos, Julia Culp y el tenor John McCormack. Con toda la audiencia en pie, Paderewski interpretó la Marcha Fúnebre de Chopin, con las luces del teatro apagadas y el escenario iluminado únicamente por un candelabro colocado encima del piano. La muerte sorprendió a Granados cuando tenía 48 años.

Se abrió una suscripción internacional para sus huérfanos, a la que se sumó el gobierno alemán con una indemnización por lo sucedido.

Por ironías del destino, el hijo de Enrique Granados, fue campeón de España de natación de 100 metros libres en 1923, y nadó por primera vez en España en estilo crawl. Su mujer también ganó campeonatos de natación, y sus hijos, Enrique y Jordi - nietos del compositor - fueron también campeones de natación en las modalidades de fondo y medio fondo. La afición a la natación ha sido común a todos los Granados a partir de entonces. Un hijo, Eduardo, fue músico notable.

Lluís Millet
La muerte de Enrique Granados y su esposa Amparo, provocó un eco de enorme resonancia en todo el mundo, aprovechado por los pacifistas y por los antigermánicos. Incluso los comentarios necrológicos de compositores franceses amigos de Granados, como d´Indy, rezumaban virulencia y nacionalismo. Más ecuánime se mostraba Gabriel Fauré, por entonces director del Conservatorio de París, cuando escribía: "Desde hacía mucho tiempo yo sentía por Enrique Granados una viva simpatía, trocada en verdadera amistad, y su extraordinario talento me inspiraba la más sincera admiración." 

Lluís Millet, director del Orfeó Catalá, comentaría: "El monstruo de la guerra, salido de las malas pasiones de los hombre, tiene hambre de todo lo bueno, lo santo y lo bello; su divisa es el aniquilamiento, y hasta a los que contemplamos el triste espectáculo sin estar mezclados en la refriega, nos toca sufrir sus hazañas inhumanas".


Comentarios sobre la vida y la obra de Granados:

Ricard Viñes, compañero de estudios y gran amigo dice: "El carácter de Enric era de un optimismo y de una alegría tal, que en seguida la contagiaba a los que le rodeaban, debido a sus ocurrencias y risas".
• Dice Joan Alavedra: "Yo he creído siempre que Granados fue un hombre feliz. Y no me refiero a sus éxitos…, sino a las emociones que le causaba una receptividad excepcional, que en él se traducía inmediatamente en música...le  fluye de manera natural… con sus grandes ojos soñadores, va por la calle escuchando música hasta el extremo que, con frecuencia debe pararse y escribir compases en los puños blancos de su camisa".
• Dice su maestro Felip Pedrell en un escrito a "La Vanguardia": "Nuestras lecciones, de lecciones tenían bien poco; eran conversaciones, o menos todavía, charlas entre compañeros, con más humor que consejos. Yo sentía que cuando hablábamos de problemas técnicos un tanto complicados, se cerraba en sí mismo muy concentrado; y al darme cuenta que la regla seca y fría no tenía cabida en su inteligencia, decidí no hablarle nunca jamás de reglas, resoluciones y jeroglíficos técnicos, sino de gusto delicado y cultivado, no preocupándome de nada más, solo de dirigir tan excepcional inteligencia."
Conchita Badía decía: "Hay una manera de tocar, un estilo Granados".
• El crítico parisiense G. Jean Aubry escribe al hacer la crítica del concierto dado en la Sala Pleyel el día 5 de abril de 1911: "Granados interpreta sus obras de manera desesperante para los mejores pianistas, y con una intención tal, que nadie las conoce muy bien si no se las ha oído tocar a él."
• El pianista Edouard Risler habla de la "…intención de cada frase, el matiz de cada acento sin perder nunca la línea expresiva, el amplio contorno de la obra…"
Claude Debussy dijo de él: "Llevaba de una manera gentil una testa genial que no se puede olvidar fácilmente".
• El músico y amigo Joaquim Nin era gran admirador de Granados: "… y me sedujo su exuberante imaginación…, su desconcierto improvisado, su nobleza…," recoge Henri Collarín en su libro Albéniz y Granados.


La poesía y la elegancia son las principales cualidades de las obras pianísticas de Granados.




Autora: Preciada Azancot


ENRIQUE GRANADOS
MADRIGAL PARA VIOLONCHELO Y PIANO





* * *

SU OBRA (s.e.u.o):

Música para piano:
-Clotilde (mazurca)
-Elvira (mazurca)
-A la antigua (bourrée)
-Carta de amor
-Valses poéticos
-Carezza (vals)
-Valse de concert
-Exquise (vals gitano)
-Minuetto de la felicidad
-El amor de la Virgen
-Impresions de viaje
-Seis marchas militares (de las que dos son para cuatro manos)
-Rapsodia aragonesa
-Capricho español
-A la cubana
-Moresca
-Danza lenta
-Jácara (danza)
-En la aldea (ocho piezas para cuatro manos)
-Danza gitana
-Canción y danza
-Danzas para cantar y bailar
-Doce danzas españolas (1890 - Para piano, tres orquestadas por Joan Lamote de Grignon):
   •Galante
   •Orientale
   •Fandango
   •Villanesca
   •Andaluza
   •Rondalla aragonesa
   •Valenciana
   •Sardana
   •Romántica
   •Melancólica
   •Arabesca
   •Bolero
-Seis piezas sobre cantos populares españoles
-Escenas románticas (1903 - ocho piezas):
  •Mazurca
  •Berceuse
  •Alegretto
  •Mazurca
  •Allegro appassionato
  •Epílogo
-Escenas poéticas (dos series)
-Libro de horas
-Bocetos (1912):
  •Despertar del cazador
  •El hada y el niño
  •Vals muy lento
  •La campana de la tarde
-Cuentos de la juventud
-Escenas infantiles
-Allegro de concierto (1903)
-Allegro apassionato
-Fantasía
-Paisaje
-Romeo y Julieta
-Goyescas (1911 - Suite para piano - seis piezas posteriormente orquestadas):
  •Los requiebros
  •Coloquio en la reja
  •Duo de amor
  •Quejas o La maja y el ruiseñor
  •El amor y la muerte (balada)
  •Epílogo, serenata del espectro
-Obras fáciles para la educación del sentimiento
-Seis estudios expresivos en forma de piezas fáciles
-Dos impromptus
-Impromptu y barcarola
-El pelele
-A la pradera
-El crepúsculo
-Ni así la distingue
-El tango de los ojos verdes

Música de cámara:
-Sonata para violín y piano
-Sonata para violoncelo y piano
-Trio para piano, violín i violoncelo
-Cuarteto para dos violines, viola y violoncelo
-Romanza (cuarteto de cuerda)
-Serenata (dos violines y piano)
-Quinteto para piano y cuerda
-Andante (violín y piano)
-Primera romanza (violín y piano)
-Madrigal (violoncelo y piano)
-Trova (violoncelo y piano)
-Oriental (oboe y cuerda)
-Escena religiosa (violín, organo, piano y timbal)
-Tres preludios

Música para orquesta:
-Dante o La Divina Comedia (1908 - poema sinfónico)
-La nit del mort (La noche del muerto 1912 - suite)
-Elisenda (1912 - suite)
-Navidad
-Suite oriental
-Suite sobre cantos gallegos (cinco tiempos)
-Llegenda de la fada (Leyenda del hada)
-Marcha de los vencidos
-Torrijos
-Danza gitana
-Serenata
-Esbozos de dos conciertos y una sinfonía
-Interludio de Goyescas (1916 - última obra)

Música vocal:
-Canciones amatorias (1915 - para voz y piano - texto, F. Periquet):
  •Descúbrase el secreto
  •Mañanica era
  •Mira que soy niña
  •Gracia mía
  •Iban al pinar
  •No lloráis ojuelos
-Tonadillas (1910):
  •Amor y odio
  •Callejeo
  •El majo discreto
  •El majo tímido
  •El mirar de la maja
  •El tra-la-la y el punteado
  •La maja de Goya
  •La Maja Dolorosa I, II, III
  •Ay majo de mi vida!
  •Oh muerte cruel
  •De aquel majo amante
  •Las currutacas modestas
  •Si al retiro me llevas
  •El majo olvidado
-Boires baixes (Nieblas bajas)
-L'ocell profeta (El pájaro profeta - texto: Condesa del Castellà)
-Elegia eterna i Lo rey y'l juglar (Elegia eterna y El rey i el juglar - texto: Apel·les Mestres)
-Cançoneta (Cancioncilla)
-Canción del pestillón
-Cançó de Janer (Canción de Enero)
-Cant de les estrelles (Canto de las estrellas; coro, organo y piano)

Música escénica:
-Maria del Carmen (1898 - Opera - texto: Josep Feliu i Codina)
-Goyescas (1916 - Opera - texto: F. Periquet)
-Ovillejos
-Miel de la Alcarria
-Blancaflor (texto: Adrià Gual)
-Petrarca
-Picarol (1901)
-Follet (Fauno - 1903)
-Gaziel (1906)
-Liliana, (1911 - texto: Apel·les Mestres)

*


ENRIQUE GRANADOS

Al violín: ITZHAK PERLMAN
Al piano: SAMUEL SANDERS
ARR. Fritz Kreisler

Danza española no 5 Andaluza 








Enrique Granados por Ramón Casas



5 comentarios:

Sirgatopardo dijo...

Indudablemente un tipo de lo más "granado".

Sirgatopardo dijo...

Indudablemente un tipo de lo más "granado".

Juan Nadie dijo...

Exhaustivo post, como siempre.

Granados, uno de los mejores compositores españoles (Falla, Albéniz, Mompou...), a quienes me temo que no hemos hecho demasiado caso (si fuesen franceses, no se hablaría en el mundo más que de ellos), aunque alguna de sus piezas, como la danza "Andaluza" son tan conocidas que las han versionado e interpretado hasta grupos pop.

marian dijo...

Aquí estamos, listos para hacer la correspondiente justicia poética.

marian dijo...

Granado (y al cuadrado:) es un buen adjetivo para él.