domingo, 14 de julio de 2013

SÓCRATES ERA BAILÓN


Sócrates bailando




Pista de baile (Olimpia)




SÓCRATES
(Atenas, 470 a.C.- id., 399 a.C)



A Sócrates le gustaba bailar. En aquellos tiempos la música disco todavía no se había inventado y el único disco famoso de la época era el de Mirón de Eleuteras, pero danzas para bailar había a cientos.

¿Por qué se ocultó esa faceta de Sócrates? 

Curiosamente, sí han trascendido las broncas que le echaba su esposa Xantipa (eso dicen) y que al parecer, él recibía estoicamente (a saber); esa debe ser la razón fundamental para que posteriormente Sócrates fuese considerado un referente  para los Estoicos, o es que había que buscar una razón y punto.


Respecto a la música disco que irá apareciendo,
 diré: que no sabía nada.


Contenta tenía Sócrates a Xantipa. Va por ella:



TINA CHARLES - I love to love





ACADEMIA SÓCRATES.COM

Tras la muerte de Sócrates (399 a.C.) sus discípulos se dispersaron y originaron numerosas escuelas filosóficas. Pero fue en la Academia, fundada por Platón (su principal discípulo) en la que se desarrollaron los aspectos científicos y psicológicos de las ideas y estilo socrático, sobre todo el ideal de precisión y rigor en el hallazgo de la definición y los conceptos.

Pero también otros filósofos que, en mayor o menor medida, habían sido discípulos suyos, continuarían su pensamiento en direcciones distintas, y aún contrapuestas, en distintas escuelas filosóficas conocidas como las "escuelas socráticas menores", entre ellas las de Euclides de Megara (fundador de la escuela de Megara); la de Fedón de Elis (escuela de Elis): la del ateniense Antístenes (escuela cínica, a la que perteneció el conocido Diógenes de Sinope, o a la escuela cirenaica, fundada por Aristipo de Cirene, que fue discípulo de Portágoras y luego de Sócrates, y que defendió una moral hedonista:

La sensación es la única fuente de conocimiento y su valor es subjetivo, relativo. Es la única guía con que cuenta el ser humano. El fin de la moral es buscar las sensaciones agradables, inmediatas y principalmente corporales, aunque la elección de los placeres debe estar guiada por la razón (influjo de Sócrates).

La profesora Elena Díez, analiza las fuentes y las aportaciones de Sócrates a la filosofía:

Debido a que no escribió ninguna obra, la figura de Sócrates se conoce indirectamente a través de cuatro fuentes bastante heterogéneas. Por una tenemos las noticias que sobre él nos ha dejado Jenofonte, que aunque no fue discípulo suyo, sí lo conoció personalmente, escribiendo varias obras en las que tacha de absolutamente injustificada su condena y donde alaba la virtud cívica del filósofo. Sin embargo, pese al afán de fidelidad a los hechos, los informes de Jenofonte dependen de noticias y referencias recogidas de fuentes muy diversas y no siempre fiables.

Platón, sin embargo, sí fue discípulo de Sócrates, y en la primera etapa de sus diálogos (Laques, Cármides, Eutifrón, Lisis, Hipias menor, Ion, Hipias mayor, Apología, Critón) se dedica a presentar el método y el pensamiento de su maestro. La historiografía tiende a dar por válida la versión de Platón, aunque no se excluye que este mantuviera cierta propensión a ofrecer una interpretación bastante idealizada de Sócrates.

El análisis rigurosamente serio que hace Aristóteles de la historia de la filosofía, le convierte en una fuente digna de crédito. Pese a que no conoció personalmente a Sócrates, sin embargo fue discípulo de Platón, por lo que debía conocer y tener noticias fiables no solo de la biografía de Sócrates, sino de la diferencia del pensamiento de este respecto a la filosofía platónica.

Según se desprende de los escrito de Aristóteles, dos cosas deben atribuirse  a Sócrates: "los razonamientos inductivos y las definiciones". Los primeros, consisten en partir de las cosas particulares y concretas (mudables aparentes) hasta llegar a un concepto general, universal e inmutable sobre las mismas que Sócrates denominará logos: aquello que determina a algo para ser lo que es, que da razón de ello o es su esencia.

Y acaba afirmando:

La importancia de Sócrates ha sido tan inmensa que, después de su muerte se convirtió en un símbolo de honestidad filosófica y ética, en un "samurai del pensamiento" (Yvon Belaval) de cuya figura han querido apropiarse desde cristianos y confucionistas hasta renacentistas, socialistas o ilustrados franceses.

Junto a su célebre "sólo sé que no sé nada", de profundas connotaciones científicas, también nos legó su "conócete a ti mismo" de marcada orientación moral y ética.

* * *
Pero él insistía con Xantipa:

KC & THE SUNSHINE BAND - I'm your boogie man




* * *



JENOFONTE
(431 - 354 a.C.)
Los Recuerdos de Sócrates de Jenofonte son una serie de relatos tomados de la literatura socrática hoy perdida. Jenofonte tomó notas de las declaraciones de amigos suyos en su juventud. Aunque la obra no sigue un plan orgánico, y, no está bien compuesta; por su sencillez y mentalidad práctica, constituye un presentación precisa de Sócrates tal como aparecía a los ojos del hombre de la calle frente a los diálogos platónicos, en los que el maestro a  menudo es solo portavoz de su gran sucesor.
Los Recuerdos constan de 4 libros: Los libros I y II muestran una serie de conversaciones imaginarias que no demuestran precisamente que Jenofonte haya sido uno de los compañeros íntimos de Sócrates. Lo mismo puede decirse del contenido de los libros III y IV.
El libro III nos muestra a Sócrates conversando con distintos individuos sobre sus específicas ocupaciones o profesiones, está claro que forma una obra separada. Los siete primeros capítulos están unidos por el tema común del servicio civil y militar al Estado, pero en el capítulo 8 se pasa bruscamente al relato de un encuentro dialéctico entre Sócrates y Aristipo de Cirene en el que discuten sobre belleza y utilidad, y que termina con un discurso de Sócrates sobre el mismo tema. Siguen una serie de definiciones y conversaciones sobre distintos tópicos, así como los aforismos que completan los dos últimos capítulos, tratados a la manera cínica.
En el libro IV (excepto el capítulo 4, que es una interrupción sorprendente a una serie de diálogos) vemos cómo Sócrates enseña por distintos procedimientos una serie muy diversa de elevados conocimientos. Al final hay un sumario del libro que desmiente las opiniones de que muchas partes son espurias. La conclusión lógica es que se trata de una obra independiente, pues no alude a tópicos existentes en las partes anteriores de la colección. El tema es la educación (podría llamarse sistema educativo socrático). El estilo es muy distinto al de las partes precedentes, ya que es más completo y más elaborado. Este sistema educativo se expone a través de una serie de conversaciones con Eutidemo. El primer objetivo es hacer al hombre «prudente», es decir, disciplinar el carácter. El capítulo 4 trata de la justicia, identificada con la ley al dirigirse a Hipias. Ello nos recuerda la insistencia de Sócrates en obedecer a las leyes: «es justo lo que las leyes ordenan» (IV 6). El capítulo 5 nos lleva a la eficacia en el discurso y en la acción, cuyo secreto es el dominio de sí mismo. En el capítulo 6 se reflejan opiniones del Sócrates histórico, muy mezcladas, como siempre, con las del propio Jenofonte. El capítulo 7 se refiere a las matemáticas, la astronomía y los puntos de vista de Sócrates sobre las mismas. El objetivo de Jenofonte en el libro IV es demostrar que el sistema educativo inculcado por Sócrates era el mejor posible; en cambio, es completamente contradictorio con el que el mismo Sócrates preconiza para los «guardianes» en la República de Platón.

(Jenofonte. Biblioteca Clásica Gredos)


PLATÓN
(427 - 347 a.C.)
Sócrates fue el maestro de Platón, a quien influyó en su posterior filosofía y a quien marcó notablemente tras su muerte.
Tanto Sócrates como Platón, combatieron toda su vida el relativismo y el subjetivismo de los sofistas y sostuvieron que una cosa son las opiniones y otra la verdad, y que esta, a diferencia de una simple opinión, no era relativa a cada uno, sino que había ciertas verdades absolutas, objetivas y universales accesibles a la razón y a la reflexión filosófica. 
Por otra parte, Sócrates afirmaba que la finalidad de la educación era alcanzar la verdad para lograr la felicidad y la virtud, por lo que todo ser humano poseía  dentro de sí la verdad, y la tarea del educador consistía en guiar y orientar al discípulo para que por sí mismo, descubriera esa verdad y pudiese organizar su vida justamente.  Platón aceptó esta manera de entender la educación de Sócrates (algunos de sus planteamientos socráticos son la base de la teoría platónica de la reminiscencia), a la que Sócrates llamó la dialéctica , que se basaba en el diálogo entre maestro y discípulo con el objetivo de alcanzar la verdad, que constaba de dos fases: 
La primera, cuyo objetivo era lograr que el discípulo pusiese en cuestión todo aquello de lo que creía estar seguro y convencido, y así caer en la cuenta de que en realidad no sabía aquello que creía saber.
Y la segunda era el arte de lograr que el discípulo, dirigido por las preguntas del maestro, llegase a alumbrar la verdad, la cual habitaba en su interior.





ARISTÓFANES
(444 - 385 a. C.)
ARISTÓFANES- Comediógrafo griego. Es el más celebrado autor de este género. Hizo una sátira de cuanto le rodeaba:
de algunos personajes atenienses, de los litigios interminables ante los tribunales, de las tendencias demagógicas e imperialístas, de la sutileza de los sofistas y de otras características de su tiempo. El público gustaba de él y festejaba tanto la farsa grosera, como la fantasía creadora de su extraordinario ingenio. Famoso por su conservadurismo. Prefería la monarquía a la democracia, y las ideas filosóficas y teológicas establecidas a las nuevas ideas de los sofistas.
Poco se sabe sobre su vida, tan solo algunos detalles extraídos de su obra, de la que se conserva una cuarta parte. Fue un ciudadano implicado en la política ateniense: participó en las luchas políticas para la instauración del Partido Aristocrático y desde sus filas, mostró su desacuerdo con la manera de gobernar de los demócratas.

Su postura conservadora le llevó a defender la validez de los tradicionales mitos religiosos y se mostró reacio ante cualquier nueva doctrina filosófica. Especialmente conocida es su animadversión hacia Sócrates, a quien en su comedia Las nubes presenta como a un demagogo dedicado a inculcar todo tipo de insensateces en las mentes de los jóvenes. En el terreno artístico tampoco se caracterizó por una actitud innovadora; consideraba el teatro de Eurípides como una degradación del teatro clásico.



De sus cuarenta comedias, nos han llegado íntegras once, que son además las únicas comedias griegas conservadas; es difícil, por tanto, establecer el grado de originalidad que se le atribuye como máximo representante de este género. Sus comedias se basan en un ingenioso uso del lenguaje, a menudo incisivo y sarcástico, y combinan lo trivial y cotidiano con pausadas exposiciones líricas que interrumpen la acción. Constituye esta una fórmula personal, que nunca ha sido adaptada, ni por los latinos ni durante el Renacimiento.





En Las nubes, Aristófanes hace objeto de sus sátiras a Sócrates. En una escena de la comedia, un atribulado ciudadano ateniense busca el consejo de algún sabio para resolver sus problemas, acude al filósofo Sócrates. Este no puede atenderlo inmediatamente porque se encuentra inmerso en una serie de investigaciones importantes que consumen la totalidad de su tiempo. Aristófanes se burla aquí de Sócrates retratándolo como alguien frívolo, ya que entre dichas investigaciones se encuentra, por ejemplo, la medición de la proporción entre el salto de la pulga y el tamaño de sus patas, para lo cual es necesario un procedimiento minucioso que también se narra en dicha comedia.




*

Otro bailón: Tony Manero (John Travolta)
Saturday Night Fever (Fiebre del Sábado Noche) John Badham -1977-
Bee Gees - You Should Be Dancing

 




SÓCRATES Y LOS SOFISTAS


En el ambiente del siglo V a de Cristo, en un momento en que todo era sometido a las normas de la razón, era proverbial la seguridad y el orgullo sofista en el poder del individuo y de su razón. El sofista se considera un profesional, un sabio a nativitate. Estima el saber como el único remedio a los peligros de la existencia y aspira, por todo ello, a convertir el azar en destreza, a quedar por encima de los golpes de la fortuna.

Pues bien, en relación con este ambiente y con este tipo de personaje, surge la figura de Sócrates manteniendo una posición no radicalmente opuesta, sino diferente. Tales diferencias no fueron siempre bien comprendidas por sus contemporáneos, como lo demuestran los testimonios de Aristófanes en las Nubes o un mismo discípulo suyo, pero sofista en sus planteamientos, como fue Critias.

La idea básica del método socrático de enseñanza, consiste en que el maestro no inculca al alumno el conocimiento, pues rechaza que su mente sea un receptáculo o cajón vacío en el que se puedan introducir las distintas verdades; para Sócrates es el discípulo quien extrae de sí mismo el conocimiento. Este método es muy distinto al de los sofistas: los sofistas daban discursos y a partir de ellos esperaban que los discípulos aprendiesen; Sócrates, mediante el diálogo y un trato más individualizado con el discípulo, le ayudaba a alcanzar por sí mismo el saber.

Sócrates y los Sofistas.

Después de la Filosofía Presocrática, el centro de interés de la filosofía va a sufrir un cambio radical: de la preocupación por la naturaleza (physis) se va a pasar a la preocupación por el hombre y su convivencia en la vida social (polis) Los que protagonizaron este cambio fueron los SOFISTAS (Sofista, pese a la actual carga peyorativa del término, significa simplemente sabio), estos pensadores han pasado a la historia como mercaderes de la sabiduría, porque cobraban sus clases: los sofistas educaban a los hijos de las élites atenienses para que triunfaran en el ágora o plaza pública.

El pensamiento de los sofistas se caracteriza por el escepticismo y el relativismo. Si es imposible la verdad absoluta, el sabio es aquel que sabe argumentar, para seducir a sus interlocutores y conducirles por donde quiere. En definitiva, el sabio sofista es un buen retórico. Sócrates va a reaccionar frente a este escepticismo.

Los sofistas  no constituyen una escuela o corriente de pensamiento homogéneo, pero podemos destacar algunos rasgos comunes en el pensamiento de los diferentes autores.

El escepticismo: supuestamente se debe a la influencia de Heráclito, si todo cambia y nada es estable, entonces es imposible un saber seguro y necesario. El escepticismo es una doctrina filosófica, en la que se incluye a los sofistas, que sostiene la imposibilidad de llegar a verdades absolutas. No podemos superar definitivamente la duda, es imposible la certeza.

El relativismo: tesis epistemológica, moral y política que sostiene que las verdades, valores y leyes dependen de las condiciones, momentos y circunstancias en que son formuladas. Por tanto, el relativismo es una consecuencia del escepticismo.

El subjetivismo: cuando las verdades, valores y leyes dependen de condiciones “internas” al sujeto, entonces hablamos de subjetivismo. Así, cuando Protágoras habla del hombre como medida de todas las cosas, hace depender el conocimiento de las consideraciones del sujeto. Por tanto, la verdad y el bien no están en la cosa, sino en el sujeto, nada es objetivo.

Indiferencia moral y religiosa: los sofistas son conscientes de que cada pueblo tiene sus propios dioses y sus propias costumbres. Por eso concluyen que los dioses son solo una imagen de cómo los hombres se ven a sí mismos.

El convencionalismo y relativismo jurídico: el Derecho no se basa en leyes naturales, las leyes pueden cambiar y son resultado de las convenciones humanas.

El oportunismo político: lo que importa no es tanto la verdad como ser persuasivos y elocuentes interviniendo a favor no de las causas más nobles, sino de las más oportunas.

El utilitarismo: el discurso tiene como meta conseguir los fines de quien lo utiliza, la verdad no importa, sino persuadir al auditorio para que apoye nuestros intereses.

Cierta frivolidad: al desprestigiarse el contenido del discurso, se le da cada vez más importancia a la forma, a los adornos, los detalles y la retórica.

Los sofistas no pretendían formar hombres justos ni buenos ciudadanos, sino especialistas eficaces en la política y el derecho. Frente a este pensamiento estará Sócrates que se propone como fin de su filosofía educar a los ciudadanos en la virtud.


Quino


Sócrates, solamente salió de Atenas para luchar en las Guerras del Peloponeso contra Esparta. Su vida se caracterizó por deambular por Atenas preguntando a los ciudadanos, formándoles en el arte del diálogo y la discusión. Al final de su vida, después de la dictadura de los Treinta Tiranos se le consideró un sofista más. Se le acusó de impiedad y de ser un corruptor de la juventud. En la sentencia final se le condenó a morir envenenado por impiedad (supuestamente no creía en los dioses).

Para Sócrates la verdad existe y la podemos conocer. Con ello, Sócrates critica el escepticismo y relativismo de sus contemporáneos sofistas. La verdad no está en el mundo exterior, sino que está en el interior de cada uno (daimon). Mediante el método dialéctico de preguntas y respuestas se consigue sacar a
la luz la verdad. El maestro no es el protagonista en este proceso, sino que es el alumno el que llega por sí mismo a la verdad. Según Sócrates en todas las almas existe la verdad, pero en estado latente, y solo es preciso tener habilidad para poner en orden nuestros razonamientos.

Platón compartió algunos aspectos de esta teoría, entre los que destacamos los siguientes:

La educación (paideia) es el arte de ayudar al alumno a buscar la verdad interior.
La verdad está en el interior del alma de cada uno. Esta teoría Platón la llamará Teoría de Anamnesis o Reminiscencia.

La importancia que Platón da a la dialéctica.

Sócrates es el descubridor de los conceptos y las definiciones como método adecuado para filosofar. Mediante la intuición de lo semejante (abstracción), prescindiendo de las diferencias, podemos llegar a los universales o conceptos.
Platón va a denominar estos conceptos esencias o ideas , y para él son la verdadera realidad.

 La Mayéutica: El método dialéctico.

El método dialéctico es el arte que nos lleva a encontrar la verdad que llevamos dentro. Mediante una serie de preguntas dirigidas por el maestro, se trata de que el alumno llegue por sí mismo a la verdad.

Las fases de la Mayéutica son:

-Se parte del planteamiento de un tema, centrando aquel asunto que queremos definir. Este planteamiento se concreta en la pregunta por el ¿qué es...? en la pregunta por la definición.

-La ironía que consiste en llevar al discípulo a contradecirse, para hacerle tomar conciencia de que sus opiniones no están bien fundamentadas.

-Propiamente ya la Mayéutica: conseguir que el discípulo formule por sí mismo la verdad


            El Intelectualismo moral: la educación y el bien.

Sócrates, frente a la filosofía anterior, la cual se ocupaba de la Physis, descubre la interioridad humana: siguiendo la máxima del Oráculo de Delfos, conócete a ti mismo. Sócrates propone que el hombre sincero conoce en su interior tanto el bien como la verdad.


La importancia que le da a la Filosofía y al entrenamiento de la razón se debe a que supuestamente nos ayuda a conocer qué es el bien. Para Sócrates, solo el sabio es bueno: a esto se le llama Intelectualismo Moral. Por tanto, esto implica que el mal tiene su origen en la ignorancia: para los griegos la voluntad tiende siempre al bien, es decir, es imposible querer el mal a sabiendas. Esta teoría va a ser una característica común a Sócrates, Platón y Aristóteles, dando gran importancia todos ellos a la educación. Para Platón son los mejores, los que han llegado a la cumbre del saber, los que deben gobernar. Platón llamará a esta teoría la Teoría del Filósofo-Rey.

             La influencia de Sócrates en Platón.

Sócrates influye en Platón en varias ideas:

-Según Sócrates en todas las almas existe la verdad en estado latente y solo es preciso tener la habilidad para poner en orden nuestros razonamientos. Platón va a asumir esta idea, con la Teoría de la Anamnesis o Reminiscencia, como ya hemos dicho.

-Sócrates, al igual que Platón, criticará el escepticismo y el relativismo: la verdad existe y podemos conocerla.

-Sócrates es el descubridor de los conceptos y definiciones como método adecuado para la filosofía. Platón
convierte los conceptos y las definiciones en esencias e ideas, la verdadera realidad.

-Para Sócrates solo el sabio es el bueno (intelectualismo moral) Esta idea está presente en Platón. Sócrates va a dar gran importancia a la educación, y, como veremos la utopía política de Platón se basa sobre todo en la educación.

-Sócrates propone el diálogo como forma de descubrir la verdad interior, Platón va a asumir el método dialéctico como forma de ascender en la jerarquía del conocimiento.

           Diferencias entre Sócrates y los Sofistas.

-El pensamiento de los Sofistas se caracteriza por el escepticismo y el relativismo, la verdad no se puede conocer y moralmente está todo permitido. Mientras que para Sócrates la verdad existe y podemos conocerla, además la verdad está en todas las almas en estado latente, y solo es preciso tener habilidad para poner en orden nuestros razonamientos.

-Para los Sofistas el sabio es aquel que sabe argumentar para seducir a sus interlocutores y conducirles por donde quiere, es decir, sabio es el buen retórico.
Para Sócrates, sabio es el hombre bueno y virtuoso.

-Los Sofistas no pretendían formar hombres justos y buenos ciudadanos, sino especialistas eficaces en la política y el derecho.
Sócrates se propone educar la los ciudadanos en la virtud.

-Para Sócrates la dialéctica (mayéutica) es el camino para sacar a la luz la verdad interior, mientras que para los sofistas el lenguaje no ayuda a esclarecer la verdad, sino que es el arte de la seducción al margen de la verdad y de la justicia de los discursos.

Este comportamiento correspondía a la esencia de su sistema de enseñanza, la mayéutica, 
que él comparaba al arte que ejerció su madre (matrona): se trataba de llevar a un interlocutor a alumbrar la verdad, a descubrirla por sí mismo por medio de un diálogo en el que el filósofo proponía una serie de preguntas y oponía sus reparos a las respuestas recibidas, de modo que al final fuera posible reconocer si las opiniones iniciales de su interlocutor eran una apariencia engañosa o un verdadero conocimiento.



El método mayéutico se basa en preguntas que buscan la visión ampliada de los problemas. 
Se sirve de la refutación y de la inducción. Las preguntas se orientan:

- Al proceso (¿Cómo has llegado a esa conclusión?)
- A las causas (¿Qué ha causado ese hecho?)
- A las consecuencias (Y si así fuera, qué consecuencias traería. ¿Y si no?)
- A las posibilidades (¿Hay alguna otra explicación posible?

*

más música disco

The Commodores - Brick House
(el del saxo...en el último vídeo)












Juicio a Sócrates

Aunque fue un patriota y un hombre de profundas convicciones religiosas, sufrió la desconfianza de muchos de sus contemporáneos, a los que disgustaba su actitud hacia el Estado ateniense y la religión establecida.
Fue acusado de despreciar a los dioses del Estado y de introducir nuevas deidades (daimon -voz interior mística, a la que Sócrates aludía a menudo-). También fue acusado de corromper la moral de la juventud, alejándola de los principios de la democracia.
Sócrates sometió a la democracia, recientemente restaurada, a la misma crítica a la que sometió a todas las cuestiones de índole moral, gnoseológica o religiosa. Asimismo, entre sus intereses, se hallaba probablemente, el instruir a una futura clase política para que gobernase sabia y justamente.

Además de lo anteriormente expuesto, tampoco hay que descartar que existieran motivos pasionales y antiguas rencillas personales. Uno de los querellantes, Anito (los otros fueron Meletos y Licón), debía guardarle enorme rencor a Sócrates por la muerte de su hijo, que prefirió quedarse con el maestro, rechazando acompañar a su padre en el destierro, y muriendo poco después alcoholizado.

Aunque en realidad,  su único delito fue el de decir lo que pensaba y esto, siempre levanta ampollas incluso entre sociedades tan liberales para la época como lo era la ateniense.

Sócrates fue juzgado en Atenas, ciudad a la que amaba profundamente. Su juicio se celebró al modo ateniense en donde por encima de todo primaba la democracia.

PINAKION CON NOMBRE Y SELLOS
El método para elegir jueces y jurados era complicado. Todos los años se elegían 6.000 ciudadanos (sacados de entre las 10 tribus) que debían estar disponibles para ser miembros del jurado. A cada uno de ellos se le entregaba una pieza de bronce (pinakion)
que llevaba inscrito su nombre y un sello oficial. El jurado lo formaban un número mínimo de 201 personas, aunque podía llegar a estar constituido hasta por 2.001 personas.
En el caso de Sócrates, el jurado lo formaban exactamente 500 personas  que fueron seleccionadas el mismo día del juicio por medio del Cleroterion.

Reconstrucción de un Cleroterion.
 Los pinakion con los nombres se metían en las ranuras
 y luego por medio de un juego
de bolas blancas y negras
 que se introducían por el embudo de la izquierda,
se seleccionaban las columnas.
 Los nombres de esas columnas serían los miembros del jurado.


CLEROTERION
Esto se hacía así porque al no saberse los nombres hasta el último momento evitaba que ninguna de las partes pudiera sobornar o coaccionar a algún miembro del jurado.

Los atenienses no tenían la figura de fiscal y cualquier ciudadano podía acusar a otro (en caso de que menos del 20% del jurado votara culpable, el acusador debería pagar fuertes multas. Así se evitaban falsas acusaciones).

El acusador de Sócrates fue Meleto poeta y fanático religioso quien lo acusaba de corromper a la juventud y de impiedad (falta de creencia en los dioses) acusaciones muy serias pues se castigaban con pena de muerte.

Lo peregrino de algunos  diálogos del juicio, dejan claro que detrás de esas acusaciones también debían existir razones políticas o personales contra Sócrates.

    [...] Lo que has dicho, Sócrates, son solo insinuaciones -rebate Meleto-. Defiéndete más bien de la acusación de corromper a los jóvenes.

    - ¿Y cómo piensas, Meleto, que puedo corromper a los jóvenes?

    - Diciéndoles que el Sol es una piedra y que la Luna está hecha de tierra – responde Meleto.

    - Creo que me has confundido con otro: los jóvenes pueden leer todo eso cuando lo deseen, comprándose por una dracma los libros de Anaxágoras de Clazomene en cada esquina del ágora.

    - ¡Tú no crees en los dioses!  -grita Meleto, poniéndose de pie y amenazándolo con el dedo índice-  ¡Tú crees solo en los Daimones!

    - ¿Y quiénes serían éstos? -pregunta Sócrates sin perder la compostura.-  ¿Hijos malvados de los dioses? Así pues, afirmas que no creo en los dioses sino solo en la existencia de los hijos de los dioses. Es como decir que creo en los hijos de los caballos, pero no en los caballos.


Clepsidras (relojes de agua)
 Se usaban para medir los tiempos de intervención.
 Se disponía de unos seis minutos por turno.


A pesar de todo, se celebró una primera votación. La votación era secreta y para eso utilizaban unas piezas circulares llamadas psephos. Cada jurado tenía dos de estas, una con la varilla central maciza (inocente) y otra hueca (culpable). Por orden, uno a uno, pasaban delante de dos urnas, en la primera debían dejar el veredicto y en la segunda la otra pieza. Así no se sabía cuál se dejaba en cada urna.


Psephos utilizados para votar.
 Las varillas huecas significaban: culpable.


El resultado de la votación fue el de "culpable" por un estrecho margen. (280 – 220)  Sócrates debía morir. La conmoción en la sala fue general y como era costumbre se le dijo al acusado que propusiera él una pena alternativa.

Sócrates con cierto tono de guasa respondió:

¿Una pena alternativa? ¿Y qué he hecho para merecer una pena? Durante toda la vida he descuidado mis intereses personales, mi familia y mi casa. Nunca he aspirado a mandos militares ni a honores públicos. No he participado en conjuras ni en otras formas de sedición. ¿Qué penas corresponden a quien ha hecho esto? No quisiera equivocarme, pero creo tener derecho solo a un premio, el de ser alojado y mantenido en el Pritaneo a expensas del Estado.

Sus palabras no gustaron y un clamor de enfado invadió la sala. Sócrates trató de arreglar el desaguisado:

De acuerdo, de acuerdo, mis queridos conciudadanos: me hago cargo de que me habéis entendido mal. Algunos han tomado mi sentido de la justicia por un acto de arrogancia. Pero decidme con franqueza: ¿qué podría haber propuesto como pena? ¿La cárcel? ¿El exilio? ¿Una multa en dinero? ¿Y qué multa podría pagar yo, que nunca he enseñado por dinero? Como mucho, estaría en condiciones de ofrecer una mina de plata.

La cantidad ofrecida no debió ser del agrado del respetable y de nuevo las palabras del filósofo fueron tomadas por otra ofensa,  haciendo aumentar los gritos de quienes protestaban. Finalmente se resolvió hacer otra votación y esta vez el resultado fue contundente: 360 votaron culpable y 140 inocente.

Finalmente, Sócrates, al conocer su definitiva sentencia, dijo:

Ciudadanos atenienses, temo que hayáis asumido una gran responsabilidad ante la Polis. Era viejo, bastaba con esperar y la muerte habría llegado por sí misma, de modo natural. Actuando así no tenéis ni siquiera la seguridad de haberme castigado.
¿Sabéis por ventura qué es morir? Con seguridad, una de estas dos cosas: o un caer en la nada, o trasmigrar a otra parte. En la primera hipótesis, creédme, la muerte podría ser una gran ventaja, no más dolores, no más sufrimientos; en el segundo caso, en cambio, tendría la suerte de encontrarme con muchísimos personajes excepcionales. ¿Cuánto pagaría cada uno de vosotros por hablar cara a cara con Orfeo, con Museo, con Homero o con Hesíodo? ¿O con Palamedes y con Ayax de Telamón que murieron ambos por haber sido tratados de manera injusta? Pero ha llegado la hora de partir, yo a morir y vosotros a vivir. Quién de nosotros ha tenido mejor destino, es oscuro para todos, menos para los dioses.

Fue llevado a la cárcel donde sería ejecutado a la mañana siguiente por medio de cicuta.

Sus amigos sobornaron a los guardias y le prepararon la huida pero él se negó pues parecería más culpable, además de que, según dijo, no sería capaz de vivir lejos de su querida Atenas. Su última noche la pasó acompañado de sus buenos amigos  entre los que se encontraba Platón.

Cuentan que esa noche Sócrates se empeñó en aprender una complicada melodía para tocar con la flauta. Sus amigos se lo recriminaban y le decían que para qué iba a perder su última noche de vida en algo tan complicado. Sócrates muy serio les contestó:

    ¿Para qué va a ser? Para aprenderla antes de morir.



* *


Imprescindible en las discotecas de los setenta:
Laurent Voulzy «Rockollection» (1977)






*

MUERTE DE SÓCRATES
Jacques-Louis David


LA MUERTE DE SÓCRATES

(Fedón o Sobre el alma, es un diálogo platónico que se ambienta en las últimas horas de vida de Sócrates.)

Fragmento:

A mí me llama ya ahora el destino, diría un héroe de tragedia, y casi es la hora de encaminarme al baño, pues me parece mejor beber el veneno una vez lavado y no causar a las mujeres la molestia de lavar un cadáver.

Al acabar de decir esto, le preguntó Critón:

—Estás bien, Sócrates. Pero ¿qué nos encargas hacer a estos o a mí, bien con respecto a tus hijos o con respecto a cualquier otra cosa, que pudiera ser más de tu agrado si lo hiciéramos?

—Lo que siempre estoy diciendo, Critón —respondió—, nada nuevo. Si os cuidáis de vosotros mismos, cualquier cosa que hagáis no solo será de mi agrado, sino también del agrado de los míos y del propio vuestro, aunque ahora no lo reconozcáis. En cambio, si os descuidáis de vosotros mismos y no queréis vivir siguiendo, por decirlo así, las huellas de lo que ahora y en el pasado se ha dicho, por más que ahora hagáis muchas vehementes promesas, no conseguiréis nada.

—Descuida —replicó—, que pondremos nuestro empeño en hacerlo así. Pero ¿de qué manera debemos sepultarte?

—Como queráis —respondió—, si es que me cogéis y no me escapo de vosotros.

Y, a la vez que sonreía serenamente, nos dijo, dirigiendo su mirada hacia nosotros:

—No logro, amigos, convencer a Critón de que yo soy ese Sócrates que conversa ahora con vosotros y que ordena cada cosa que se dice, sino que cree que soy aquel que verá cadáver dentro de un rato, y me pregunta por eso cómo debe hacer mi sepelio. Y el que yo desde hace rato esté dando muchas razones para probar que, en cuanto beba el veneno, ya no permaneceré con vosotros, sino que me iré hacia una felicidad propia de bienaventurados, parécele vano empeño y que lo hago para consolaros a vosotros al tiempo que a mí mismo. Así que —agregó—, salidme fiadores ante Critón, pero de la fianza contraria a la que este presentó ante los jueces. Pues este garantizó que yo permanecería. Vosotros garantizad que no permaneceré una vez que muera, sino que me marcharé para que así Critón lo soporte mejor y, al ver quemar o enterrar mi cuerpo, no se irrite como si yo estuviera padeciendo cosas terribles, ni diga durante el funeral que expone, lleva a enterrar o está enterrando a Sócrates. Pues ten bien sabido, oh excelente Critón —añadió—, que el no hablar con propiedad no sólo es una falta en eso mismo, sino también produce mal en las almas. Ea, pues, es preciso que estés animoso, y que digas que es mi cuerpo lo que sepultas, y que lo sepultas como a ti te guste y pienses que está más de acuerdo con las costumbres.

Al terminar de decir esto, se levantó y se fue a una habitación para lavarse. Critón le siguió, pero a nosotros nos mandó que le esperáramos allí. Esperamos, pues, charlando entre nosotros sobre lo dicho y volviéndolo a considerar, a ratos, también comentando cuán grande era la desgracia que nos había acontecido, pues pensábamos que íbamos a pasar el resto de la vida huérfanos, como si hubiéramos sido privados de nuestro padre. Y una vez que se hubo lavado y trajeron a su lado a sus hijos —pues tenía dos pequeños y uno ya crecido— y llegaron también las mujeres de su familia, conversó con ellos en presencia de Critón y, después de hacerles las recomendaciones que quiso, ordenó retirarse a las mujeres y a los niños, y vino a reunirse con nosotros. El sol estaba ya cerca de su ocaso, pues había pasado mucho tiempo dentro. Llegó recién lavado, se sentó, y después de esto no se habló mucho. Vino el servidor de los Once y, deteniéndose a su lado, le dijo:

—Oh Sócrates, no te censuraré a ti lo que censuro a los demás, el que se irritan contra mí y me maldicen cuando les transmito la orden de beber el veneno que me dan los magistrados. Pero tú, lo he reconocido en otras ocasiones durante todo este tiempo, eres el hombre más noble, de mayor mansedumbre y mejor de los que han llegado aquí, y ahora también sé que no estás enojado conmigo, sino con los que sabes que son los culpables. Así que ahora, puesto que conoces el mensaje que te traigo, salud, e intenta soportar con la mayor resignación lo necesario. Y rompiendo a llorar, diose la vuelta y se retiró.

Sócrates, entonces, levantando su mirada hacia él, le dijo:

—También tú recibe mi saludo, que nosotros así lo haremos.

Y, dirigiéndose después a nosotros, agregó:

—¡Qué hombre tan amable! Durante todo el tiempo que he pasado aquí vino a verme, charló de vez en cuando conmigo y fue el mejor de los hombres. Y ahora ¡qué noblemente me llora! Así que, hagámosle caso, Critón, y que traiga alguno el veneno, si es que está triturado. Y si no, que lo triture nuestro hombre.

—Pero, Sócrates —le dijo Critón—, el sol, según creo, está todavía sobre las montañas y aún no se ha puesto. Y me consta, además, que ha habido otros que lo han tomado mucho después de haberles sido comunicada la orden y tras haber comido y bebido a placer, y algunos, incluso, tras haber tenido contacto con aquellos que deseaban. Ea, pues, no te apresures, que todavía hay tiempo.

—Es natural que obren así, Critón —repuso Sócrates—, esos que tú dices, pues creen sacar provecho al hacer eso. Pero también es natural que yo no lo haga, porque no creo que saque otro provecho, al beberlo un poco después, que el de incurrir en ridículo conmigo mismo, mostrándome ansioso y avaro de la vida cuando ya no me queda ni una brizna. Anda, obedéceme —terminó— y haz como te digo.

Al oírle, Critón hizo una señal con la cabeza a un esclavo que estaba a su lado. Salió este y, después de un largo rato, regresó con el que debía darle el veneno, que traía triturado en una copa. Al verle, Sócrates le preguntó:

—Y bien, buen hombre, tú que entiendes de estas cosas, ¿qué debo hacer?

—Nada más que beberlo y pasearte —le respondió— hasta que se te pongan las piernas pesadas, y luego tumbarte. Así hará su efecto.

Y, a la vez que dijo esto, tendió la copa a Sócrates.

La tomó con gran tranquilidad, sin el más leve temblor y sin alterarse en lo más mínimo ni en su color ni en su semblante, miró al individuo de frente, según tenía por costumbre, y le dijo:

—¿Qué dices de esta bebida con respecto a hacer una libación a alguna divinidad? ¿Se puede o no?

—Tan solo trituramos, Sócrates —le respondió—, la cantidad que juzgamos precisa para beber.

—Me doy cuenta —contestó—. Pero al menos es posible, y también se debe, suplicar a los dioses que resulte feliz mi emigración de aquí a allá. Esto es lo que suplico: ¡que así sea!

Y después de decir estas palabras, lo bebió, conteniendo la respiración, sin repugnancia y sin dificultad.

Hasta este momento la mayor parte de nosotros fue bastante capaz de contener el llanto; pero cuando le vimos beber y cómo lo había bebido, ya no pudimos contenernos. A mí también, y contra mi voluntad, caíanme las lágrimas a raudales, de tal manera que, cubriéndome el rostro, lloré por mí mismo, pues ciertamente no era por aquél por quien lloraba, sino por mi propia desventura, al haber sido privado de tal amigo. Critón, como aun antes que yo no había sido capaz de contener las lágrimas, se había levantado. Y Apolodoro, que ya con anterioridad no había cesado un momento de llorar, rompió a gemir entonces, entre lágrimas y demostraciones de indignación, de tal forma que no hubo nadie de los presentes, con excepción del propio Sócrates, a quien no conmoviera.

Pero entonces nos dijo:

—¿Qué hacéis, hombres extraños? Si mandé afuera a las mujeres fue por esto en especial, para que no importunasen de ese modo, pues tengo oído que se debe morir entre palabras de buen augurio. Ea, pues, estad tranquilos y mostraos fuertes.

Y, al oírle nosotros, sentimos vergüenza y contuvimos el llanto. Él, por su parte, después de haberse paseado, cuando dijo que se le ponían pesadas las piernas, se acostó boca arriba, pues así se lo había aconsejado el hombre. Al mismo tiempo, el que le había dado el veneno le cogió los pies y las piernas y se los observaba a intervalos. Luego, le apretó fuertemente el pie y le preguntó si lo sentía. Sócrates dijo que no. A continuación hizo lo mismo con las piernas y, yendo subiendo de este modo, nos mostró que se iba enfriando y quedándose rígido. Y le siguió tocando y nos dijo que cuando le llegara al corazón se moriría.

Tenía ya casi fría la región del vientre cuando, descubriendo su rostro —pues se lo había cubierto—, dijo estas, que fueron sus últimas palabras:

—Oh, Critón, debemos un gallo a Asclepio. Pagad la deuda y no la paséis por alto.

—Descuida, que así se hará —le respondió Critón—. Mira si tienes que decir algo más.

A esta pregunta de Critón ya no contestó, sino que, al cabo de un rato, tuvo un estremecimiento y el hombre le descubrió: tenía la mirada inmóvil. Al verlo, Critón le cerró la boca y los ojos.

Así fue el fin de nuestro amigo, de un varón que, como podríamos afirmar, fue el mejor, a más de ser el más sensato y justo de los hombres de su tiempo que tratamos.

cicuta


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Lionel Richie - All Night Long (All Night)






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11 comentarios:

Juan Nadie dijo...

No sé si era bailón, pero feo era un rato largo, o por lo menos esa fama tenía. Se conoce que era resultón.

Vale, esta es la chorrada que se me ha ocurrido a bote pronto, luego leeré el post.

marian dijo...

Resultón no sé, pero preguntón...

Sirgatopardo dijo...

¿Bailón? Nadie es perfecto.

marian dijo...

Y sin la ayuda de gin tonics, que tiene más mérito.

Sirgatopardo dijo...

¡Una leche! Lo que tiene mérito es con gin-tonics y sin caerse ni marearse.
Lo de Lionel Richie, vaya, pero Travolta.......joér, si todo se pega.

marian dijo...

Pero algunos "intelectuales", sin una copita de más, no se animan. Se ha visto a más de uno bailando a lo Travolta.

Yo de la música no sé nada.

Sirgatopardo dijo...

Eso lo dirás por el crepuscular...

marian dijo...

Con la marcha que lleva con el RIOJA (vale, y con el RUEDA) no me extrañaría:)
Otros, como les va más el gin tonic, tienen que tener el hígado destiladito.

marian dijo...

La única bebida que está prohibida es la cicuta.

Juan Nadie dijo...

No creas, la cicuta les vendría bastante bien a unos cuantos. Es que es una hierba, y las hierbas se supone que son medicinales, algunas te arreglan definitivamente.

marian dijo...

Y si no les arregla, con soltar el "sólo sé que no sé nada" (especialmente delante de un juez), solucionado.