El epigrama es una composición poética breve que expresa un solo pensamiento principal festivo o satírico de forma ingeniosa.
Como este pequeño consejo que Bretón de los Herreros le brindó a un tal don Gonzalo:
Voy a hablarte ingenuamente,
tu soneto, don Gonzalo,
si es el primero, es muy malo,
si es el último, excelente.
*
El escritor y poeta riojano Bretón de los Herreros, durante un tiempo vivió en el mismo edificio que un médico llamado doctor Mata. Y se daba el caso que muchas veces, los amigos, curiosos o admiradores del dramaturgo, iban a buscarle a su casa, confundiendo de cuando en cuando el piso y molestando al insigne doctor. Este, harto de que le molestasen, hizo instalar en su puerta un letrero que rezaba:
“En aquesta habitación no vive ningún Bretón”
Cuando Bretón lo vio, decidió completar unos versos tan escasos con algo de su cosecha.
Así quedó la advertencia:
En aquesta habitación
no vive ningún Bretón;
dejen ya de molestar,
pues vive un médico poeta
que al firmar en la receta
dice Mata. Y es verdad.
Anécdota de Pedro Muñoz Seca, que ilustra el fecundo ingenio del malogrado autor.
Siendo estudiante vivía en Madrid en un edificio cuyos porteros, eran un matrimonio ya anciano y que al parecer apreciaba el escritor.
Falleció la esposa y quizás de pena, a los pocos días falleció el esposo.
El hijo de los porteros, sabedor del aprecio mutuo que se tenían sus padres y el escritor, le rogó a este que hiciera un epitafio para sus padres a lo que Muñoz Seca, accedió elaborando el siguiente:
Fue tan grande su bondad,
Tal su generosidad,
Y la virtud de los dos,
Que están, con seguridad,
En el cielo, junto a Dios.
Muñoz Seca, recompuso el verso y lo remitió a la curia de la manera siguiente:
Fueron muy juntos los dos,
El uno del otro en pos,
Donde va siempre el que muere,
Pero no están junto a Dios
Porque el Obispo no quiere.
La siguiente carta que recibió el ilustre escritor decía así:
"Ni yo, ni ningún otro representante de la santa Iglesia, intervenimos para nada en el destino de los difuntos, por tratarse de un misterio inescrutable que ni usted, a pesar de su buena voluntad, ni nosotros estamos capacitados para aclarar".
Cuentan que Muñoz Seca escribió el siguiente epitafio que, por supuesto, no se colocó en la lápida:
Vagando sus almas van,
Por el éter, débilmente,
Sin saber que es lo que harán,
Porque, desgraciadamente,
Ni Dios sabe dónde están.
DUELO DE TITANES
Ataca Quevedo.
Contra Luis de Gongora
Este cíclope, no siciliano,
del microcosmo sí, orbe postrero;
esta antípoda faz, cuyo hemisferio
zona divide en término italiano;
este círculo vivo en todo plano;
este que, siendo solamente cero,
le multiplica y parte por entero
todo buen abaquista veneciano;
el minoculo sí, mas ciego vulto;
el resquicio barbado de melenas;
esta cima del vicio y del insulto;
este, en quien hoy los pedos son sirenas,
este es el culo, en Góngora y en culto,
que un bujarrón le conociera apenas.
Ataca Góngora.
Anacreonte español, no hay quien os tope.
Que no diga con mucha cortesía,
Que ya que vuestros pies son de elegía,
Que vuestras suavidades son de arrope
¿No imitaréis al terenciano Lope,
Que al de Belerofonte cada día.
Sobre zuecos de cómica poesía
Se calza espuelas, y le da un galope?
Con cuidado especial vuestros antojos
Dicen que quieren traducir al griego,
No habiéndolo mirado vuestros ojos.
Prestádselos un rato a mi ojo ciego,
Porque a luz saque ciertos versos flojos,
Y entenderéis cualquier gregüesco luego
Ataca Quevedo.
Yo te untaré mis obras con tocino
Porque no me las muerdas, Gongorilla,
Perro de los ingenios de Castilla,
Docto en pullas, cual mozo de camino.
Apenas hombre, sacerdote indino,
Que aprendiste sin christus la cartilla;
Chocarrero de Córdoba y Sevilla,
Y en la Corte, bufón a lo divino.
¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?
No escribas versos más, por vida mía;
Aunque aquesto de escribas se te pega,
Por tener de sayón la rebeldía.
Ataca Góngora.
Cierto poeta, en forma peregrina
cuanto devota, se metió a romero,
con quien pudiera bien todo barbero
lavar la más llagada disciplina.
Era su benditísima esclavina,
en cuanto suya, de un hermoso cuero,
su báculo timón del más zorrero
bajel, que desde el Faro de Cecina
a Brindis, sin hacer agua, navega.
Este sin landre claudicante Roque,
de una venera justamente vano,
que en oro engasta, santa insignia, aloque,
a San Trago camina, donde llega:
que tanto anda el cojo como el sano.
Ataca Quevedo:
¿Qué captas, noturnal, en tus canciones,
Góngora bobo, con crepusculallas,
si cuando anhelas más garcivolallas,
las reptilizas más y subterpones?
Microcósmote Dios de inquiridiones,
y quieres te investiguen por medallas
como priscos, estigmas o antiguallas,
por desitinerar vates tirones.
Tu forasteridad es tan eximia,
que te ha de detractar el que te rumia,
pues ructas viscerable cacoquimia,
farmacofolorando como numia,
si estomacabundancia das tan nimia,
metamorfoseando el arcadumia.
*
AMANCIO PRADA recordando a CHICHO
CHICHO SÁNCHEZ FERLOSIO
10 comentarios:
Magnífico post. La coña marinera y la socarronería. El pique entre Quevedo y Góngora ha quedado en la historia de la literatura como uno de los más enconados y, al mismo tiempo, más divertidos, aunque ambos tirasen con bala.
De Muñoz Seca, ¿qué se pude decir? Un tipo que es capaz de escribir La venganza de don Mendo no puede ser muy normal.
Pues gracias, Charlie, es de los que menos tiempo me ha costado, lo tenía por ahí a medio hacer.
A Muñoz Seca, algunas de sus socarronerías le costó la cárcel y después la muerte.
Seguramente no ha habido nadie como Quevedo en estas lides literarias.
Cualquiera le tosía...
Además poseía la proverbial mala leche de los cojos.
Era entonces como los espárragos de Navarra y La Rioja.
Pero más talludo.y
venga, cojonudo.
Ojo con las palabras malsonantes, que estamos de cónclave.
Pero son contundentes y tienen su razón de estar, en este caso es como bueno.
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