Henri Fantin-Latour
1836-1904
Ignace Henri Jean Fantin-Latour nació en Grenoble, Francia.
Se formó inicialmente con su padre el también pintor Jean-Theodore Fantin-Latour. En 1841 su familia se trasladó a París y allí recibió clases de pintura en el taller de Lecoq de Bosbaudran y en la Escuela de Bellas Artes. Asistió durante un mes a la "Escuela del Realismo" de Courbet, pero, al parecer, sus enseñanzas las extrajo sobre todo del Museo del Louvre, donde realizó múltiples copias de los clásicos.
Se relacionó y mantuvo buena amistad con los artistas más importantes de su época, uno de sus mejores amigos fue Édouard Manet. Pese a sus relaciones de amistad con los impresionistas, se negaría a exponer con ellos en la primera muestra del grupo en 1874, y no llegó nunca a participar en ese movimiento como miembro activo, aun compartiendo con ellos muchas de sus aspiraciones estéticas.
No quiso renunciar al embrujo simbolista o al estudio de los grandes maestros a los que copió con devoción durante los muchos años en que fue asiduo del Louvre. De hecho, comenzó su carrera desarrollando tres grandes géneros de la pintura holandesa del XVII: el autorretrato, el retrato colectivo de profesionales y el bodegón con flores. Fueron sus naturalezas muertas de frutas y flores las más demandadas por los coleccionistas.
Ni totalmente impresionista ni puramente realista, la obra de Henri Fantin-Latour ocupa un lugar difícil de encajar en la historia de la pintura francesa de la segunda mitad del siglo XIX.
Sus retratos de grupo, concebidos casi como manifiestos, harían pensar en un ferviente defensor de la renovación pictórica; sus bodegones, en un realista, sus escenas mitológicas y alegóricas, en un hombre cercano al simbolismo academicista y aunque no se acercó en su pintura al impresionismo, pintó el llamado realismo lírico.
Practicó también la litografía, técnica con la que mayormente trató temas alegóricos a Richard Wagner y Hector Berlioz.
Los autorretratos ocupan, sobre todo, los primeros años de la actividad de Fantin-Latour, constituyendo una práctica constante entre 1854 y 1861. Este ejercicio introspectivo, que recuerda a otros artistas como Rembrandt o Durero, dio lugar a unas 50 obras, entre pinturas, dibujos y grabados, que muestran la profunda investigación sobre la expresión de emociones que realizó el artista a partir de su propia imagen. Fantin explota el drama del claroscuro: fondo en penumbra, el rostro mitad sombra y mitad luz y las zonas iluminadas muy empastadas.
En sus años tempranos, Fantin trabajó asiduamente en el Museo del Louvre pintando copias. Aunque realizada a menudo por encargo y bien remunerada, esta actividad contribuyó, además, decisivamente a su formación como pintor. Como le ocurrió a otros pintores de su generación como Manet o Degas, también se reveló como un motivo preferencial de estudio, de interpretación y de creación. Entre los artistas copiados por Fantin destacan Tiziano, Veronés y Rubens, exponentes de una tradición colorista que Delacroix había ensalzado.
En sus retratos, muchas veces femeninos, se respira silencio, contención o melancolía y se presenta un espacio de intimidad entre el pintor y el modelo. Estos lienzos incluyen los de su círculo familiar, como sus hermanas Marie y Nathalie, a las que representa con frecuencia, y los de algunas figuras célebres, como su amigo Manet, al que retrata con la sobriedad que le es característica cuando no está sujeto a los imperativos impuestos por obras de encargo.
Estos retratos íntimos, que transmiten misterio y complicidad. Son obras formalmente realistas, casi fotográficas, pero detrás de su aparente orden, esconden un inesperado desorden representado en la actitud de sus protagonistas, absortos y ensimismados, que parecen ocultar un misterio. Son, de alguna forma, sugestiones de sentimientos.
La obra de Fantin-Latour como retratista recorre una amplia gama de personajes: desde los familiares y amigos íntimos hasta los retratados por encargo.
Uno de los temas más característicos de Fantin-Latour son las figuras femeninas que leen y escuchan la lectura. La lectura, cuyo precedente se encuentra en las lectoras de los interiores de Gerard ter Borch, Pieter de Hooch o Vermeer.
La obra de Fantin-Latour, inicialmente deudora del romanticismo, más tarde asociada al realismo y a los “pintores de la vida moderna”, conoce, a partir de 1880, una aproximación a los primeros defensores del simbolismo. Al regresar a los “temas de imaginación” al final de su carrera, el pintor retomó su objetivo de contribuir a la “pintura del futuro”, reivindicando, también él, a través de obras motivadas por temas religiosos, mitológicos y alegorías puras, la primacía del sueño en el arte.
Fantin-Latour desarrolla desde el comienzo de su carrera una línea de inspiración imaginaria. Esta tendencia retorna con especial vitalidad en sus últimos años, confluyendo con la estética simbolista de final de siglo. En este ámbito ocupan un lugar singular las ensoñaciones y alegorías musicales. Schumann, Brahms, Berlioz y, sobre todo, Richard Wagner alimentaron esa inspiración.
Henri Fantin-Latour amaba la música casi tanto como la pintura, esta pasión enriqueció constantemente sus fuentes de inspiración pictórica, estableciendo una íntima relación entre ambas artes, imbuida aún de sentimientos románticos pero que ya anunciaba sus convicciones simbólicas.
Johannes Brahms - Chorale Preludes Op.122 No. 10 (Verlangen Herzlich Tut Mich -2ª versión)
Al piano: Als Yaara Tal & Andreas Groethuysen
Al piano: Als Yaara Tal & Andreas Groethuysen
RETRATOS COLECTIVOS
La sociedad holandesa del siglo XVII dio origen a un género nuevo en la pintura. Habituada a una existencia cuyo protagonismo correspondió a la burguesía y habiendo eliminado sobre sí un poder personal exigente, las instituciones funcionaban gracias al empeño y al celo de los ciudadanos corrientes, bien imbuidos de su responsabilidad respecto a ellas. Por esa razón, frente al retrato individual —exaltación del yo—, aparece el retrato colectivo —donde el yo se funde en el nosotros—, donde los méritos tanto como los errores son también compartidos.
No se puede afirmar que el individuo desaparezca: antes bien, halla su plenitud en el grupo. Por eso en los retratos colectivos el pintor debía esmerarse en captar los rasgos de cada persona retratada colectivamente.
Henri Fantin-Latour pintó cuatro retratos colectivos
(una lección de Rembrandt y de Frans Hals)
de figuras de su época vinculadas con el mundo de las artes.
Buena muestra de ello es el gran lienzo "Un rincón de la mesa", una de las cuatro grandes composiciones realizadas por el pintor como celebración de la pintura, la literatura y la música, y que son verdaderos manifiestos artísticos.
Aparece retratado un grupo de poetas, después de haber comido o cenado juntos, entre los que se encuentran Verlaine y Rimbaud. Todos están vestidos de negro menos Pelletan, que es un político.
En el lugar que ocupan las flores, estaba previsto que estuviera el escritor Albert Mérat, pero se negó a aparecer junto a Verlaine y Rimbaud, pues habían escrito varias parodias obscenas sobre su estilo de escritura. Mérat, no soportaba a Rimbaud, por lo que se negó a posar, argumentando que no quería pasar a la posteridad en compañía de un "gamberro" como Rimbaud. Resulta anecdótico que Rimbaud se enfrentara con Mérat, porque antes de su llegada a París, era uno de los poetas que admiraba (junto a Verlaine) tal y como escribió en las Cartas del vidente: la literatura moderna tenía únicamente dos buenos poetas, Paul Verlaine y Albert Mérat.
Quién le iba a decir a Mérat que quienes sí pasarían a la posteridad serían Verlaine y Rimbaud y no él.
Quién le iba a decir a Mérat que quienes sí pasarían a la posteridad serían Verlaine y Rimbaud y no él.
Homenaje a Delacroix (maestro espiritual de Fantin-Latour) realizado un año después de la muerte de Delacroix; en la escena que plasma el pintor, se representa a diez hombres a uno y otro lado del retrato del homenajeado.
Muchos de los artistas de la segunda mitad del siglo XIX sentían devoción por Delacroix, al que consideraban un genio incomprendido. Fantin-Latour pinta aquí a varios de los admiradores del artista reunidos alrededor de su retrato.
El artista utiliza predominantemente tonos oscuros y contrastados. El único detalle de color son las flores que ha colocado en la parte inferior del retrato de Delacroix.
Batignolles es un distrito o barrio parisino limitado al este por la Avenida de Clichy y al sur por el Boulevard de Batignolles. En este boulevard, en el número 21, existía un café llamado el "Café Guerbois" muy frecuentado en la segunda mitad del siglo XIX por artistas, pintores, escritores y músicos que celebraban en él unas animadas tertulias que lo habían convertido en un templo de la vanguardia artística de la época.
Allí se reunían asiduamente varios de los personajes que aparecen en este cuadro pintado por Fantin-Latour y a los que él llevará al estudio del pintor Manet, un estudio situado en pleno barrio de Batignolles.
Las poses son sobrias, los trajes severos, los rostros casi graves: Fantin-Latour quiere que estos jóvenes artistas, por aquel entonces muy denigrados, sean percibidos como personalidades serias y respetables. La atmósfera general del taller también tiene matices de sobriedad: escasos detalles, pocos elementos en el decorado. Solo dos accesorios recuerdan al espectador algunas elecciones estéticas de la nueva escuela: la estatuilla de Minerva demuestra el debido respeto a la tradición antigua y el jarrón de gres de estilo japonés alude la admiración de esta generación por el arte nipón.
Fantin-Latour quiso rendir homenaje a su amigo Édouard Manet, quien había desafiado al público y a la crítica al exponer dos obras muy polémicas: "El almuerzo sobre la hierba" y "Olympia" A partir de ese momento, Manet se convirtió en el líder espiritual del movimiento impresionista.
El grupo que aparece en el cuadro era parte del primer "círculo wagneriano" fundado en París por Antoine Lascaux en 1839 llamado "Le petit Bayreuth" (Bayreuth es un teatro de ópera de Bayreuth, en Baviera, Alemania, que se dedica exclusivamente a la representación de las óperas compuestas por Richard Wagner. El mismo compositor supervisó personalmente su diseño y construcción.), donde se reunían para escuchar la música de Wagner interpretada por una pequeña orquesta.
Pero es la pintura de flores la que acompañó a Fantin-Latour toda su vida. Fue famoso por sus pinturas de flores, viviendo casi exclusivamente de encargos de este tipo para coleccionistas
Especialmente aplaudido en Inglaterra, se caracteriza por la elaboración de composiciones equilibradas, elegantes y disciplinadas, construidas a través de una meticulosa asociación de formas y de colores. Esta dedicación casi exclusiva estuvo motivada en gran medida por razones comerciales, ya que, a partir de un determinado momento, dedicaba todos los veranos a pintar cuadros de flores que su marchante inglesa, Ruth Edwards, pasaba a recoger en octubre. Sin embargo, nunca se dejó arrastrar totalmente por los imperativos comerciales.
Las últimas representaciones de flores de Fantin-Latour, producidas a partir de 1876, se caracterizan por un distanciamiento de los modelos más elaborados de su juventud, influenciados por la pintura holandesa del siglo XVII. En estos últimos ramos, que representan en su mayoría variedades tradicionales de rosas, resulta evidente su preocupación por la simplicidad de la composición y el recogimiento, algo que también refleja su propio temperamento contemplativo.
LAS FLORES DEL BIEN...
Cuando el aura levanta su ala,
en su retiro de algodón
y corre do la flor lo llama
su aliento es un fruto en sazón.
Arthur Rimbaud
Esa canción dulce, llorosa e incierta
que apaciblemente muere en la ventana
a las tibias auras del jardín abierta...?
Paul Verlaine
8 comentarios:
Uno de mis preferidos. No conocía sus autorretratos, pero sí la inmortalización de esas tertulias donde destacan Rimbaud, Verlaine, Baudelaire, Monet, Manet, Renoir y Delacroix dominando la escena...
Y sus flores inolvidables. Varias de ellas las gocé en el Metropolitan Museum de NYC.
Neófito al fin, me quedo con Brahms.
Muy buenos versos elegidos de Rimbaud y Verlaine... Tienen acaso malos versos?
¿Acaso los que le dedicaron a Mérat?
Pues no vayas ahora a ningún museo, Carlos, porque me los he llevado todos...
Buen pintor Fantin-Latour. No excesivamente conocido, salvo sus autorretratos y los cuadros de grupo, como el cuadro en el que aparece Rimbaud.
Has dejado alguno? Qué acaparadora!
Un montón de ellos, este pintor era una máquina pintando flores.
Por lo que se lee en el texto, casi todos los cuadros de flores eran de encargo, pero desde luego era un maestro. Aunque yo me quedo con los de grupo.
Debían ser de encargo (calla que será de los pocos que pudo vivir de la pintura), pero a su aire, sin presiones.
Los retratos colectivos son un gran testimonio.
Menudo homenaje, echaré el tiempo debido en cuánto lo tenga.
Cuando quieras, estas flores no se marchitan.
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