martes, 30 de diciembre de 2014

364, UNO MÁS Y SE ACABÓ




























Celador de los sueños, déjame entrar
celador que levantas las manos para bailar
Ay chinita no llores vamo pa licho cruz
donde está la alegría para hacerte reír
no me digas que no, no me digas que no

Celador de sueños haceme bailar
negro haceme bailar, negro haceme bailar
celador de sueños haceme cantar
negro haceme cantar, negro haceme cantar

Celador de sueños

Celador que levantas las almas para cantar
y aunque sea muy tarde siempre quieres coplear

Ay chinita no llores vamo pal licho cruz
donde está la alegría para hacerte reír
no me digas que no, no me digas que no

Celador de sueños haceme bailar
negro haceme bailar, negro haceme bailar
celador de sueños haceme cantar
negro haceme cantar, negro haceme cantar

Celador de sueños haceme bailar
negro haceme bailar, negro haceme bailar
celador de sueños haceme  cantar
negro haceme cantar, negro haceme cantar

Celador de sueños


Mercedes Sosa con Fernando Barrientos (Orozco&Barrientos) y Gustavo Santaolalla











martes, 23 de diciembre de 2014

jueves, 18 de diciembre de 2014

GREGUERÍAS DE RAMÓN



(Ramón Gómez de la Serna)
Diego Rivera (1915)



Osvaldo Fresedo & Dizzy Gillespie
-Vida Mía- 





La curiosidad del cielo por ver la tierra abre muchas veces el nublado.



Si vais a la felicidad llevad sombrilla.



La lluvia que vemos caer por los cristales son nuestras propias lágrimas magnificadas.



Escribir es que le dejen a uno llorar y reír a solas.



El hielo se ahoga en el agua.



Lo peor de los árboles genealógícos es que de pronto se fija en ellos la chismosa cigarra.



La linterna del acomodador nos deja una mancha de luz en el traje.




El reloj municipal marca las horas de los impuestos.



Entre el género epistolar no hay que olvidar la "carta de los vinos".



En la fiebre reaparece lo que nos queda de cuando fuimos volcanes.



El arco del violín cose como aguja con hilo notas y almas, almas y notas.



Los ríos no saben su nombre.



El alba desinfecta la vida y trae olor a cacería.



Un hombre que conserva el palillo en la boca es un rumiante.



No gozamos bien el canto del ruiseñor porque siempre dudamos de que sea el ruiseñor.



Venecia es el sitio en que navegan los violines.





"Pan" es palabra tan breve para que podamos pedirlo con urgencia.



La cigüeña no oculta su nido, pero por si acaso lo pone muy alto.



El que escribe con seudónimo parece querer escaparse a la crítica.




Esos que están muy pagados de sí mismos y que creen que todo tiene precio.



Las primeras gotas de la tormenta bajan a ver si hay tierra en que aterrizar.



El amor nace del deseo repentino de hacer eterno lo pasajero.



El arcoíris es la cinta que se pone la naturaleza después de haberse lavado la cabeza.



La lagartija es el broche de las tapias.


Los presos a través de la reja ven la libertad a la parrilla.



La felicidad consiste en ser un desgraciado que se sienta feliz.



Hay quien se reserva para dar limosna a los pobres que haya a la puerta del cielo.



El reloj no existe en las horas felices.



El beso es hambre de inmortalidad.



Ser buen dramaturgo es saber dosificar la cantidad de gases lacrimógenos que necesita la sala.



En las grandes solemnidades llenas de personajes parece que hay algunos repetidos.



Sobre las hojas grises de los olivos gravita aún 
el polvo que levantaron los carros romanos y las diligencias.



Para las estrellas siempre estamos en un abismo.



En la noche helada cicatrizan todos los charcos.



Consejo superfilosófico: "Hágase una fotografía y si sale es que existe",



El día en que se encuentre un beso fósil se sabrá si el amor existió en la época cuaternaria.



Perder un pañuelo es comprometerse en llantos ajenos.



Las espigas hacen cosquillas al viento.



El sueño es un depósito de objetos extraviados.



El aullido es el grito más negro del paisaje.



Las gotas de rocío son unas lágrimas anticipadas por lo efímero que es el día que nace.



¡Qué tragedia! Envejecían sus manos y no envejecían sus sortijas.



Por los menos ha logrado el erizo que no se emplee su piel en las peleterías.



Hay más millones de microbios en un billete de banco 
que los millones que el banco dice tener de capital.



Cuando el que va delante da limosna, el que va detrás no la da,
 como si el otro la hubiese dado por él; ley que deja muy mermado el peculio de los pobres.



El péndulo del reloj acuna las horas.



La manera de curarse el corazón es ahorrando presentimientos.



Los gatos se beben la leche de la luna en los platos de las tejas.



Hay una campana que suena en el alba y que no está en ningún campanario.



La media luna mete la noche entre paréntesis.



Hay un momento en que el astrónomo, debajo del gran telescopio, 
se convierte en microbio del microscopio de la luna que se asoma a observarle.



Son más largas las calles de noche que de día.



En la resaca, la ola, arrepentida de haber dejado su regalo de conchas,
 trata de volvérselas a llevar.



La luna es un banco de metáforas arruinado.



Cuando asomados a la ventanilla echa a andar el tren
 robamos adioses que no eran para nosotros.



El fuego es cómplice de la nada.



El que sabe dormir es el que se entremete la almohada entre el hombro y la mandíbula
 como si fuese el violín de los sueños.



El tango está lleno de despedidas.




Lo único que está mal en la muerte es que nuestro esqueleto podrá confundirse con otro.



Cuando es brasa, el carbón se acuerda de todo, 
hasta de cuando era árbol verde en un mundo lleno de esperanzas.



Al mar le gusta la impunidad y por eso borra toda huella en la playa.



En el fondo de los espejos hay un fotógrafo agazapado.



La llave nos gasta la broma de hacer como que no es de la cerradura que es.



Para lo que más fuerza necesita el enfermo es para abrir el frasco de la medicina.



Tenía tan mala memoria que se olvidó que tenía mala memoria y comenzó a recordarlo todo.



Hay tanta gente alrededor de la jaula de los monos que parece que dan conferencias.



Era tan moral que perseguía las conjunciones copulativas.



El libro es el salvavidas de la soledad.



Nuestra verdadera y única propiedad son los huesos.



La vida obliga a la prisa de vivir porque el pan enseguida se pone duro.



El farol no tiene prejuicios.



Tenía un sueño con cerrojo por dentro.



Hay mujeres que creen que lo único importante en ellas es 
ese poquito de sombra con que se inicia su escote.



La muerte es hereditaria.



Al sacapuntas no le interesa sacar punta al lápiz, sino hacer tirabuzones.



Cuando se retrasa la luna en el amanecer, 
lleva los zapatos en la mano para que no la sientan llegar a su casa.



Lo que más le duele al árbol de los hachazos es que el hacha tenga mango de palo.



¡Y pensar que todos los de la guía telefónica un día no estarán ni en la guía telefónica!



¿Qué está haciendo en realidad la luna? La luna está tomando el sol.



Lo peor de la ambición es que no sabe bien lo que quiere.



La lluvia es triste porque nos recuerda cuando fuimos peces.



Las moscas son los únicos animales que leen el periódico.




Cuando anuncian por el altavoz que se ha perdido un niño, siempre pienso que ese niño soy yo.



¡Cómo rompe los calcetines lo que tenemos de monos irremisibles!



En los bancos de la estación es donde reflexionamos mejor
 y se ve la vida que va y viene, 
estando sentados entre el presente y el porvenir.




La sensación al andar sobre la nieve es que se hunden los pies en pozos que dan al más allá.



Nos acordamos de cosas de las que no nos acordamos nosotros, sino lo que nos rodea.



Nuestra sombra es la caja de violín de nuestra figura.



El día que el arco iris se ponga de luto será el día del Juicio Final.



Hay unos días grises que hacen la radiografía de la ciudad.



La eternidad envidia a lo mortal.



La luna pone en el bosque luz de cabaret.



Las murallas creyeron que iban a contener los siglos, 
pero todas se rompieron y el tiempo se desparramó por los campos.












Las greguerías, a pesar de la loable intención de algunos críticos, no forman género literario nuevo, aunque sí pueden considerarse una modalidad nueva, en el momento justo, de un género antiguo y en buena medida desprestigiado, como es el género aforístico.

Del mismo modo que los aforismos, las greguerías son frases breves, plenas de sentido, independientes entre sí y reunidas en colecciones más o menos numerosas al antojo del autor. Se diferencian de aquellos en el tono, mucho más relajado y exento de didactismo.

Con ellas Ramón Gómez de la Serna intenta provocar la sorpresa del destinatario a través de mecanismos en vías de incorporación a la literatura de su época por las corrientes vanguardistas, de las cuales Ramón se convierte en introductor.


Ramón Gómez de la Serna en su "torreón"
 y rodeado de sus "cachivaches"

Entre los medios utilizados para su elaboración han de destacarse los fónicos-simbólicos (aliteración, paronomasia, rima), diversos juegos de palabras, transformaciones de estructuras lingüísticas y literarias previas, y figuras de todo tipo. La aplicación de la metáfora y otras figuras afines convierte a Ramón en un remozador del lenguaje y de la prosa literaria en lengua castellana.

A la estela de Gómez de la Serna, los miembros de la generación del 27 abordarán sin complejos las técnicas nuevas de un modo más consciente y maduro que él mismo, incorporándolas, en especial a la poesía.

Abordadas desde ángulos de visión muy diferentes se advierte que las greguerías no se pliegan a una clasificación simple. Todos los intentos de reducción  a índices o esquemas han sido infructuosos, razón por la cual he preferido no plantear una única posible clasificación de las mismas, sino una múltiple aproximación  que responda, en lo posible, a la pluralidad de formas, temas, etc.

Con todo, es más que posible que Ramón, citándose a sí mismo, observara: "la greguería es esas cosas y más que esas cosas, pues la nueva literatura es evasión, alegría pura entre las palabras y los conceptos más diversos, estar  aquí y allá al mismo tiempo, desvariar con gracia".

Y probablemente, habría que darle la razón.

Antonio A. Gómez Yebra








Hernán Oliva

-Malena-








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