Esta novela, ejemplo de la picaresca, no tiene autor conocido. Es anónima.
Su autor, tal vez impresionado por su propio atrevimiento,
no quiso dar su nombre.
Pero, fuese cual fuese su nombre, lo importante es su relato.
El Lazarillo de Tormes, es la primera novela de este género;
lanza al mundo la figura del "pícaro", del antihéroe,
frente al puro y heroico caballero.
El pícaro al igual que el caballero, se lanza a recorrer los caminos;
pero no es la aventura lo que encuentra,
sino la desventura, la mayoría de las veces.
Es, como el caballero, un hombre libre, pero sólo en apariencia;
no es el noble y valeroso impulso el que le lanza en pos de la fama;
es el azar el que lo voltea violentamente hacia la indignidad.
No encuentra el pícaro quien se atreva a narrar sus peripecias.
No es su vida un digno ejemplo para que su nombre sea acunado por la fama.
Ha de ser él, hablando en tercera persona,
quien acometa la empresa de contarnos su vida.
Y lo hace a cuerpo desnudo, con su lenguaje callejero y popular;
sin lirismos, sin acordes, sin pompa cortesana,
tal como lo contaría en la posada o en la taberna,
alrededor de unos vasos de vino.
No se avergüenza, y tampoco hay razón para ello,
porque sus actos no son totalmente suyos;
es el destino que le envuelve y zarandea.
La vida va a ser contemplada bajo el punto de vista
del que nada debe al mundo ni a los hombres;
porque el mundo y los hombres le tratan mal.
Habrá más rencor y resentimiento que amor.
Y como las penas propias no nos gusta que levanten compasión,
todo estará envuelto en un humor agrio,
áspero y hasta grosero.
El pícaro ve las cosas desde abajo, casi desde el sótano.
Sus ojos críticos, como dotados de rayos X,
van a ir desnudando a la sociedad,
van a dejar al descubierto sus defectos, sus hipocresías,
sus injusticias, sus egoísmos y falsedades.
Lázaro, nos va a llevar, no a los suntuosos palacios, ni a las ricas casas,
sino a las caballerizas, a las sucias y estrechas callejuelas,
a las casas semiderruidas por el polvo y la miseria,
a los bajos fondos de las ciudades y de las almas de los hombres.
No aparecerán en su relato hombres adornados de maravillosas virtudes;
sí personas con sus vicios y defectos, con sus pasiones y miserias.
La escuela del pícaro es la del golpe y contragolpe;
su aprendizaje de la vida se hará con dolor
y aprenderá a pagar dolor con dolor,
golpe con golpe, engaño con engaño.
A Lázaro, su infancia le brinda modelos poco dignos de ser imitados;
un padre condenado por ladrón
y una madre de la que no recibe cuidados y amor;
sólo malos ejemplos.
Su desdicha le lleva a servir de guía a un ciego.
Las travesuras lógicas de un niño, serán cruelmente castigadas.
Un poco de vino le valdrá tener la cara marcada con cicatrices para siempre.
Pero Lázaro aprende, aprende mucho, tan deprisa,
que pronto llegará su venganza.
Abandona al cruel ciego en situación difícil.
En su camino se interpone un clérigo avariento.
Conoce en toda su dureza el hambre, que le hará avivar el ingenio.
Pero este ingenio, que si bien es verdad le calma el hambre,
no puede calmar el dolor de nuevos descalabros y mamporros.
El encuentro con un vanidoso hidalgo le hace descubrir los fallos de una sociedad hipócrita.
Hombres a los que el orgullo les hace ir erguidos,
mientras que su estómago y su casa, si la tienen, se les viene abajo.
Iba por la calle con razonable vestido, bien peinado, su paso y compás en orden
-nos cuenta Lázaro-
No tiene más;
como las fachadas de algunas casas,
bellas por fuera y cubiertas de polvo e inservibles por dentro;
como las falsas joyas deslumbrantes y de poco valor.
Es tanta la estupidez del caballero que,
Lázaro, en un raro arranque de compasión, comenta:
Cuando contemplo a alguno con aquel paso y pompa,
le he lástima...que quisiera que no tuviera tanta presunción,
más que abajara un poco de su fantasía...
La gente de esta clase abunda en aquella sociedad,
y aún en la de hoy.
Personas a las que el orgullo, el "qué dirán",
les hace despreciar la dignidad del trabajo
y prefieren que la polilla roa sus pocos trajes,
y las telarañas se adueñen de sus estómagos.
El final de este absurdo hidalgo,
inevitable;
la ridícula huida perseguido por los acreedores.
Lázaro ve todo esto y disfruta.
Es una venganza que le proporciona el destino.
No será el hidalgo el último jalón en la vida del pícaro;
irá el de Tormes pasando y recorriendo toda una extensa galería de "personajes":
un fraile de la merced,
un bulero que comercia y embauca a la gente vendiendo esperanza y salvación;
un pintor de panderos, un capellán, un alguacil...
De todos ellos irá sacando turbios manejos y enseñanzas.
Catedráticos de la Universidad de la vida, harán de Lázaro un alumno aventajado.
Su meta, y final del camino: pregonero en Toledo.
Buen oficio éste, para poder pregonar a los cuatro vientos toda esa carga de experiencias.
Recomiendo su lectura,
ya sea sobre papel o sobre la pantalla.
Se lee de un tirón,
por lo que se puede releer para sacarle el gusto, y el regusto.
Hay algo de revolucionario en el Lazarillo.
PACO IBAÑEZ
EL PODER DEL DINERO
ARCIPESTRE DE HITA & PACO IBÁÑEZ
Hace mucho el dinero, mucho se le ha de amar
al torpe hace discreto y hombre de respetar
hace correr al cojo y al mudo le hace hablar
quien no tiene dinero no es de sí señor
También al hombre necio y rudo labrador
dineros le convierten en hidalgo doctor
cuanto más rico es uno más grande es su valor
quien no tiene dinero no es de sí señor
Y si tienes dinero tendrás consolación
placeres y alegrías y del papa ración
comprarás paraíso, ganarás la salvación
donde hay mucho dinero hay mucha bendición
Él crea los priores, los obispos, los abades
arzobispos, doctores, patriarcas, potestades
a los clérigos necios da muchas dignidades
de verdad hace mentiras, de mentiras hace verdades
Él hace muchos clérigos y muchos ordenados
muchos monjes y monjas, religiosos sagrados
el dinero les da por bien examinados
a los pobres les dice que no son ilustrados
Yo he visto a muchos curas en sus predicaciones
despreciar al dinero, también sus tentaciones
pero al fin por dinero otorgan los perdones
absuelven los ayunos y ofrecen oraciones
Dicen frailes y clérigos que aman a dios servir
mas si huelen que el rico está para morir
y oyen que su dinero empieza a retiñir
por quién ha de cogerlo empiezan a reñir.
Libro de buen amor
Juan Ruiz, Arcipreste de Hita
Hace mucho el dinero, mucho se le ha de amar;
al torpe hace discreto, hombre de respetar,
hace correr al cojo, al mudo le hace hablar;
el que no tiene manos bien lo quiere tomar.
Aun el hombre necio y rudo labrador
dineros le convierten en hidalgo doctor;
cuanto más rico es uno, más grande es su valor,
quien no tiene dineros no es de sí señor.
Si tuvieres dinero tendrás consolación,
placeres y alegrías y del Papa ración,
ganarás Paraíso, ganarás salvación:
donde hay mucho dinero hay mucha bendición.
Yo vi en corte de Roma, do está la Santidad,
que todos al dinero tratan con humildad,
con grandes reverencias, con gran solemnidad;
todos a él se humillan como a la Majestad.
Creaba los priores, los obispos, abades,
arzobispos, doctores, patriarcas, potestades;
a los clérigos necios dábales dignidades,
de verdad hace mentiras; de mentiras, verdades.
Hacía muchos clérigos y muchos ordenados,
muchos monjes y monjas, religiosos sagrados,
el dinero les daba por bien examinados:
a los pobres decían que no eran ilustrados.
Ganaba los juicios, daba mala sentencia,
es del mal abogado segura mantenencia,
con tener malos pleitos y hacer mala avenencia:
al fin, con los dineros se borra penitencia.
El dinero quebranta las prisiones dañosas,
rompe cepos y grillos, cadenas peligrosas;
al que no da dinero le ponen las esposas.
¡Hace por todo el mundo cosas maravillosas!
He visto maravillas donde mucho se usaba:
al condenado a muerte la vida le otorgaba,
a otros inocentes, muy luego los mataba;
muchas almas perdía, muchas almas salvaba.
Hace perder al pobre su cabaña y su viña,
sus muebles y raíces, todo lo desaliña;
por todo el mundo anda su sarna. y su tiña;
donde el dinero juega allí el ojo guiña.
El hace caballeros de necios aldeanos,
condes y ricos hombres de unos cuantos villanos,
con el dinero andan los hombres muy lozanos,
cuantos hay en el mundo le besan hoy las manos.
Vi que tiene el dinero las mayores moradas,
altas y muy costosas, hermosas y pintadas;
castillos, heredades y villas torreadas
al dinero servían, por él eran compradas.
Comía los manjares de diversas naturas,
vestía nobles paños, doradas vestiduras,
muchas joyas preciosas, bagatelas y holguras,
ornamentos extraños, nobles cabalgaduras.
Yo he visto a muchos monjes en sus predicaciones
denostar al dinero y a las sus tentaciones,
pero, al fin, por dinero otorgan los perdones,
absuelven los ayunos y ofrecen oraciones.
Aunque siempre lo insultan los monjes por las plazas,
guárdanlo en el convento, en vasijas y en tazas,
tapan con el dinero agujeros, hilazas;
más escondrijos tienen que tordos y picazas.
Dicen frailes y clérigos que aman a Dios servir,
mas si huelen que el rico está para morir
y oyen que su dinero empieza a retiñir,
por quién ha de cogerlo empiezan a reñir.
Clérigos, monjes, frailes no toman los dineros,
pero guiñan el ojo hacia los herederos
y aceptan donativos sus hombres despenseros;
mas si se dicen pobres, ¿para qué tesoreros?
Allí están esperando el más rico madero;
al que aún vive recitan responsos, ¡mal agüero!
Cual los cuervos al asno le desuellan el cuero:
-Cras, cras, le llevaremos, que ya es nuestro por fuero!
Toda mujer del mundo, aunque dama de alteza,
págase del dinero y de mucha riqueza,
nunca he visto una hermosa que quisiera pobreza:
donde hay mucho dinero allí está la nobleza.
El dinero es alcalde y juez muy alabado,
es muy buen consejero y sutil abogado,
alguacil y merino, enérgico, esforzado;
de todos los oficios es gran apoderado.
En resumen lo digo, entiéndelo mejor:
el dinero es del mundo el gran agitador,
hace señor al siervo y siervo hace al señor;
toda cosa del siglo se hace por su amor.
Por dineros se muda el mundo y su manera
toda mujer cuando algo desea es zalamera,
por joyas y dineros andará a la carrera;
el dar quebranta peñas, hiende dura madera.
Deshace fuerte muro y derriba gran torre,
los cuidados y apuros el dinero socorre,
hace que del esclavo la esclavitud se borre;
de aquel que nada tiene, el caballo no corre.
Las cosas que son graves hácelas de ligero;
por tanto, con la vieja sé franco y lisonjero,
ya sea poco o mucho, no vaya sin logrero:
no me pago de chanzas donde no anda el dinero.
Si no le dieras nada, cosa mucha ni poca,
sé franco de palabra, sin decir frase loca;
si no hay miel en la orza, que la haya en la boca;
mercader que esto hace vende bien y bien troca.
No hay comentarios:
Los comentarios nuevos no están permitidos.