“Julio Cortázar era un tío majo, muy grandote y tocaba muy mal la trompeta”
Alberto Jonquières retrató a Julio Cortázar en varias ocasiones, lo conoció muy de cerca y prácticamente ha dedicado su vida a la fotografía. Su padre, a través de quien conoció a Julio, fue pintor y poeta, hay una publicación llamada Cartas a los Jonquières que está integrada por ciento veintiséis cartas y trece tarjetas postales ordenadas cronológicamente, que Cortázar envió a Eduardo Jonquières, padre de Alberto, y a su mujer, María Rocchi, desde febrero de 1950 hasta febrero de 1983.
Álbum: Kind of Blue (1959)
So What
Freddie Freeloader
Blue in Green
All Blues
Flamenco Sketches
So What
Freddie Freeloader
Blue in Green
All Blues
Flamenco Sketches
Blue in Green
(Miles Davis & Bill Evans)
(Miles Davis & Bill Evans)
Miles Davis - trumpet
Bill Evans - piano
Jimmy Cobb - drums
Paul Chambers - bass
John Coltrane - tenor saxophone
MILES DAVIS - KIND OF BLUE
Sí (toco la trompeta), para gran desesperación de mis vecinos.
Yo la tengo como procedimiento higiénico. Cuando estoy cansado, fatigado, por haber escrito o leído mucho, tocar un rato la trompeta es un ejercicio respiratorio formidable.
(Cortázar por Cortázar, Evelyn Picon Garfield [entrev.].
Veracruz: Universidad Veracruzana,
Veracruz: Universidad Veracruzana,
... he pasado largas horas soplando en mi trompeta para horror de los vecinos, pues eso constituye mi más segura manera de entrar a fondo en cualquier cosa que me interesa de verdad y que quiero conocer por dentro.
(De una carta de Julio Cortázar a Paco Porrúa, 18 de agosto de 1964)
... sigo haciendo progresos con mi trompeta, y ya los vecinos no se quejan. Aurora sospecha que es porque ya no queda ninguno.
(De una carta de Julio Cortázar a Sara y Paul Blackburn, 17 de diciembre de 1964)
A medida que perfecciono mi técnica de la trompeta, más me gusta la música y menos la literatura.
(De una carta de Julio Cortázar a Paco Porrúa, 6 de abril de 1967)
—¿Dónde está la importancia del jazz?
—Creo que en la manera en que puede salirse de sí mismo, no dejando nunca de seguir siendo jazz. Como un árbol que abre sus ramas a derecha, a izquierda, hacia arriba, hacia abajo…, permitiendo todos los estilos, ofreciendo todas las posibilidades, cada uno buscando su vía. Desde ese punto de vista está probada la riqueza infinita del jazz; la riqueza de creación espontánea, total. Pero además, cuando comencé a escuchar jazz, descubrí algo que desconocía porque yo no era nada fuerte en teoría musical y es que, a diferencia de la música llamada clásica —expresión que detesto sin poder encontrar un equivalente— donde hay una partitura y un ejecutante que la interpreta con más o menos talento, en el jazz, sobre un bosquejo, un tema o algunos acordes fundamentales, cada músico crea su obra, es decir, que no hay un intermediario, no existe la mediación de un intérprete. Me dije —y no sé si eso ya está dicho— que el jazz es la sola música entre todas las músicas, con la de la India, que corresponde a esa gran ambición del surrealismo en literatura, es decir, a la escritura automática, la inspiración total, que en el jazz corresponde a la improvisación, una creación que no está sometida a un discurso lógico y preestablecido, sino que nace de las profundidades y eso, creo, permite ese paralelo entre el surrealismo y el jazz.
Como estuve muy marcado por el surrealismo en mi juventud y eso coincidió con mi descubrimiento del jazz, siempre fue natural para mí esa relación».
—¿Dirías que el jazz ha influido en tu vida y obra?
—Sí, muchísimo. El jazz me enseñó cierta sensibilidad de «swing», de ritmo en mi estilo de escribir. Para mí las frases tienen un «swing» como lo tienen los finales de mis cuentos, un ritmo que es absolutamente necesario para entender el significado del cuento. Por eso me preocupan siempre las traducciones de mis cuentos porque a veces el traductor sabe traducir muy bien el contenido, pero tiene poca sensibilidad ante el ritmo del español y divide una frase en dos cuando no debe haberlo hecho porque el ritmo prolongado intencionalmente habría llevado al lector al compás de su «swing».
(Conversaciones con Cortázar,
Ernesto González Bermejo [entrev.].
Barcelona: Edhasa,
1978, p. 105)
Bélgica, 1958
Drums: Art Blakey
Trumpet: Lee Morgan
Sax: Benny Golson
Piano: Bobby Timmons
Bass: Jymie Merritt
ART BLAKEY & THE JAZZ MESSENGERS
Moanin'